Cosechando en el desierto |
Estoy visitando en estos dias la Diocesis de San Bernardino, en California.
Han sido dias muy intensos y me preparo para volar a Uruguay en la noche del lunes.
Algunas rapidas pinceladas o instantaneas (tiene todavia sentido ese termino fotografico?)
- Retiro del Clero Hispano. Estuve animando un retiro-encuentro para 14 sacerdotes del clero hispano, es decir, sacerdotes que han venido de Mexico o que han nacido en California o misioneros que hablan espanol y se encuentran en servicio en esta diocesis. Pequeno grupo, gran diversidad de edades, experiencias, expectavias. El tema: Porta Fidei y la Nueva Evangelizacion. La dinamica: oracion personal en la manana, trabajo en grupos en la tarde, cine foro en la noche. Comparti con ellos la reflexion del caminar pastoral de America Latina, especialmente Aparecida y los grandes puntos de la Nueva Evangelizacion que nos dejara Juan Pablo II. Una intensa semana, de lunes a viernes.
- 2 de febrero. Me "escape" en la noche del retiro para celebrar la fiesta de la Candelaria y dar una charla sobre Maria a los grupos Guadalupanos. 200 personas en el centro pastoral diocesano. Misa con mariachis, tamales (comida de maiz, parecida a la "humita" argentina) y gente muy deseosa de aprender. Mi tema fue "Maria en el Nuevo Testamento". Desperto mucho interes y fue para mi muy gratificante.
- 3 de febrero. Al terminar el retiro, visita a la Parroquia San Cristobal, reunion con Teresa, la encargada del Ministerio Hispano.
- 4 de febrero. Termino una larga jornada, que me llevo al desierto, mas precisamente a lo que llaman el "Desierto Bajo", en torno a la ciudad de Indio. Es el reino de la palmera, tanto decorativa como datilera. En Indio visito la parroquia Nuestra Senora del Perpetuo Socorro y me entrevisto con la Coordinadora Pastoral, Laura, que lleva adelante una parroquia muy bien organizada, aun en medio de grandes dificultades economicas, de las que van saliendo con un gran trabajo comunitario. Una recorrida por los parqueaderos, es decir los lugares donde viven, en casas rodantes deshechadas por casi deshechas los trabajadores, inmigrantes ilegales, que siembran y cosechan para las grandes companias que cultivan en el desierto. Impresiona Duroville (Los Duros) junto a un gran basural. Desde esa extrema pobreza, a 20 millas esta Palm Springs, lujosa ciudad construida por el jet set de Hollywood para pasar el invierno a temperatura de verano. Grandes contrastes de este enorme pais. Termino celebrando misa en espanol en una vieja iglesia (1926), Nuestra Senora de la Soledad, cerca de Palm Springs.
+ Heriberto
Sep 29,2007 por Marychanga
THERMAL, California - "Así estamos, pase y vea cómo somos los pobres en Estados Unidos", se presenta Yoni, un salvadoreño en un tráiler amoblado con piezas viejas en el sureste de California, donde miles de obreros viven en la miseria de una vida condenada a la ilegalidad.
"Pase y vea cómo somos los pobres"
El refrigerador, los ventiladores y la cocina parecen sacados de uno de los vertederos de basura aledaños al lugar, también los colchones y el único sillón que tienen en la "sala" del tráiler de latón.
"Hasta ahora no he sacado nada de la basura, me lo he conseguido por ahí pagando poco", cuenta Yoni, un hombre de 28 años de Cabañas (El Salvador) que da su apellido pidiendo que no se publique por temor a ser identificado.
"Es que yo no tengo papeles", aclara Yoni, agregando que tiene ocho años viviendo como indocumentado en el "Parqueadero Los Duros", uno de los muchos asentamientos de tráiler viejos que albergan a campesinos mayoritariamente de México y de Centroamérica, y que están esparcidos en el desierto del sureste de California, casi siempre, al lado de vertederos ilegales de basura urbana.
En los terrenos adyacentes a Thermal, Mecca y Oasis se han invertido millones de dólares en técnicas de riego en el desierto que ha hecho florecer la industria agrícola.
Allí trabaja gran parte de estos hombres y mujeres "indocumentados", que cobran y pagan por sus servicios básicos lo que les piden todos aquellos que saben muy bien que estos trabajadores no pueden reclamar nada en voz alta.
Por $7.50 dólares la hora, el salario mínimo en California, Yoni y su esposa mexicana, María, logran juntar "máximo $1,300 al mes, la mitad se va en la renta de la traila y luego intento enviar $50 ó $25 dólares a mi hermana y mi mamá en El Salvador", cuenta este hombre que espera ansioso la próxima "pisca de chile" (cosecha de pimientos).
Yoni es uno de los que paga una renta asombrosa por su espacio de latón, dividido en tres habitaciones a media luz y agua de dudosa procedencia: "$300 dólares cada 15 días".
Al menos Yoni se beneficia de que en su tráiler no se huele la peste del vertedero, como donde vive Tisha Olague y su pequeña hija Cristina, que al perderlo todo "por problemas personales" en Los Angeles, unos 200 kilómetros al noroeste de Coachella Valley, vive justo al frente de la basura.
Hallan sus tesoros en la basura
Yoni y Tisha tienen baño en sus tráilers, un lujo para los habitantes de la parte de atrás del "Parqueadero Desert View", donde pagan unos $250 dólares mensuales y comparten un baño común al lado de un basural y un modesto altar con una virgen mexicana al aire libre.
"No es la casa de mis sueños, pero es tranquilo y un buen lugar", dice Tisha mientras le grita a Cristina que no vuelva a tomar los juguetes viejos o partes de autos destrozados que tiene a la mano al cruzar la calle de tierra y sortear decenas de perros sucios.
"Gracias a Dios Jesse es estadounidense", apuntó en un momento Yoni sobre su hijo de cinco años que está yendo a la escuela pública de Coachella a aprender a leer y escribir. "Porque nosotros no sabemos".
Esta última declaración de Yoni se repite sin cesar entre los habitantes de los tráilers que se sirven de identificaciones falsas para ser empleados en los campos cultivados de chiles, limones, uvas y alcachofas, o como limpiadores en los impecables campos de golf que están en la otra faz del valle.
"No es la mejor casa del mundo, pero la podemos pagar y los niños tienen escuela cerca", añadió Diana, una campesina mexicana, indocumentada, que a sus 22 años tiene tres niños y una pareja que gana un poco más de la media porque fue contratado por un viñedo al norte de California, "donde trabaja 15 días seguido y se viene cuatro días con nosotros".
Mientras Diana muestra su tráiler en el "Parqueadero Desert View", de dos habitaciones y dos colchones en el piso con algunos muebles viejos en la sala-cocina, Gladia, su hija menor, trata de sacudirse de la carita las moscas que atrajo con una botella plástica que chupa tras su paseo por el vertedero al frente de su "casa".
Hay asentamientos con permisos oficiales y otros, que como algunos vertederos de basura en el medio de carreteras casi intransitadas, son "ilegales", según las agencias ambientales.
Gran parte del terreno pertenece a la reserva indígena Torres Martínez, de los indios Cahuilla, o a miembros de este grupo étnico americano, pero cualquier intento por conocer su reacción es en vano e incluso violento.
"¡Váyanse de aquí! ¿Quién les autorizó a pasar a esta propiedad? La prensa miente, ¡váyanse de aquí!", soltó un hombre de rasgos indígenas norteamericano enfurecido y que se negó a identificarse ante dos reporteras que hablaron con algunos de los 4 mil habitantes -estimación coincidente de los vecinos-, del Parqueadero Los Duros, el más grande "y extrañamente caro" de la zona.
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