domingo, 19 de febrero de 2012

Desde España

Casa Cristo Rey, Cooperadores Parroquiales, Pozuelo de Alarcón, Madrid

Madrid

El miércoles 15, Madrid me recibió con la mañana de un invierno muy frío, pero con cielo azul y sol radiante. También con la sonrisa del P. Enrique, Cooperador Parroquial de Cristo Rey (CPCR), con quien nos conocimos hace años en Salto y allí volvimos a vernos en una de sus visitas.
Enrique me condujo a la Casa Cristo Rey, en Pozuelo, muy cerca del aeropuerto, donde está su comunidad. Es una casa grande, preparada para retiros y encuentros. Allí estuvo alojada la delegación de Pastoral Juvenil del Uruguay que participó en la Jornada Mundial de la Juventud. Los jóvenes y los CPCR guardan gratos recuerdos de esos días.
Después del desayuno con la comunidad, pude descansar un poco antes que Nacho, un joven colaborador del P. Enrique, viniera a buscarme para llevarme hasta la Universidad San Pablo, donde el Padre es capellán en las facultades de Derecho y Ciencias Económicas. Celebramos allí la Misa en una pequeña capilla y compartí luego el almuerzo con Enrique y profesores de la Universidad que han participado en el proyecto misionero que el sacerdote ha impulsado.
El proyecto ha sido ambicioso: un grupo de 30 estudiantes y profesores, algunos en calidad de misioneros, otros como voluntarios, en períodos de un mes en las diócesis de Concordia y de Rosario (Argentina), donde los CPCR tienen comunidades, La misión tiene una doble faceta: el anuncio cristiano y la colaboración en el desarrollo (de ahí lo de misioneros y voluntarios). Pero quienes participaron han regresado profundamente marcados por la experiencia. Ha habido realmente un antes y un después. Lo comprobé todavía al día siguiente, cuando me entrevisté, por menos tiempo del que me habría gustado, con la decana de la Facultad de Humanidades (también experta en el castellano de los inmigrantes hispanos en los EE.UU.).
De todo este encuentro quedó planteada, de mi parte, la posibilidad de una misión en Melo. Habrá que hacer una propuesta más formal y conversar despacio.
Después de la breve entrevista con la Decana, el jueves continuó con la visita a la Casa de las Misioneras de la Doctrina Cristiana, de quienes tenemos una comunidad en Río Branco.
La Hna. Maru, coordinadora general, uruguaya, me recibe con mucho afecto. Conversamos horas sobre el Uruguay, la Iglesia, la Diócesis, la Congregación, las Hermanas de Río Branco... Compartí el almuerzo con la comunidad, apareció una guitarra y canté algunas canciones de Uruguay y luego me llevaron a la Estación para que tomara mi tren a Bilbao.

Bilbao
P. Manuel Guadilla y Hermanas Trinitarias
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Puntualmente, a las nueve de la noche, después de un cómodo viaje, llegué a la estación de Bilbao desde donde caminé al Hogar Sacerdotal donde vive el P. Manuel Guadilla. Lo encontré en la puerta. Había ido a esperarme a la estación, pero nos habíamos desencontrado. Cené con él y me fui a dormir.
Pasé todo el viernes en Bilbao. De mañana acompañé al P. Manuel a su misa como capellán de las Hermanas Trinitarias, que llevan adelante una residencia universitaria. Después de la Misa con quedamos conversando largamente con las hermanas y volvimos a almorzar al Hogar. En la tarde, una sobrina del P. Manuel y su esposa nos llevaron a recorrer Bilbao. Yo recordé que, más de 20 atrás, había pasado por la ciudad. Era imposible reconocerla, y con razón. Bilbao se había transformado. De ciudad industrial, permanentemente ensuciada por el polvo del carbón, se había transformado en una ciudad orientada hacia los servicios y había alcanzado un importante desarrollo turístico, algo impensable antes. La encontré tan limpia como una ciudad alemana, que ya es decir. Me mostraban los edificios de fines del S. XIX y comienzos del XX, de interesante construcción, todos espléndidos, y me decían: todo esto estuvo tapado por el carbón...
Con todo, España vive su crisis. Las altas cifras de desempleo, "el paro", como dicen los españoles, se repiten por todas partes. No hay trabajo. Muchos inmigrantes se vuelven. El gobierno anuncia recortes y medidas drásticas, al tiempo que trata de que la crisis no se haga catástrofe.
Me preguntan como está Uruguay, y casi da vergûenza decir que estamos bien... Al mismo tiempo, se me enciende una luz amarilla: ¿cuánto podrá durar?

Barcelona

Cornellá de Llobregat, Barcelona. P. Toni, P. Juan Masnou

El sábado 18 vuelo a Barcelona en una empresa de bajo costo. El P. Juan Masnou, un sacerdote que estuvo más de 30 años en Uruguay, en la Diócesis de Salto y en el Seminario Interdiocesano, me espera en el aeropuerto y me lleva a la parroquia San Ildefonso, en Cornellá de Llobregat, donde es vicario. Es mi tercera visita. Estuve por primera vez en enero de 2002, hace diez años. Luego, en octubre de 2004, al año de mi ordenación episcopal. Encuentro al P. Juan en sus 80, pero activo y fiel a todos sus rasgos: sus rezongos por la manera en que va el mundo y (en algunas cosas) la Iglesia, y su fidelidad a la meditación de la Palabra de Dios, que sigue haciendo de él un predicador que capta la atención de la gente y mueve los corazones. En San Ildefonso está también el P. Toni, el párroco, catalán con 32 años de cura, ya conocido de las dos anteriores visitas. Entre los dos atienden dos parroquias. La otra es Nuestra Señora del Pilar, a cinco minutos de camino a pie desde San Ildefonso.
En Nuestra Señora del Pilar celebré el sábado de noche. El Carnaval restó un poco de concurrencia, pero había un buen grupo de gente, más bien mayor.
En la mañana del domingo, al mediodía, celebré Misa en San Ildefonso, acompañado por el P. Toni. Estas parroquias están en barrios de inmigrantes, incluso de quienes llegaron de otros lugares de España. Aquí se celebra en castellano, cabe aclararlo, porque en Catalunya, naturalmente, se celebra en catalán. La iglesia está rebosante, el coro canta sencillos y conocidos cantos a capela, pero bien entonados (ensayan los martes). A la salida, me saluda la gente. Hay más jóvenes que anoche, o tal vez deba decir, simplemente, hay jóvenes. Una panameña, una colombiana de Bogotá, un matrimonio de Medellín, me hicieron presente que también la presencia de los emigrantes revitaliza aquí las comunidades.

De nuevo en Madrid

De tarde, Juan me arrima hasta el aeropuerto. En Madrid, de nuevo el P. Enrique y la casa Cristo Rey. Mañana me espera la salida a Milán, hacia el mediodía, y el comienzo de otra etapa, más larga, de este viaje.

+ Heriberto

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