Catedral de Santiago del Estero |
Foto satelital de La Banda |
Esa estrofa de una vieja chacarera santiagueña nos ubica en la geografía de la misión en la que están participando dos jóvenes de nuestra Diócesis, Julia y María, invitadas por las Hermanas de Santa Dorotea de Cemmo, que celebran de ese modo sus cincuenta años de presencia en América; presencia que comenzó precisamente en Santiago del Estero.
La estrofa nombra en primer lugar La Banda, una ciudad de cerca de cien mil habitantes, en la que se desarrollará la misión. Menciona el río Dulce, que separa esta ciudad de la capital provincial, Santiago del Estero, que queda "pa'l otro lao de La Banda".
Hasta allí, entonces, marcharon nuestras dos misioneras. Aquí, un extracto de una entrevista a una de ellas, María, del blog Colibrí Tumpa. (con edición de Dar y Comunicar).
María ¿Cuál es tu lugar de origen?
- El lugar donde nací está situado a 8 km de la ciudad de Melo. Se llama La Pedrera. Es una zona de la que se extraen piedras, balastro y demás, que sirven para el arreglo de las calles de la ciudad, además de servir como cimiento para la construcción. Los pobladores de esta zona son alrededor de 300. La mayoría de estos habitantes realizan trabajos relacionados con el campo: lecheros,esquiladores,oleros (hacen ladrillos,ticholos,etc). También hay obreros municipales,recicladores de basura, agricultores, etc. En la zona hay una escuela que pasó de ser rural a urbana. La misma cuenta desde hace más de 10 años con 7°, 8° y 9° grado, equivalentes al ciclo básico. La zona cuenta además con una policlínica que funciona en el centro comunal. Desde algunos años La Pedrera cuenta con agua potable y energía eléctrica. La gente es sencilla y humilde en su aspecto.
¿Cómo es tu familia?
- La familia en la que nací está compuesta por mis padres y tres hermanos. Papá se llama Ariel. Hace más de 30 años que trabaja de obrero municipal (trabaja en las máquinas quebradoras de piedras) en la misma zona y además tiene unas vaquitas que cuida mucho, al igual que a sus caballos de carrera. Mamá se llama Gladys. Es quien realiza toda la tarea de la casa, es quien ha dedicado mayor tiempo a nuestros cuidados y se dedica además a vender huevos y leche en La Pedrera. Paola, mi hermana, es baby-sitter y ahora está terminando sus estudios de magisterio. Es buena hermana y buena costurera. Pablo es el mayor hermano varón que está ayudando a mis padres en las actividades de casa además de ser vareador (entrenador de caballos de carrera, nota de DyC), albañil, etc. Daniel está cursando tercer año de ciclo básico.
¿Qué es lo que te acercó a la fe? ¿Cómo ha sido tu camino?
- En la comunidad San Pedro de La Pedrera, nuestra fe siempre fue acompañada por las Hermanas Doroteas, que aún siguen haciéndose presentes en la zona.
En lo personal, hice la primera comunión a los 9 años. A los 18 años la comunidad me pide el servicio de catequista y es aquí cuando con las hermanas Doroteas, el P. Eugenio, el Oficio Catequístico diocesano, comienzo una gran misión en la formación para la catequesis. Esta formación despierta en mí ser el deseo de vivir de manera más profunda el evangelio. De poder vivirlo en profundidad, creo que empezaba a encontrar al Resucitado y esto me hacía querer ir hacia otros para anunciarlo. Con la hermana Angélica (Dorotea) hicimos visitas misioneras en La Pedrera, La Micaela, Cañas. En estas visitas nos acompañaba un grupito de jóvenes y el P. Asdrùbal. Hubo un año que la hermana Angélica me invitó para realizar una misión en Santiago del Estero pero no quise ir porque me faltaba un año para culminar magisterio y si lo dejaba lastimaría a mis padres que se habían sacrificado tanto para que estudiara y terminara una carrera.
Pero luego la misión te llevó lejos, a Bolivia...
- Pasaron casi dos años cuando, acompañando con el grupito de jóvenes a la comunidad de Cañas, conocimos el E.M.I (Equipo Misionero Itinerante) integrado entre otros por el P. Nacho y Adelaida, una joven boliviana, quienes, luego de un vínculo que fuímos creando, me invitaron a ir a Bolivia como misionera. Ahí sí era tiempo de dejar el concurso para el que estudiaba e irme con ellos como misionera. Y, bueno: compartimos casi seis meses de nuestra vida en el Chaco boliviano, en la provincia de Santa Cruz de la Sierra. Ahí conocimos a muchas personas, muchas historias de vida...
¿Qué ha quedado de esa experiencia?
- De la misión en Bolivia permanece en mi corazón ese silencio y esa mirada profunda, serena. Permanecen esos gestos de fraternidad que recibimos. Esa vivencia comunitaria del pueblo hermano indígena en sus acciones diarias. Esa creencia en su Tumpa Dios, en ese respeto de pedir al dueño, que es parte de su ser, que siempre va y siempre está en todo y en todos. Permanece eso que ví, eso que sentí, eso que viví. Ellos viven evangélicamente aunque no se den cuenta. Permanecen muchos nombres, muchos amigos y su cariño. Permanece el amor a la Tierra, el amor a los hijos, el amor a Tumpa. En mi permanece el querer vivir la búsqueda de la Tierra sin mal.
Y ahora, ¿por dónde te lleva ese llamado misionero?
- Hace dos años que compartimos un servicio misionero en la Parroqia San Juan Bautista de Río Branco donde la comunidad, las hermanas Misioneras de la Doctrina Cristiana y el P. Nacho nos han acogido y nos han compartido su fraternidad evangélica. Ellos nos han hecho un envío misionero en tres comunidades: dos de la ciudad y uno en el campo.
Ahora han pasado tres años de nuestra misión por la Patria Grande y si Dios quiere partiremos hacía Santiago del Estero con Angélica (hna Dorotea) y Julia (joven laica de Fraile Muerto), para ser parte de muchas y muchos que compartirán los 50 años de la llegada de las Hermanas Doroteas de Cemmo a nuestra América Latina, donde ellas han dejado huellas de su preciosa presencia en tantas almas de varones y mujeres. La misión si Dios quiere comienza el 14 de julio y termina el 21.
¿Con qué "equipaje" vas para Santiago?
- Me llevo del envío misionero en Río Branco estas palabras:
"Te vamos a acompañar con la oración".
"Que te vaya bien".
"Cuéntales tus experiencias de aquí".
"Abre tu corazón y aprende de ellos".
Me llevo su fraternidad, el amor de cada persona que nos regaló su bendición. Me llevo el apoyo de corazón, el humano y también su apoyo económico.
Creo que el amor de Dios es con todos, por todos y para todos entonces me llevo a toda la comunidad como Buena Noticia.
Unas palabras finales...
- Me gustaría agradecer a Diosito por la vida, por la familia, por la misión, por las Hermanas y su carisma, al Equipo Misionero Itinerante, a Monseñor Heriberto porque de él surgió la idea de que fuéramos ir a Santiago del Estero con las compañeras, a la comunidad de Río Branco y al P. Nacho por su envío incondicional y a todos los que quieran estar con nosotras en la oración. ¡Gracias a todos!
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