sábado, 7 de julio de 2012

Visita de los fundadores de Fazenda da Esperança a Cerro Chato

Celebrantes: de derecha a izquierda, Fray Hans, Mons. Heriberto, P. Sergio
Nelson: segundo desde la izquierda.

A la derecha, adelante Fray Hans, detrás, Nelson
Los fundadores de la Fazenda da Esperança visitaron en estos días la Fazenda Quo Vadis, en Cerro Chato. El franciscano Fray Hans y el focolarino Nelson iniciaron en 1983 una experiencia, que cosa de Deus, creció como la pequeña semilla del grano de mostaza hasta que "se hizo un arbusto más alto que las hortalizas y vinieron los pájaros a anidar en sus ramas". La Fazenda se extiende hoy en once países.
Hace tres años, cuando se inauguró Quo Vadis en Cerro Chato, ésta era la comunidad Nº 65. Muchas más se abrieron en estos tres años, y el árbol sigue extendiendo sus ramas.
La visita de Fray Hans y de Nelson fue una enorme alegría para los jóvenes de Quo Vadis y sus familias, así como para los responsables.
Mons. Heriberto se hizo presente esta máñana para celebrar la Eucaristía, compartir el almuerzo y mantener una reunión con los fundadores y los responsables para, como suelen decir los focolarinos "hacer unidad".


"Yo levantaré de nuevo tu tapera"

La primera lectura de la Misa de hoy fue tomada del libro del profeta Amós (9, 11-15) y comienza así:
"Esto dice el Señor: Aquel día renovaré la casa de David convertida en ruinas, taparé sus brechas, levantaré sus muros y la reconstruiré como era en otros tiempos..."

A partir de esas palabras, Mons. Heriberto nos invitó en su homilía a contemplar esa casa "convertida en ruinas", como una tapera de nuestro campo, pensando que esa tapera puede ser mi propia vida, mi propia familia... ¡Cuántas cosas pueden estarla resquebrajando, destruyéndola! Pero la palabra de Amós es consoladora: Dios mismos viene en nuestra ayuda, Dios mismo quiere tapar las brechas, levantar las paredes caìdas, reconstruirla tal como era... ¡hacerla de nuevo!
Para eso - continuó el Obispo - necesitamos invocar a Dios, presentarle nuestra súplica, porque, como dice el Salmo: "Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha y lo libra de todas sus angustias"... pero ¿cómo podrá Dios escuchar, si no es invocado? ¿Cómo podrá reconstruir nuestro corazón herido si lo blindamos para Él? Esa es nuestra tarea: abrir el corazón, dejar a Dios hacer allí su obra, dejarnos sanar, perdonar, limpiar por Él!

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