martes, 13 de marzo de 2018

8 de marzo: Pensando en los acontecimientos de estos días. Una reflexión a la distancia.


Mons. Milton Tróccoli, obispo auxiliar de Montevideo, ha escrito esta reflexión a propósito de algunas cosas que se dieron durante la marcha del 8 de marzo en Montevideo.

Recuerdo que hace unos años me encontré con una persona adulta que, en su juventud, había tenido una mala experiencia con un sacerdote.
Ya habían pasado muchos años de aquel hecho, y el sacerdote, (desconocido para mí), había fallecido. El relato por supuesto me causó mucho dolor. Conmovido, lo que atiné a decirle fue que le pedía perdón en nombre de este sacerdote y de la Iglesia. Me respondió que no creía en el perdón. Y agregó: “pero como sé que para ustedes el perdón es importante, se lo doy”. Y me estrechó la mano.
Muchas veces ha venido a mi mente y a mi oración esta persona.
Hoy mirando lo sucedido con la Iglesia del Cordón, y con un poco de distancia (estoy en Bogotá), viendo las repercusiones en las redes sociales, me viene una pregunta: ¿desde dónde queremos responder?
¿Desde el lugar del enojo, de la rabia, de la indignación, (aún justificadas), o desde el lugar de la magnanimidad, del perdón gratuito, y del amor fraterno?.
Nos sentimos desorientados, insultados, y nos parece injusto.
Pero seguimos a un Crucificado, venimos de una familia de mártires que han dado su vida por el Evangelio, devolviendo bien por mal. Cada día buscamos el perdón, y queremos ser mensajeros de reconciliación. 
En una marcha donde hubo reivindicaciones de muy distinto calibre, pero con un sentimiento predominante de buscar la equidad y denunciar la violencia contra la mujer, un grupo de personas, de modo premeditado, (portando capuchas), atentó contra la fachada de una iglesia histórica. También se promovieron por las redes sociales, y se entonaron, cantos ofensivos contra la Iglesia y sus responsables.
Nada de esto es para aplaudir. Han sido hechos desafortunados, que no por ello opacan la importancia social y ciudadana que ha tenido esta marcha en nuestro país, y otros países del mundo.
Creo que como Iglesia no podemos responder desde el lugar de la rabia, de la bronca, del victimismo, o devolviendo más ira. Tenemos que situarnos en otro lugar. El del perdón, de la esperanza, del respeto y la defensa de toda vida humana, y el de ver esto como una oportunidad para dar testimonio del Evangelio.
El domingo pasado, en otra parroquia de Montevideo, entró durante la misa un hombre armado, persiguiendo a una mujer para robarle. Gracias a Dios el arma se trabó y los tiros no salieron, pero podía haber sido un desastre.
Hoy fue asesinada una mujer embarazada.
Estamos en una sociedad que recurre con más frecuencia a la violencia, y hay quienes la están sufriendo duramente. Creo que este es el foco de atención.
La cantidad de mujeres asesinadas por parejas o ex parejas, de homicidios y atentados contra la vida que son conocidos cada día, nos deben poner en otra sintonía.
Pienso que, como Iglesia, sin dejar de ser claros y dialogantes, tenemos que apostar a ser fermento de una cultura diferente. Y mostrar un estilo que tenga sabor a evangelio.
Considero que hay un camino largo que tenemos que recorrer. El de un compromiso firme por hacer más humana, más digna y respetada, la vida de quienes habitamos en este querido Uruguay.
Milton Troccoli

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