viernes, 19 de febrero de 2021

Tiempo de Cuaresma: creer, esperar y amar. Domingo I de Cuaresma.

Cuarentena


La palabra cuarentena, tan presente hoy en nuestras vidas, nació hace siglos, cuando en Europa, en tiempos de la peste negra, se obligaba a los viajeros que llegaban en barco a permanecer en la nave por cuarenta días sin bajar a tierra hasta que hubiera seguridad de que no traían la enfermedad. Hoy, cuarentena conservó el significado de confinamiento, pero el tiempo que hay que guardar varía de acuerdo con la enfermedad. En el caso de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud aconseja aislarse por 14 días.

Cuaresma


La palabra Cuaresma viene del latín Quadragesima, que significa cuadragésimo día. Es un período de cuarenta días que se inicia el Miércoles de Ceniza y concluye el sábado de Semana Santa. Para llegar a esa fecha tenemos que recordar que los domingos no se incluyen en esos cuarenta días.

La Cuaresma se define como un tiempo de penitencia. No se trata de “ponernos en penitencia”, como solía hacerse -o se hace todavía- para corregirnos cuando hacíamos algo malo. La Penitencia cuaresmal es más bien un tiempo de profundización en la fe. Así lo presenta el Papa Francisco en su mensaje de este año: “Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”.

Renovar la Fe


La fe, dice Francisco, nos llama “a recibir la verdad y a ser testigos ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas”. Recibir la Verdad es recibir a Cristo, permitirle poner su casa en nosotros. Recibir la verdad “significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios” que nos presenta a Cristo, “Camino -exigente pero abierto a todos- que lleva a la plenitud de la Vida”.

El ayuno cuaresmal nos ayuda a renovar la fe, sigue diciendo el Papa: La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones —verdaderas o falsas— y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.

Renovar la Esperanza


No es tan difícil privarnos momentáneamente de algunos alimentos. En cambio, el agua es la primera necesidad para quien tiene que caminar por un tiempo prolongado; más aún si tiene que atravesar un desierto. El Evangelio de hoy comienza diciéndonos:
El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. (Marcos 1,12-15).
El lugar y la cifra del tiempo evocan la travesía del Pueblo de Dios por el desierto durante cuarenta años. El desierto fue para el Pueblo lugar de tentación, donde por momentos perdía la esperanza y la confianza en Dios:
… el pueblo, torturado por la sed, siguió murmurando contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacerme morir de sed, a mí, a mis hijos y a mis ganados?» (Éxodo 17,3)

En su mensaje, Francisco compara la esperanza con el “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino.
En el diálogo de Jesús con la Samaritana (Juan 4,10) Jesús le ofrece el agua viva. “Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda”, explica el Papa y, más adelante, agrega:
“En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios…”
“Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1-6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15)”.

Renovar la Caridad


La expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza es “la caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona”.

“La caridad -dice Francisco- se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad… La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. (…) Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Tiempo de creer, esperar, amar


De esta forma concluye Francisco su mensaje de Cuaresma:
Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.
Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.

* * *


Amigas y amigos:
La pandemia que sigue afectando nuestras vidas nos encuentra, un año después, tal vez cansados o desanimados, pero no desprevenidos, como en marzo de 2020.
Muchas actividades de la vida se fueron retomando, adaptándose a las circunstancias.
Para muchos cristianos, la fe siguió presente, pero decreció la participación en la comunidad.
La fe cristiana pide ser vivida en comunidad, en relación con hermanos y hermanas.
Animémonos a volver a las celebraciones en nuestras parroquias y capillas. Retomemos las actividades de la comunidad, aunque sea con menos frecuencia o en grupos más pequeños.
Hay pequeñas comunidades, diferentes grupos y servicios eclesiales que han mantenido reuniones periódicas a través de las diferentes aplicaciones o plataformas que permiten verse, dialogar, interactuar.
Presencialmente, en la medida que podamos, virtualmente, pero en forma interactiva, busquemos la manera de vivir como Pueblo de Dios que cree, ama y espera.
Gracias por su atención. Que el Señor los bendiga y hasta la próxima semana si Dios quiere.

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