viernes, 31 de marzo de 2023

Domingo de Ramos: “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 21,1-11)

Amigas y amigos: la semana pasada pude visitar, aquí en Uruguay, una plantación de olivos, propiedad de una familia amiga. Eso me hizo pensar que en el programa de este domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, podíamos referirnos a estos árboles que nos recuerdan la entrada de Jesús en Jerusalén desde el Huerto de los Olivos y la oración de Jesús en el mismo huerto la noche del Jueves al Viernes Santo. Pero también, a mitad de esta semana tenemos la Misa Crismal, donde el aceite de oliva es un elemento indispensable. 

El olivo es un árbol que encontramos en la cuenca del mar Mediterráneo, mar que también baña las costas del país de Jesús. Existe una clase de olivo silvestre, que en nuestra lengua es conocido como acebuche. Cuando hablamos de olivo, hablamos del  árbol cultivado, cultivo que existe desde hace miles de años. Si pensamos en el olivo como símbolo, podemos fijarnos primero en su apariencia relativamente modesta, al lado de otros árboles más frondosos. Sin embargo, este árbol de aspecto humilde produce 

“el aceite con que se honra a Dios y a los hombres” (cf. Jueces 9,8-15) 

como dice el libro de los Jueces. Su hoja perenne es también signo de permanencia. Humildad, calidad y fidelidad son valores que el olivo hace presente.

En la Biblia encontramos numerosas referencias al olivo; la primera en el libro del Génesis. Después del diluvio, Noé, desde el arca, todavía en medio de las aguas, envía pájaros para ver si hay algún signo de tierra emergida. Una paloma volvió con una rama de olivo en el pico (Génesis 8,11). En ese signo se manifiesta la generosidad de Dios, que ofrece a la humanidad un nuevo comienzo, dándole su paz y bendición. Inspirándose en ese pasaje bíblico, Pablo Picasso hizo su famoso dibujo de la Paloma de la Paz.

Domingo de Ramos

En este domingo de Ramos, leemos en el Evangelio de san Mateo:

Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada, junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver enseguida». (Mateo 21,1-11)

A continuación, Mateo señala que eso que va a hacer Jesús es el cumplimiento de una profecía de Zacarías (9,9).

El comienzo de este pasaje nos ubica en el monte de los Olivos. Desde allí se inicia la entrada de Jesús en Jerusalén. Mateo sigue contando:

Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos y Jesús montó sobre él. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con ellas. (Mateo 21,1-11)

Si estamos en el monte de los Olivos, esos son los árboles de donde la gente toma las ramas. Cuando celebramos domingo de Ramos, alguna gente trae también hojas de palmera. Eso viene del evangelio de Juan, que dice:

Y, tomando hojas de palmera, salieron a su encuentro y lo aclamaban diciendo: 
«¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel!». (Juan 12,13)

El gesto de llevar esas ramas y agitarlas al paso de Jesús es equivalente a los carteles y pasacalles de nuestro tiempo cuando se recibe a un visitante ilustre; pero el significado más hondo de ese gesto lo da lo que la gente canta:

«¡Hosanna al Hijo de David!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosanna en las alturas!». (Mateo 21,1-11)

Es el reconocimiento de Jesús como Mesías. El problema es qué significa eso. Muchos judíos esperaban un Mesías guerrero, que se pondría al frente de su pueblo en la lucha por la liberación. Sin embargo, Jesús da un signo que va en dirección contraria, al hacer su entrada

humilde y montado sobre un asna, sobre la cría de un animal de carga (Mateo 21,1-11)

Es decir, no como un guerrero, que entraría a caballo, sino como quien trae la paz… 

Para la gente que toma en sus manos la rama de olivo ¿tiene el mismo significado de paz que la rama en el pico de la paloma? No solo hay que aclamar a Jesús como el “bendito que viene en el nombre del Señor” sino que hay que escuchar su Palabra y recibir su mensaje de paz.

Misa Crismal

Dejemos el domingo de Ramos y vayamos a la Misa crismal. Decíamos que allí son bendecidos los óleos de los catecúmenos y de la unción de los enfermos y se consagra el santo crisma. Los catecúmenos son adultos que se preparan para recibir los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación y eucaristía. 

La iniciación cristiana tiene su lugar natural en la Vigilia Pascual, el sábado de gloria. Quienes se preparan a este sacramento son ungidos, en el momento indicado, antes de Semana Santa, con el óleo de los catecúmenos. Esa unción se asemeja a la que recibían los atletas como preparación para su esfuerzo físico. 

Aquí se trata, por supuesto, de su fortalecimiento espiritual para avanzar en su conocimiento del evangelio y en su compromiso cristiano, en camino hacia el bautismo.

El óleo de los enfermos se utiliza en la santa unción, sacramento que ofrece fortaleza y esperanza a quienes están afectados por la enfermedad o están caminando el último tramo de su vida.

El santo crisma, como decíamos, no se bendice, simplemente, sino que se consagra, con una oración más larga, que reza el obispo, acompañado en parte de ella por los sacerdotes. 

El Crisma se utiliza en el bautismo. Después del rito del agua, rito esencial del bautismo, se unge con el Crisma la cabeza del bautizado.

En la Confirmación, la unción con el santo crisma en la frente de los confirmandos es el rito fundamental. Esta unción es acompañada por las palabras “recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.

Finalmente, el Santo Crisma tiene también su parte en el sacramento del Orden. En la ordenación de un presbítero, se ungen con él las manos del nuevo sacerdote. En la ordenación episcopal, se unge la cabeza del nuevo obispo.

La Misa Crismal es una celebración única en cada diócesis. Los óleos se utilizan a lo largo de todo el año, hasta la siguiente Semana Santa.

La oración en el Huerto

Pasamos ahora a la noche del jueves santo, que nos lleva de nuevo al Monte de los Olivos, donde Jesús va a rezar después de la última cena. Eso lo escuchamos el mismo domingo de Ramos, en la lectura de la Pasión de Jesús:

Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. (Mateo 26,30)

Dentro del monte hay un lugar llamado Getsemaní.
Allí Jesús pide a sus discípulos que permanezcan en un determinado lugar, mientras él va a orar.
Sabemos que los discípulos son vencidos por el sueño, mientras que Jesús culmina su oración diciendo:

«Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad.» (Mateo 26,42)

Amigas y amigos, dispongámonos a acompañar a Jesús en esta Semana Santa, contemplando con amor al que fue traspasado por nuestros pecados. Que su pasión y su cruz no nos dejen indiferentes, sino que nos muevan a la conversión para llegar con Él a la gloria de la Resurrección.

Recemos también por quienes celebren su iniciación cristiana en esta Vigilia Pascual.

  • A los fieles de la Diócesis de Canelones, los invito a participar en la Misa Crismal el miércoles Santo, 5 de abril, a las 10:00 de la mañana, en nuestra Catedral.
  • El viernes santo, no olvidemos la colecta para Tierra Santa. Con ella ayudamos a sostener no solo los lugares sagrados, las piedras de la memoria, sino, sobre todo, las piedras vivas de la Iglesia, es decir, las comunidades cristianas en Israel, Palestina, Jordania, Chipre, Líbano, Egipto, Etiopía, Eritrea, Irán, Iraq y este año, particularmente, Siria y Turquía, afectados por el terremoto de principios de febrero de este año. Seamos solidarios y generosos con nuestros hermanos cristianos de oriente.

Que a todos ustedes los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amén.

 

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