jueves, 6 de abril de 2023

“… si hemos muerto con Cristo (…) viviremos con Él” (Romanos 6,3-11). Vigilia Pascual.

Como todos sabemos, la Semana Santa no tiene una fecha fija, porque se marca de acuerdo al calendario lunar. Por eso a veces ocurre a fines de marzo o, como este año, en el mes de abril.

Por otra parte, el calendario por el que hoy medimos el tiempo, el que cada día nos señala la fecha, ha ido sufriendo varias reformas y ajustes a lo largo del tiempo, inclusive suprimiendo algunos días.

¿En qué fecha resucitó Jesús? Curiosamente, esta Pascua de 2023 coincide con uno de los cálculos que se hace de la fecha de la Pascua de Cristo. La resurrección habría ocurrido el domingo 9 de abril del año 30.

Los evangelios nos dicen que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos “el primer día de la semana”. A pesar de lo que alguno pensaría hoy, ese día no es el lunes, sino el día siguiente al sábado, séptimo día de la semana. En memoria de la resurrección de Cristo, el primer día de la semana comenzó a ser llamado por los cristianos “el día del Señor”: en griego Kyriaké heméra; en latín Dies Domini. Así lo menciona el libro del Apocalipsis:

El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu… (Apocalipsis 1,10)

Dentro de todos los domingos del año, el Domingo de Pascua es el principal; es “el Domingo de los Domingos”, la celebración del acontecimiento que está en el centro de la fe cristiana: la resurrección de Cristo.

Otro detalle, que tiene su importancia: ¿cuándo comienza el día? Para el calendario civil, a las cero horas, cero minutos: es decir, cuando se completan las 24 horas del día anterior, comienza el día siguiente.

Otra referencia importante es la salida y la puesta del sol. Para los israelitas, el día comenzaba a la caída del sol. La noche, entonces, ya era parte del nuevo día.

Los cristianos continuaron esa manera de interpretar el tiempo y así se fueron ubicando las vigilias para algunas celebraciones muy especiales.

Vigilia, dice el diccionario, es el estado de quien se halla despierto o en vela. Estar despierto es lo normal durante el día; por eso se habla de vigilia más bien en relación con la noche: permanecer despierto, velando, mientras los demás descansan. De vigilia tenemos la palabra vigilante, que no solo está despierto, sino que está atento a lo que sucede. También hablamos de velar o estar en vela para expresar la preocupación y el cuidado por alguien que, por ejemplo, está enfermo y necesita de otro que esté despierto y cuide que todo marche bien. Velar a los difuntos es mantenernos despiertos dándonos un tiempo para el duelo, los recuerdos y la oración por quien ha partido.

Son muchas las palabras de Cristo que nos hablan de velar, de estar en vigilia… tantas, que el poeta Antonio Machado le decía a Jesús: “todas tus palabras fueron una palabra: ¡velad!”, o como diríamos nosotros “velen”, estén despiertos, manténgase en vela. Para el poeta, ese mandato de Jesús resume todo el Evangelio.

Pues bien, la noche del sábado al domingo es la noche de la vigilia Pascual. Una extensa celebración en la que se bendice el fuego y el agua, se escuchan lecturas que resumen la obra salvadora de Dios, se cantan salmos y cantos propios de esta fiesta, los catecúmenos reciben los sacramentos de la iniciación cristiana y la comunidad renueva sus promesas bautismales. Todo apunta al bautismo como participación de la muerte y resurrección de Cristo.

En la vigilia pascual, después de las lecturas del Antiguo Testamento y antes del Evangelio, se lee un pasaje de la carta de san Pablo a los Romanos, que explica el sentido del bautismo:

¿No saben ustedes que todos los que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos hemos sumergido en su muerte? Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva. (Romanos 6,3-11)

San Pablo está recordando a los cristianos de Roma la celebración del Bautismo por la que pasaron todos ellos. Habla de haber sido “sumergidos” en la muerte de Cristo, porque el bautismo se hacía, precisamente, sumergiéndose totalmente, hasta que el cuerpo quedaba, por un instante, como sepultado bajo el agua. Eso de ser sumergidos en la muerte de Cristo, significaba morir a la vida anterior, morir al “hombre viejo”. El ”hombre viejo” significa para Pablo la persona dominada por el pecado. En la carta a los Gálatas, Pablo describe esa situación, que él llama “las obras de la carne”:

“… fornicación, impureza y libertinaje, idolatría y superstición, enemistades y peleas, rivalidades y violencias, ambiciones y discordias, sectarismos, disensiones y envidias, ebriedades y orgías, y todos los excesos de esta naturaleza.” (Gálatas 5,19-21)

La Vigilia Pascual es, para todo cristiano, el momento de recordar y reasumir las promesas bautismales, que comienzan con la renuncia al pecado, a Satanás y a todas sus obras y seducciones.

Pero no se trata solo de morir al hombre viejo: la salida del agua es un nuevo nacimiento, el inicio de una vida nueva en Cristo. Sigue diciendo Pablo a los Romanos:

Porque si nos hemos identificado con Cristo por una muerte semejante a la suya, también nos identificaremos con él en la resurrección. Comprendámoslo: nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, para que fuera destruido este cuerpo de pecado, y así dejáramos de ser esclavos del pecado (…) si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él. (Romanos 6,3-11)

La vida nueva en Cristo no es solamente dejar el pecado, “las obras de la carne”, que ya es algo bueno; la vida nueva en Cristo hace posible lo que Pablo llama “los frutos del espíritu”, que son:

amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia. (Gálatas 5,22-23)

Ahora bien, no dejamos de darnos cuenta de que, en nuestra vida, la realidad del pecado sigue presente. Muchas veces nos encontramos actuando en forma egoísta y mezquina, nos encerramos en rencores, sentimos deseos de venganza, lastimamos a los demás con palabras hirientes, los dañamos con nuestras mentiras… en fin, nos vemos ante nuestra fragilidad humana. Por eso es necesario velar, vigilar, estar atentos a la voz de Jesús en nuestro corazón.

La Pascua nos introduce en una dinámica de conversión, de conversión permanente, que nos da la fuerza para levantarnos después de cada caída y recomenzar. No se trata solamente de nuestra voluntad, de nuestro esfuerzo: se trata, ante todo, de dejar que la Gracia, el amor de Dios que recibimos en los sacramentos, actúe en nosotros, renovándonos por dentro. La Semana Santa es un tiempo especial de Gracia para que, inmersos en el misterio del amor de Jesús y de su entrega en la cruz, pongamos nuestra alma en sus manos.

Pbro. Luis Díaz Castang (Q. E. P. D.)

El jueves anterior a Semana Santa, a los 73 años de edad, nos dejó el P. Luis Díaz Castang, párroco de Atlántida. Había sido ordenado sacerdote por Mons. Nuti, el 14 de agosto de 1977, en la Iglesia Cristo Obrero y Nuestra Señora de Lourdes, de Estación Atlántida. Que pueda gozar de la presencia del Señor quien lo sirvió fielmente en la tierra.

Consagración en el Orden de las Vírgenes

El próximo domingo, 16 de abril, segundo de pascua o de la misericordia divina, Sandra De Filippis y Silvia Lago serán consagradas en el Orden de las Vírgenes. El Orden es una de las primeras formas de vida consagrada femenina en la Iglesia, por medio de la cual las mujeres, sin abandonar sus hogares, se entregaban totalmente a Jesucristo y a la misión evangelizadora. Fue restablecido a partir de una disposición del Concilio Vaticano II. Invitamos a participar de esta celebración el domingo 16, a las 17 horas, en la Catedral de Canelones.

Amigas y amigos, ¡muy feliz Pascua de Resurrección! Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

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