jueves, 15 de febrero de 2024

“Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían” (Marcos 1,12-15). 1er. Domingo de Cuaresma.

El miércoles pasado, miércoles de ceniza, comenzamos el tiempo de Cuaresma, todavía en el calor del verano y al ritmo del carnaval.

En el primer domingo de Cuaresma de cada año escuchamos el relato de las tentaciones de Jesús. Tanto Mateo como Lucas nos presentan un relato completo, con las tres grandes tentaciones que Satanás le presenta a Jesús.
En cambio, Marcos, al que leemos hoy, es sumamente sobrio:
El Espíritu llevó a Jesús al desierto, donde estuvo cuarenta días y fue tentado por Satanás. (Marcos 1, 12-15)
Y eso es todo. Lo demás, lo conocemos por los otros evangelios. Pero Marcos agrega un detalle un poco extraño, que a veces pasamos por alto. Dice el evangelista, refiriéndose a Jesús:
“Vivía entre las fieras, y los ángeles lo servían.” (Marcos 1, 12-15)
Fieras y ángeles. Una extraña combinación. Veamos primero lo de los ángeles.
En el relato de las tentaciones que nos traen Mateo y Lucas, el demonio lleva a Jesús a lo alto del templo y le dice “Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo” y, le cita palabras de la Escritura.
«… porque está escrito: "Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra"» (Mateo 4,6 cf. Lucas 4,10-11 citando el salmo 91,12)
Como vemos, el tentador le asegura a Jesús que Dios dispondrá de los ángeles para ayudarlo.
Recordamos la respuesta del Maestro:
«También está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"» (Mateo 4,7 cf. Lucas 4,12)
Al final del relato de las tentaciones, Mateo dice algo que nos ayuda a entender lo que tan escuetamente dice Marcos:
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo. (Mateo 4,11)
Lo que el demonio utilizó como instrumento para su intento de engaño, se hace realidad. Los ángeles sirven al hijo de Dios, después de su triunfo sobre Satanás.

Pero Lucas le da otro giro a la historia. Al terminar el relato de las tentaciones, Lucas dice:
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno. (Lucas 4,13)
En otras palabras: “continuará”, como decían las entregas de contenido por episodios. El momento oportuno será el de la oración del Huerto. Allí Jesús enfrenta la última tentación y vence reafirmando su decisión de hacer la voluntad del Padre. Terminada esa lucha interior, nos dice Lucas:
Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba. (Lucas 22,43)
Ángeles y demonios, buenos y malos espíritus, nos hablan de un mundo espiritual, invisible, de fuerzas que se enfrentan dentro de nosotros. Los demonios, en su desesperación destructora. Los ángeles, al servicio de la obra creadora del Padre, sosteniéndonos y confortándonos. Estos pasajes del evangelio, relacionados con las tentaciones de Jesús nos invitan a tomar en serio ese mundo, sin horrorizarnos ni exaltarnos. Simplemente, tomarlo en serio, aprendiendo a contar con la ayuda de los espíritus amigos que tantas veces mencionamos e invocamos en las oraciones y en la liturgia.

¿Qué pasa con las fieras? Cuando decimos fieras, no hablamos de cualquier animal. Hablamos de animales que son para nosotros una amenaza. En la Divina Comedia el poeta Dante representa tres grandes tentaciones que se le presentan en mitad del camino de la vida, bajo la forma de tres fieras: la pantera, el león y la loba. El hombre no vive entre las fieras: allí no podría sobrevivir. Entonces, ¿Qué quiere decir que Jesús “vivía entre las fieras”?

Algo nos sugiere la primera lectura, del libro del Génesis. Allí se presenta la alianza de Dios con Noé, el hombre que construyó el arca en la que se salvó del diluvio no solo la familia humana, sino también el mundo de los animales, entre los que se menciona “los pájaros, el ganado y las fieras salvajes”. Dice Dios:
«Yo establezco mi alianza con ustedes, con sus descendientes, y con todos los seres vivientes que están con ustedes: con los pájaros, el ganado y las fieras salvajes; con todos los animales que salieron del arca, en una palabra, con todos los seres vivientes que hay en la tierra. » (Génesis 9,8-15)
Jesús, viviendo entre las fieras, significa la plena reconciliación de la creación en Dios. 
Es una imagen que anticipa el fin de los tiempos, donde el Mesías establecerá la paz, como anuncia el profeta Isaías:
El lobo habitará con el cordero y el leopardo se recostará junto al cabrito; el ternero y el cachorro de león pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá (Isaías 12,6)
La alianza de Dios con Noé y con la creación no establece todavía ese orden definitivo. Las fieras seguirán siendo fieras; es Dios quien se compromete a no destruir lo que ha creado.
Jesús, viviendo entre las fieras y servido por los ángeles, es la imagen de la humanidad reconciliada con Dios y con la creación.

Habiendo vencido al tentador y habiendo experimentado el consuelo de la presencia de los ángeles y del amansamiento de las fieras, Jesús vuelve, fortalecido, a su misión:
Después que Juan Bautista fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia.»  (Marcos 1, 12-15)
“Conviértanse” es la palabra que resuena especialmente para nosotros en este tiempo de Cuaresma. Para la conversión, nos ayuda examinar nuestra conciencia de forma que podamos ver lo que está mal en nuestra vida, lo que tenemos que esforzarnos en cambiar; pero, junto a eso, y más todavía, nos anima la cercanía de Dios, la Buena Noticia de su Reino, de su presencia.

Contemplando a Jesús al final de esos cuarenta días de desierto, miramos hacia el final de nuestro propio camino de Cuaresma, esperando unirnos a su pasión y resurrección, es decir, a su Pascua.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Buen camino de Cuaresma y que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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