Pensando en esta fecha, he intentado hacer una relectura de una tradición católica que tiene claras raíces bíblicas: las siete obras de misericordia corporales (hay otras siete, espirituales, pero aquí interesan las primeras, una en particular).
Quien lea el listado de las obras de misericordia corporales reconocerá el trasfondo del capítulo 25 de san Mateo, donde Jesús recibe a quienes ayudaron con misericordia a los hermanos y hermanas pobres y necesitados, con quienes Jesús se identifica.
Esa lista incluye alimentar al hambriento, dar agua al sediento, alojar al forastero, vestir al desnudo, así como visitar a los enfermos y a los presos. A quienes cumplieron esas acciones, Jesús les dice: “a mí me lo hicieron”.
A esas seis obras se agrega una que no menciona el texto de Mateo: dar sepultura a los muertos. Su fundamento bíblico lo encontramos en el libro de Tobías. Allí se nos cuenta de un hombre llamado Tobit que, exiliado en Babilonia, arriesgaba su vida por enterrar a sus compatriotas asesinados, cuyos cuerpos habían sido abandonados en la calle. En los evangelios vemos la preocupación de muchos por dar a Jesús digna sepultura, aunque sin saber que pronto esa tumba quedaría vacía.
Sepultar a los muertos es, como mínimo, un gesto de respeto hacia los restos de las personas que nos fueron queridas. Permite mantener su memoria en una forma pública y visible. Hace parte del duelo por la pérdida y es, muchas veces, una forma de consuelo.
Por eso es un derecho reconocido y reclamado en el texto bíblico y también, en un marco cultural diferente, en los poemas homéricos.
Hay cuerpos que no han sido propiamente sepultados, sino escondidos. Por eso, sigue vigente la pregunta que nos convoca hoy: “¿dónde están?”. Una pregunta que no se hace grito, sino silencio: un silencio que espera respuesta.
Saludo a los participantes de la celebración ecuménica de este día y me uno a sus oraciones. Que el Señor los bendiga.
+ Heriberto Bodeant, obispo de Canelones.
20 de Mayo de 2024
Nota. El 20 de mayo de 1976 fueron secuestrados y asesinados en Buenos Aires cuatro uruguayos: los legisladores Héctor Gutiérrez Ruiz y Zelmar Michelini y los militantes políticos Rosario Barredo y William Whitelaw. Desde hace años se realiza cada 20 de mayo una Marcha del Silencio, reclamando la aparición de los restos de personas que fueron detenidas y desaparecidas durante la dictadura en Uruguay (1973-1984) así como la actuación de la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario