viernes, 10 de mayo de 2024

“Anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Marcos 16,15-20). Ascensión del Señor.

Quiero comenzar con un saludo a todas las mamás, en su día. Felicitaciones para ellas y los invito a que también elevemos nuestras oraciones por las madres que están con nosotros y las que ya no están en la tierra, pero que seguimos llevando en nuestro corazón.

Celebramos hoy la Ascensión del Señor, con la cual el tiempo pascual va acercándose a su fin, que será con la solemnidad de Pentecostés, el próximo domingo. 

En este día, se celebra también la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Para este día el Papa Francisco ha entregado un mensaje titulado “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón para una comunicación plenamente humana”. Una necesaria reflexión que nos recuerda que aunque las máquinas tienen “una capacidad inconmensurablemente mayor que los humanos para almacenar datos y correlacionarlos entre sí”, “corresponde al hombre, y sólo a él, descifrar su significado”, es decir, su sentido; en última instancia, solo el ser humano puede encontrar el sentido de su vida.

Sobre ese sentido, de alguna manera, nos ilumina esta solemnidad de la ascensión del Señor. El prefacio de esta Misa nos recuerda que Jesús ascendió a lo más alto del cielo, no para apartarse de la pequeñez de nuestra condición humana, sino para que lo sigamos confiadamente, como miembros suyos, al lugar donde nos precedió Él. La ascensión, pues, nos recuerda nuestro fin último: entrar a la vida de Dios. Ese peregrinar hacia la Casa del Padre es lo que da sentido a nuestra vida.

En este domingo nos reencontramos con el evangelio según san Marcos, después de algunos domingos con el evangelio de Juan.

El pasaje que leemos hoy es el final de este evangelio. Comienza la con aparición de Jesús resucitado a sus discípulos. Marcos es muy sobrio en sus relatos de las apariciones de Jesús. Aquí simplemente dice que Jesús “se apareció”: se hizo presente, de forma visible.

Lo que Marcos quiere destacar es lo que Jesús dice a sus discípulos. Ellos serán, a partir de ese momento, quienes continuarán la misión de Jesús en la Tierra. Les dice el Maestro:

Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. (Marcos 16,15-20)

Vayan por todo el mundo. Es el envío misionero, que hace de los discípulos “apóstoles”. “Apóstol” significa “enviado”. Este mandato de Jesús, desde entonces, ha movido el corazón de hombres y mujeres que han asumido la misión de llevar el Evangelio a quienes no lo han recibido, o no lo han recibido adecuadamente. Hay misioneros de Uruguay en otros continentes; hay misioneros de otros continentes en el Uruguay. Todos ellos han respondido al llamado de Jesús: “vayan por todo el mundo”.

Anuncien la Buena Noticia. Buena noticia es la expresión con la que podemos traducir la palabra evangelio. Anunciar el evangelio es lo que llamamos “evangelizar”. San Pablo VI, en su exhortación “Evangelii Nuntiandi”, nos dice:

“Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar…” (Evangelii Nuntiandi, 14)

Anuncien la Buena Noticia a toda la creación. Ciertamente, solo el ser humano, dotado de razón y corazón, puede recibir en plenitud el anuncio del Evangelio. Pero el Evangelio toca a toda la creación, en la medida en que llama al hombre a un profundo cambio, que incluye no solo reordenar su relación con Dios, con los demás y consigo mismo, sino también con el conjunto de la Creación, asumiendo el cuidado de la Casa Común. Como dice el papa Francisco en su carta Laudato Si’, a los hombres de nuestro tiempo…

... les hace falta una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea. Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa; no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana. (Laudato Si', 217)

El que crea y se bautice se salvará. Se trata de creer en Jesucristo. Una fe que se vive a partir del renovado encuentro con Él, en la Palabra, en los Sacramentos, en la comunidad, en el pobre con que el mismo Jesús se identifica. El bautismo es puerta de la salvación: unión con Jesucristo muerto y resucitado, compromiso de seguir sus pasos a lo largo de toda la vida.

El que no crea, se condenará. El Concilio Vaticano II señaló el ateísmo como “uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo”, llamándonos a los creyentes a una seria reflexión y conversión, en la medida que esa negación de Dios, que puede tener distintas formas, puede ser en parte generada por los creyentes...

... en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión. (Gaudium et Spes, 19)

Por eso, las palabras de Jesús antes de subir a los cielos, vuelven a ponernos ante la misión, que continúa plenamente vigente. Nos llama a vivir “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”, como dice el Papa Francisco:

Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción» (Evangelii Gaudium, 14).

Venimos de celebrar, por primera vez, la semana pasada, la memoria del beato Jacinto Vera. Su reliquia está recorriendo nuestra diócesis, siendo recibida con fe y devoción. Que el primer obispo del Uruguay, misionero infatigable, nos anime en la tarea evangelizadora, sabiendo que Dios, aunque seamos ancianos, nos hace siempre nuevos y nos abre horizontes, como lo hizo para Abraham y Sara, así como para Isabel y Zacarías. Así sea.

En esta semana

Luego de la visita a la Catedral de Canelones y a San Jacinto, la reliquia del beato Jacinto Vera visitará Pando, desde el martes 14 al martes 21.

Lunes 13: Nuestra Señora de Fátima. Fiesta patronal en varias capillas, entre ellas la de La Pedrera, en la parroquia de San Jacinto, que recibirá la visita de la reliquia, con Misa a las 16.

Martes 14: Celebramos a San Matías, apóstol; y también en este día, a Santa María Mazzarello, fundadora, con san Juan Bosco, de las Hijas de María Auxiliadora, de antigua y apreciada presencia en nuestra diócesis.

Miércoles 15: San Isidro, patrono de Las Piedras y de varias capillas, fiesta en muchas parroquias, como en Tala, donde estaré ese día a las 15 horas.

Jueves 16: la familia Orionita en Uruguay y Argentina celebra la memoria de San Luis Orione.

Sábado 18: conmemoración de la Batalla de Las Piedras y aniversario de la ordenación sacerdotal de Mons. Alberto Sanguinetti.

Amigas y amigos, el próximo Domingo celebraremos Pentecostés. Pidamos al Espíritu luz y fortaleza. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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