IX Jornada Mundial de los Pobres
Se celebra en este día en la Iglesia la novena jornada mundial de los pobres, convocada por el papa León XIV con el lema “Tú, Señor, eres mi esperanza”. Esta jornada fue instituida por el papa Francisco, quien desde el inicio de su pontificado manifestó una profunda preocupación y compromiso hacia los pobres, tanto en sus palabras como en acciones concretas.
El mensaje que el papa León ha entregado para esta jornada es breve y en él afirma que “la pobreza más grave es no conocer a Dios” a la vez que señala que “El pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación”.
Para una reflexión más extensa sobre el caminar de la Iglesia junto a los pobres, el papa León nos entregó su primera exhortación apostólica, titulada “Dilexi te: sobre el amor hacia los pobres”, un texto que había empezado el papa Francisco. “Dilexi te” significa “Te he amado” (Apocalipsis 3,9) y está tomado de un pasaje del libro del Apocalipsis, en el que Jesús manifiesta su amor “a una comunidad cristiana que, a diferencia de otras, no tenía ninguna relevancia ni recursos y estaba expuesta a la violencia y al desprecio”: una comunidad pobre. No podemos resumir aquí el contenido de esta extensa exhortación. Los invito a leerla, meditarla y, sobre todo, a contemplar ese camino de la Iglesia con los pobres, para ver como unirnos más profundamente a él.
El Evangelio de hoy
El evangelio de hoy nos pone frente a un anuncio de Jesús difícil de escuchar para sus discípulos. Volvamos, una vez más, a tratar de ponernos en la piel de ellos, que están descubriendo a su Maestro… los discípulos son judíos creyentes; para ellos, el templo de Jerusalén tiene una enorme carga de significado. Jesús mismo, expulsando a los mercaderes ha mostrado el valor profundo del templo como “casa de oración”… sin embargo…
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: «De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». (Lucas 21,5-6)
Cuando decimos “templo” nos imaginamos, en base a lo que hoy conocemos, una construcción importante…
El templo de Jerusalén, mucho más que un edificio, era un extenso complejo, existente desde el siglo V antes de Cristo. Fue completamente reformado por el rey Herodes el Grande quien duplicó su superficie, llevándola a más de 14 hectáreas.
El templo estaba rodeado por muros, con diez puertas distribuidas en los cuatro puntos cardinales. Al entrar se ingresaba al patio de los gentiles, es decir, de los no judíos; allí podía ingresar cualquier persona. Ese era el lugar donde se encontraban los cambistas y los vendedores de animales que fueron expulsados por Jesús.
Más adentro se encontraba el patio de las mujeres, hasta el que podían entrar las mujeres judías.
A continuación, el patio de Israel o de los varones y finalmente, el atrio de los sacerdotes, en torno al santuario que estaba situado en el centro y era el edificio más importante.
Junto al atrio se encontraba el altar de los sacrificios en el que diariamente se sacrificaban los numerosos animales ofrecidos.
Solo los sacerdotes podían ingresar al santuario. De hecho, Herodes hizo que en su construcción solo participaran sacerdotes, que fueron entrenados para esa tarea.
Dentro del santuario había dos espacios: el santo, donde entraban diariamente los sacerdotes y otro, más pequeño, el Santo de los Santos, separado por un gran velo, al que solo podía ingresar el sumo sacerdote una vez al año.
La estructura del templo acentuaba la idea de un Dios presente en medio de su pueblo en el Santo de los Santos pero, a la vez, separado y lejano.
Como ya comentamos en el programa anterior, Jesús, “Dios con nosotros” es el nuevo templo de Dios, lugar de su presencia. La Iglesia, cuerpo de Cristo, prolonga en el conjunto de los creyentes y en cada uno de ellos esa presencia. “Ustedes son templo de Dios”, decía san Pablo a una de sus comunidades (1 Corintios 3,16)
El anuncio de Jesús sobre la destrucción del templo indica el comienzo de una nueva presencia y relación de Dios entre y con la humanidad. Los evangelios expresan esto narrando que en el momento de la muerte de Jesús el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, abriendo el acceso al Santo de los Santos (Mateo 27,51; Marcos 15,38; Lucas 23,45).
En nuestro evangelio de hoy, Jesús advierte sobre el futuro: tras la destrucción del templo, que ocurriría en el año 70, vendrían tiempos confusos y perturbadores:
«Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.» (Lucas 21,10-11)
En medio de esas zozobras, Jesús llama a no alarmarse, a no dejarse engañar por falsos Mesías y a prepararse a las persecuciones:
«Antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.» (Lucas 21,12-13)
Efectivamente, “dar testimonio”, dar testimonio de Jesús es la misión del cristiano en todo momento, tanto en la calma como en la tempestad. Este año jubilar nos recuerda que los cristianos somos, ante todo, testigos de esperanza, que no podemos dejarnos abrumar por los acontecimientos trágicos ni sucumbir al desencanto de las ilusiones rotas. El Señor nos llama a trabajar con Él por la paz en el mundo como testigos de esperanza en un futuro de salvación y resurrección.
En las persecuciones Jesús promete asistir a sus discípulos y les advierte que serán entregados incluso por los más cercanos miembros de su familia. La palabra final de Jesús nos anima ante cualquier tentación de bajar los brazos y abandonar la fe:
«Gracias a la constancia salvarán sus vidas» (Lucas 21,19)
Que el Señor nos dé la constancia para seguir juntos caminando con Él, siendo sus testigos ante toda la humanidad.
Peregrinación y Asamblea
El domingo 9 se realizó en Florida la peregrinación nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, en el bicentenario de esta advocación. Entre los peregrinos que llegaron a pie estuvieron integrantes de la Pastoral Juvenil de nuestra diócesis.
Días antes y en días siguientes los obispos del Uruguay estuvimos reunidos en nuestra asamblea.
En esta semana:
- Lunes 17 Santos mártires rioplatenses: Roque González, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo.
- Miércoles 19. Santa Isabel de Hungría, patrona de la parroquia de Salinas.
- Viernes 21. Presentación de María, día de la vida consagrada en el Uruguay.
- Sábado 22. Santa Cecilia, virgen y mártir.
- El domingo 23: solemnidad de Cristo Rey, fin del año litúrgico.
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
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