Carta a Joven Uruguayo:
¡Hola!, ¿Cómo estas?
Me llamo Martín, tengo 25 años, nací en Rivera donde pase mi adolescencia ya que me crié en un pequeño pueblo de Salto llamado Sarandi de Arapey en donde mi madre trabajaba como Maestra.
En mi adolescencia “encontré”a Jesús mediante la invitación de mis primos a integrar el grupo de Adolescentes de la Parroquia de la Inmaculada Concepción.
En el grupo cultivé amistades, compartimos campamentos, retiros, jornadas y crecimos en la fe. Continuamos luego en el grupo de jóvenes y nos preparamos juntos para la Confirmación.
Cuando culminé el liceo debí viajar a Montevideo para continuar mis estudios ya quería estudiar Medicina, la vida en Montevideo es muy diferente a la del interior pero no por eso peor, simplemente diferente…
Aquí encontré nuevamente el llamado de Jesús a través de otros amigos para integrar a un grupo de jóvenes Migrantes (jóvenes del interior que debieron migrar a Montevideo a estudiar y/o trabajar y que quieren seguir creciendo en la fe y compartiendo su vida en comunidad).
Con la madurez de los años mis necesidades espirituales, y el compromiso con lo social fue cambiando… los cuestionamientos, inquietudes propios de nuestro ser joven, poco a poco me fueron comprometiendo con la vida del grupo, comunidad, la parroquia, la ciudad, el Reino.
El desinstalarte de tus comodidades, seguridades, te hace frágil, pequeño, pero también más sensible a las necesidades del otro, al hermano, al que sufre, a la soledad que vive la gente, la miseria, la indiferencia de los demás…
En estos últimos años he experimentado una fuerte necesidad de hacer silencio, bajar las revoluciones, y he descubierto que es en el silencio donde Dios nos habla al corazón, al tuyo y al mío.
El buscar un espacio en el día para rezar a tu manera (un canto, una lectura, un Padrenuestro, un gesto) establecer ese dialogo intimo, personal, único con Jesús y estar dispuestos y abiertos a escuchar ese mensaje de amor, su proyecto, su plan, su propuesta, su invitación… el agudizar los sentidos y preparar el corazón para el encuentro.
Junto al grupo fui descubriendo la necesidad y el llamado a realizar un servicio concreto, siempre sentí el llamado a animar al grupo de mi diócesis y de la actual pero en estos últimos años el Espíritu Santo me estuvo diciendo y provocando las ganas de nos ser un mero animador de grupo, que domina dinámicas recreativas, organiza campamentos, retiros, jornadas, me pedía algo mas jugado… me pedía que fuera animador de Vidas!
Un poco fuerte la invitación, me pide que anime Vidas, la vida de los que me rodean, compañeros de facultad, del grupo, vecinos, amigos, familia, y de los que no conozco también. Estar, acompañar, opinar, denunciar injusticias, llevar el mensaje sin imponer nada, proponer un estilo de vida, contagiar, fortalecer el ecumenismo tan necesario en los días de corren.
La tarea parece bastante sencilla, nada extraordinario y es así Dios no siempre pide grandes cosas, tareas a las que nos es imposible realizar.
Nos invita a una tarea concreta con El Reino, nos pide nuestras manos, boca, ojos y oídos para ser humildes medios en la entrega de su amor, para que a través de nosotros aya vida y vida en abundancia.
Para que en nosotros los Uruguayos encuentren a Jesús y en el encuentren Vida, por que es en la vida diaria, cotidiana en la que nos encontramos con El.
Anímate a vivir intensamente tu vida, pues Jesús vivió intensamente la suya y vive intensamente en tus alegrías y tristezas.
Anímate a salir al encuentro de otros jóvenes como tu, que esperan ese encuentro…Anímate a hacer silencio para que su querer sea el tuyo y libremente, simplemente sigas a Jesús Cristo…
Hasta pronto.
Martín N.
No hay comentarios:
Publicar un comentario