jueves, 24 de diciembre de 2020

Mensaje de Navidad de Mons. Heriberto Bodeant

Amigas y amigos:

¡Feliz Navidad!

A pesar de que se volvieron a suspender las Misas con la presencia de fieles, a pesar de las reuniones familiares reducidas, a pesar de muchos otros sufrimientos a veces menos evidentes, pero no menos reales, no podemos dejar de regalarnos unos a otros este saludo: ¡Feliz Navidad!

Y, sobre todo, no podemos dejar de darle sentido. No podemos decir “Feliz Navidad” porque sí, porque es la fecha, porque es la costumbre. No podemos decir “Feliz Navidad” como si no pasara nada…
Entonces, volvamos a la raíz. Volvamos a Belén, volvamos a contemplar al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre… ¡cuánta pobreza, cuánta fragilidad! (cf. Lucas 2,7)

Es la noche de los pobres; es la noche del amor…
Nace pobre y es el rey; tiene hambre y es el pan; tiene frío y es el sol.
Así dice un viejo -y poco conocido- villancico uruguayo (1).
Nos habla del misterio de un salvador que no llega en el poder y la gloria, sino en la humildad y el silencio.

“Nace pobre y es el rey”.

Desprendido de su realeza, sí, nace pobre; pero no está solo, no está abandonado. Allí está su madre, María, que lo ha dado a luz y lo alimenta con su pecho. Allí está José, el esposo de María, que será su padre de la tierra.
Allí están, como lo notó san Francisco de Asís, leyendo al profeta Isaías, el buey y el burrito que reconocen a su Señor, allí donde los hombres “no lo reconocen ni tienen entendimiento” (Isaías 1,3).
Allí llegan, invitados por los ángeles, los pastores: hombres que velan en la noche; vigilan, están atentos a lo que pueda significar algún peligro para los rebaños que cuidan. Y por estar atentos y despiertos reciben la invitación de Dios para ir al encuentro de su Hijo y, así, Él llega a reinar en sus corazones.

“Tiene hambre y es el pan”.

En este año, muchos hermanos y hermanas de nuestro Uruguay sufrieron la falta de alimentos. Sin embargo, abundaron las iniciativas solidarias de canastas y ollas populares desde distintas organizaciones sociales. También estuvieron allí algunas de nuestras comunidades parroquiales. Para esta Navidad nos propusimos distribuir 150 canastas a otras tantas familias que estaban siendo ayudadas desde las parroquias. Recibimos 50 que nos había ofrecido Cáritas y el resto se armó con aportes de mucha gente, sobre todo en comestibles. Llegamos a entregar casi 200 canastas, porque las donaciones fueron mucho más allá de lo esperado. Agradezco de corazón a todos los que tan generosamente colaboraron con nosotros, también en el armado y la distribución. Cada uno ha ofrecido lo que podía para que fuera entregado en nombre de Jesús.

“Tiene frío y es el sol”

Es invierno en el hemisferio Norte. En muchos países la Navidad está asociada a la nieve. Aquí hemos entrado al verano. Sin embargo, hay corazones con frío; hay personas envueltas en las tinieblas de la soledad y la depresión. De Jesús habló Zacarías, el padre de Juan el Bautista, describiéndolo como “el sol que nace de lo alto”, la luz que llega desde Dios, la luz que ilumina nuestra noche, disipando toda oscuridad.
¿Por qué no buscar una Nochebuena desacelerada, íntima, serena? Una Nochebuena como la describe el más famoso villancico, “Noche de paz”: “Noche silenciosa, noche santa”, dice en su letra original (2).
Sí. A pesar de todo habrá ruido… pero no nos dejemos aturdir, no dejemos que la mente y el corazón se vacíen. No tengamos miedo de estar con aquellos que son parte de nuestra vida cotidiana y buscar con ellos otros caminos de encuentro y de diálogo, un compartir más profundo, un cariño que no tenga miedo de manifestarse.
Que desde su pesebre la ternura de Jesús ilumine nuestros rostros y, desde allí, miremos con ojos de amor a cada persona que encontremos o saludemos desde la distancia. Así podremos, de verdad, desearnos unos a otros ¡Feliz Navidad!

+ Heriberto Bodeant, obispo de Melo
(Cerro Largo y Treinta y Tres, Uruguay)


(1) “Noche de los pobres”, de José María Santini, grabado en 1970 por Los Hermanos Santini, grupo duraznense.

(2) "Noche de Paz", letra del P. Joseph Mohr y música de Franz Gruber: Stille Nacht, heilige Nacht. Intepretada por primera vez en la Nochebuena de 1818 en la parroquia de Oberndorf bei Salzburg, Austria.

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