jueves, 15 de junio de 2023

“Han recibido gratuitamente, den también gratuitamente” (Mateo 9,36-10,8). Domingo XI durante el año.

El mes de junio, en la Iglesia uruguaya, es un “mes vocacional”, en el que se desarrollan diferentes actividades y se invita a las comunidades a rezar por las vocaciones. Providencialmente, en el evangelio de este domingo Jesús nos está pidiendo precisamente eso:

«La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (Mateo 9,36-10,8).

Son bien conocidas estas palabras de Jesús. Son un llamado urgente: “rogar”, es decir: rezar, orar; “al dueño de los sembrados”, es decir a Dios; “que envíe trabajadores”; hoy podríamos entenderlo como misioneros, agentes pastorales, entre los que están incluidos los sacerdotes, pero también diáconos, personas consagradas y fieles laicos. Después entraremos más en detalle sobre esto. Finalmente, Jesús dice “para la cosecha”.

Quien dice “cosecha” -me lo señaló hace años un agricultor- está hablando de un capital que si no se levanta en tiempo y forma, se pierde. La cosecha es urgente. No se puede postergar. Cuando llega el momento se debe realizar. Jesús y sus discípulos han sembrado en las almas la semilla de la Palabra y ha llegado el momento de recoger los frutos. Y eso no puede esperar.

Pero la cosecha supone, antes, la siembra: generosa, abundante, confiada, como lo trasluce la parábola del sembrador, que esparce la semilla sin mirar dónde cae. A la siembra sigue el cultivo, con todos sus cuidados; entre ellos el riego, como recordamos especialmente en este tiempo de prolongada sequía. Y detrás de todos esos trabajos, la gracia de Dios en obra. Así lo manifiesta San Pablo en su primera carta a los Corintios:

Yo planté y Apolo regó, pero el que ha hecho crecer es Dios.
Ni el que planta ni el que riega valen algo, sino Dios, que hace crecer. (…)
Nosotros somos cooperadores de Dios, y ustedes son el campo de Dios (1 Corintios 3,6-9)

Cuando el beato Jacinto Vera inició su misión como primer Obispo del Uruguay, conocía bien la realidad de nuestra Iglesia y la gran carencia de sacerdotes. Por ello, se preocupó de promover las vocaciones sacerdotales y de fundar el seminario donde podrían formarse, sin tener la necesidad, como le había ocurrido a él, de trasladarse al extranjero para sus estudios.

Hoy la Iglesia sigue necesitando Sacerdotes. A fines de 2020 había en el mundo más de cuatrocientos mil presbíteros (410.219). El 40% de ellos estaba en Europa y el 29% en América, mientras que en Asia se ubicaba el 17%, en África el 13% y en Oceanía el 1% restante. Sin embargo, los números vienen disminuyendo en Europa y América, que cuentan con muchos sacerdotes muy mayores y, en cambio, están aumentando en Asía y África.

Pero cuando rezamos por las vocaciones, no tenemos que pensar solo en los sacerdotes. Va creciendo en consideración el ministerio de los Diáconos permanentes. El diaconado, tercer grado del sacramento del Orden, se otorga a hombres casados, con cierto tiempo de vida en matrimonio. Su ministerio incluye la celebración de bautismos y casamientos, pero no solamente eso. Cada uno, según su propio carisma y sus competencias, puede desarrollar diferentes actividades pastorales y servicios, constituyéndose en un valioso apoyo para la vida de una comunidad parroquial, un colegio o una obra social.

Está también el amplio abanico de la vida consagrada. Quisiera recordar distintas formas, presentes en nuestra diócesis. A veces decimos “religiosas”, “hermanas”, “monjas”, como si todo fuera lo mismo. Todas son mujeres consagradas, pero “monjas”, hablando propiamente, son las que viven en un monasterio, en clausura, dedicadas a una vida de oración. Nuestra diócesis tiene la dicha de contar con cuatro monasterios femeninos: benedictinas en El Pinar, salesas en Progreso, clarisas franciscanas en San José de Carrasco y clarisas capuchinas en Echeverría, cerca de Canelones. Hubo un monasterio masculino, “La Pascua”, de monjes benedictinos, donde comienza ahora a desarrollarse un centro de espiritualidad y pastoral.

Las congregaciones de hermanas presentes en nuestra diócesis son varias. Trabajan en sus obras y participan en la vida pastoral de las parroquias. Las Hijas de María Auxiliadora (Salesianas) y Hermanas de la Sagrada Familia de Urgel en Las Piedras; Misioneras de la Caridad de Santa Teresa de Calcuta en 18 de Mayo; Hermanas de la Sagrada Familia de Castelletto en Progreso; Siervas del Sagrado Corazón e Hijas de María Santísima del Huerto en Pando; Hermanitas de la Anunciación en Barros Blancos; Hermanas de la Caridad Cristiana, las Alemanas, en Santa Lucía; Hermanas del Perpetuo Socorro en Sauce; Misioneras Servidoras de la Palabra en Shangrilá; Pequeñas Hermanas misioneras de la Caridad (de Don Orione) en La Floresta. 

Otra forma de vida consagrada femenina es el Orden de las Vírgenes, establecido recientemente en la diócesis con la consagración de las dos primeras, que animan la vida pastoral de la parroquia San Adolfo, en 18 de Mayo. 

También hay presencia del Instituto Secular Orionita, de laicas consagradas, en La Floresta. Y comunidades como ADSIS, en Paso Carrasco, que reúnen personas con distintos estados de vida, incluyendo matrimonios.

Hablamos de “religiosas”, pero hay también “religiosos”, que pueden ser sacerdotes o hermanos. Los Salesianos en Las Piedras, los Claretianos en Progreso, los Dehonianos en El Pinar, los Orionitas en La Floresta, los Misioneros Servidores de la Palabra en San José de Carrasco, los Franciscanos de María en Nicolich y los Hermanos Maristas en Pando.

Otras congregaciones, tanto femeninas como masculinas estuvieron en nuestra diócesis y conservan aún diversos vínculos, sobre todo con obras educativas que siguen buscando vivir su carisma.

Orando por las vocaciones pedimos también por los fieles laicos, llamados a vivir su vocación bautismal. A ellos se aplican estas palabras de San Pablo:

Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor.
Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos.
En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. (1 Corintios 12,4-7)

“El Espíritu se manifiesta para el bien común”: es decir, para la participación de laicos y laicas tanto en la vida de la comunidad eclesial, como en la misión evangelizadora de la Iglesia en el mundo, en la realidad en la que los laicos se mueven cada día y donde tienen la ocasión de dar testimonio de su fe con sus palabras y sus actitudes.

Fieles laicos y laicas, personas consagradas, diáconos, sacerdotes y obispos: la Iglesia, el Pueblo de Dios. Los miembros de la comunidad reunida por el llamado del Señor necesitamos siempre recordar que hemos sido llamados, no por ningún mérito nuestro, sino por gracia. También en ese sentido tenemos que entender las palabras de Jesús:

“Han recibido gratuitamente, den también gratuitamente” (Mateo 9,36-10,8)

En esta semana

El sábado 24 de junio celebramos la Natividad de San Juan Bautista, patrono de Santa Lucía y de San Bautista. Felicitaciones a las dos comunidades.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

No hay comentarios: