Hoy, día del patrimonio en Uruguay, en el que muchas veces se recuerda a arquitectos e ingenieros, Jesús cita las palabras de un salmo para señalar el rechazo que ha recibido de parte de los dirigentes del Pueblo de Dios.
«¿No han leído nunca en las Escrituras:
"La piedra que los constructores rechazaron
ha llegado a ser la piedra angular:
esta es la obra del Señor,
admirable a nuestros ojos?" (Mateo 21, 33-46)
La imagen de la "piedra angular" está tomada del trabajo de los constructores de aquel tiempo, donde era fundamental elegir bien el trozo de roca que iba a ser colocado en los ángulos del edificio y que aseguraría la solidez de la obra.
Yo me he imaginado muchas veces al constructor yendo a la cantera a buscar una gran piedra. Seguramente, el dueño le ofrecería varias, incluso la mejor, la de mayor precio. Entonces, el constructor diría que no, que le muestre otras, y esa noble roca quedaría allí, relegada, esperando que otro reconociera su real valor y la llevara.
Jesús se presenta, pues, como la piedra rechazada por los constructores pero, que, sin embargo, ha llegado a ser la piedra angular que sostiene todo el edificio.
El rechazo ha sido violento, como lo ilustra el mismo Jesús por medio de la parábola de los viñadores asesinos. Los viñadores son arrendatarios que no entregan al dueño los frutos que le corresponden. El propietario envía servidores, pero éstos son rechazados:
A uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. (Mateo 21, 33-46)
Ese rechazo violento, que, igualmente, sufrirán los enviados siguientes, llegará a su punto álgido, cuando el propietario decide enviar a su propio hijo, pensando “respetarán a mi hijo”.
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron. (Mateo 21, 33-46)
No cuesta entender que es Dios el dueño de la viña y los servidores los profetas; que el Hijo es Jesús, el enviado del Padre y la muerte, fuera de la viña, corresponde a la crucifixión de Jesús, llevada a cabo fuera de la ciudad santa de Jerusalén.
Ahora bien… ¿a qué viene esta parábola? ¿Simplemente a traernos una realidad histórica, mostrando cómo Jesús fue rechazado por las autoridades de su pueblo y que, sin embargo, el Padre lo resucitó y lo colocó como piedra angular de su nuevo pueblo? (“Esta es la obra de Dios, admirable a nuestros ojos”)
El acento lo tenemos que poner, no tanto sobre el rechazo, sino sobre Jesús constituido en piedra angular.
Entonces, podemos preguntarnos si realmente Él ocupa ese lugar en nuestra vida: en nuestra vida personal y en la de nuestra comunidad. Si Jesús no está en el centro de nuestra vida, es difícil ver el valor real de cada cosa, en nuestra relación con los demás, con la creación y con nosotros mismos.
¿Puede estar Jesús fuera del centro de la vida de nuestra comunidad? La pregunta vuelve al plano personal, porque son nuestras actitudes personales, como miembros de la comunidad eclesial las que construyen o menoscaban la vida de la Iglesia.
Las primeras comunidades cristianas llamaban la atención de sus vecinos, como nos lo recuerda el libro de los Hechos de los Apóstoles:
Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón; ellos alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. Y cada día, el Señor acrecentaba la comunidad con aquellos que debían salvarse. (Hechos 2,44-47)
Una comunidad unida en el Señor. Una comunidad que tiene a Cristo como piedra angular. Una comunidad que alaba a Dios, que celebra la Eucaristía, que encuentra formas de hacer comunión de bienes para ayudarse mutuamente y ayudar a los necesitados. Una comunidad que llega a ser querida por sus vecinos y que el Señor hace crecer.
¿Estamos ante un sueño inalcanzable? El libro de los Hechos y las cartas de san Pablo nos hacen ver que no todo fue tan ideal. Hubo conflictos, discusiones, engaños, errores graves… pero la comunidad no dejó de invocar la presencia de Jesús ni de dejarse guiar por el Espíritu Santo en sus discernimientos. Por ese camino tenemos que seguir. Hoy somos nosotros quienes formamos la Viña del Señor, y en ella espera Él recoger frutos de vida y esperanza.
Noticias
El domingo pasado estuvo marcado por dos acontecimientos: la culminación del Cursillo de Cristiandad de hombre y de las fiestas patronales de Santa Teresita, en Juanicó.
El miércoles 4, memoria de San Francisco de Asís, comenzó la asamblea del Sínodo de los Obispos. Oremos en estos días por todos los participantes, para que de la escucha del Espíritu Santo surjan propuestas, y que todo el Pueblo de Dios, en comunión, se sienta realmente partícipe de la vida de la Iglesia y sea testimonio vivo y atrayente de la novedad del Evangelio en el mundo.
Exhortación Laudate Deum
En la memoria de San Francisco, el Papa presentó la exhortación Laudate Deum, “Alaben a Dios”, dirigida a todas las personas de buena voluntad sobre la crisis climática. Este mensaje de Francisco está en continuidad con su carta encíclica Laudato si’, de hace ocho años. El Papa presenta el agravamiento del cambio climático y nos dice, en uno de los párrafos finales:
Invito a cada uno a acompañar este camino de reconciliación con el mundo que nos alberga, y a embellecerlo con el propio aporte, porque ese empeño propio tiene que ver con la dignidad personal y con los grandes valores. Sin embargo, no puedo negar que es necesario ser sinceros y reconocer que las soluciones más efectivas no vendrán sólo de esfuerzos individuales sino ante todo de las grandes decisiones en la política nacional e internacional. (69)
Y en el párrafo final:
«Alaben a Dios» es el nombre de esta carta. Porque un ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo. (71)
Agenda de la semana
Hoy (8 de octubre), 19 horas, asume el Padre Luis Hernández, Misionero Servidor de la Palabra, como nuevo párroco en Santa María de los Ángeles, Ciudad de la Costa. El P. Alejandro Medina parte para otro servicio misionero.
Mañana el Colegio Nuestra Señora del Rosario de Estación Atlántida, celebra su fiesta patronal, con la Misa a las 14 horas.
También mañana, a las 19 horas, el beato Jacinto Vera estará en la Feria del Libro, con la presentación de la obra de Laura Álvarez Goyoaga “Don Jacinto Vera, el misionero santo”.
El próximo domingo, en el monasterio de las Salesas, Progreso, anticiparemos la fiesta (anticipada en un día) de Santa Margarita María de Alacoque, con la Misa a las 17 horas.
Santoral
- 9 de octubre: San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires. San Juan Leonardi, presbítero.
- 11 de octubre: San Juan XXIII, Papa. Canelones: creó la diócesis y nombró a su primer obispo.
- 12 de octubre: Nuestra Señora del Pilar
- 14 de octubre: San Calixto I, papa y mártir.
- Domingo 15 de octubre: Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia.
Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario