Es la mañana del 25 de diciembre de 2023. El televisor encendido me ofrece un canal de noticias. Veo imágenes de algunos de los acontecimientos de este año, que van desde eventos deportivos hasta las guerras en Ucrania y Gaza. Mientras una voz va comentando esos diferentes sucesos, titulares de noticias más recientes van cruzando la parte inferior de la pantalla.
En este día, el día de Navidad, ¿qué titular podríamos escribir para anunciar el acontecimiento más trascendental de toda la historia? ¿Podremos convertir en un titular entendible para todos las palabras del ángel?
HOY, EN LA CIUDAD DE DAVID,
LES HA NACIDO UN SALVADOR,
QUE ES EL MESÍAS, EL SEÑOR.
¿O nos quedaremos con éste, más de nuestros tiempos?
MUJER DE UNA PAREJA
EN SITUACIÓN DE CALLE
DIO A LUZ EN UN GALPÓN
Sin embargo, a lo largo de veinte siglos, cuántos se han inspirado en la historia que nos contó anoche san Lucas, en la Misa de Nochebuena. Pienso, apenas, en el pintor Murillo, cuyos pastores tienen los rostros familiares de la gente de su pueblo. O en Joseph Mohr y Franz Gruber, que compusieron la letra y la música de “Noche de Paz”. La paz… don de Dios, que no cesamos de pedir para nuestro mundo.
El relato del nacimiento que nos ha dejado Lucas inspira por su hermosura: es cálido, sencillo, incluso en la pobreza de la escena. Pero no hagamos de él una postal navideña romántica.
Lucas tiene un mensaje más profundo para compartir: la verdad de que Dios vencería todo poder terrenal e invitaría a las personas a vivir una nueva relación: no de poder, sino de amor.
El escenario de Belén, la ciudad natal del rey David, muestra cómo Jesús, como hijo de David e Hijos de Dios, en una forma que nadie había anticipado, cumple las antiguas esperanzas y sueños de Israel.
Este evento que divide en dos la historia y cambia el mundo merece otro titular, que encontramos en el Evangelio de Juan, y leemos en la Misa de Navidad durante el día de hoy.
LA PALABRA SE HIZO CARNE
Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS
Esa es la buena noticia que atrajo a San Francisco de Asís. Dios ha entrado en nuestro mundo, ha abrazado nuestra humanidad y ahora está irrevocablemente comprometido a quedarse entre nosotros, para llevarnos hasta Él.
En esta Navidad de 2023 se cumplen 800 años del primer pesebre armado por San Francisco en Greccio, un pueblo que él encontró parecido a Belén.
Con elementos tomados del Evangelio de Lucas, Francisco formó el pesebre para transmitir la verdad proclamada en el Evangelio de Juan.
Él quería que la escena del pesebre despertara en el corazón de las personas lo que habían olvidado, lo que Dios ve y ama, el amor del Padre por el Hijo, ahora visible en una persona humana.
Allí converge toda la creación. Allí se cruza la profecía con la promesa.
Contemplar el pesebre en el que creía San Francisco permite captar algo muy profundo sobre Dios y aprender algo profundo sobre nosotros mismos.
“Dios nos ofrece su amor” haciéndose uno de nosotros, tomando nuestra carne, porque somos sus hijos y cada uno de nosotros es para él de gran valor, porque es único e irremplazable.
Los seres humanos no llegamos a conocer nuestro verdadero valor por nosotros mismos.
Se ha necesitado a Dios para escribir el titular final, escrito en la Palabra hecha carne, dicha por Dios desde la eternidad, pero ahora nacida en el tiempo, metida en nuestra historia y viviendo entre nosotros.
Y es por eso, nada más y nada menos que por eso, que podemos decirnos unos a otros: ¡Feliz Navidad!
+ Heriberto
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