“Lo que hace impura a una persona es lo que sale de ella” (Marcos 7,1-8.14-15.21-23)
El 1 de septiembre, desde 2015, por iniciativa del Papa Francisco, se celebra en la Iglesia Católica el Día de Oración por el cuidado de la Creación: una jornada para pensar y rezar por la casa común, por el planeta que habitamos… en fin, por todo lo que existe, todo lo que ha salido de las manos de Dios.
Dije bien, en la Iglesia Católica, porque Francisco recogió algo que ya existía desde 1989, proclamado por el patriarca de Constantinopla y luego asumido por otras Iglesias cristianas. Así que esta jornada es también ecuménica.
Con motivo de este día, el Papa Francisco suele entregar un mensaje. El de este año tiene como título “Espera y actúa con la creación”, inspirado en la carta de san Pablo a los Romanos, en el pasaje que dice:
Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto.
Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.
Porque solamente en esperanza estamos salvados.
(Ver Romanos 9,19-25)
Francisco nos habla de ese gemido, sollozo, queja de la creación que sufre, pero que, al mismo tiempo, espera, como la mujer que está a punto de dar a luz. Nuestra maltratada casa espera, como espera la tierra reseca la lluvia revitalizadora.
También nosotros gemimos; gemimos en cada ser humano que sufre; pero, al igual que el de la tierra, ese sufrimiento está cargado de espera, de esperanza de redención y sanación.
Más adelante, san Pablo agrega:
El mismo Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables. (Romanos 9,26)
Eso de “no sabemos orar como es debido” se refiere, sobre todo, a que no sabemos pedir lo que realmente necesitamos; por eso el Espíritu Santo viene en nuestra ayuda. Y también el Espíritu gime, a su manera… fortaleciendo nuestra esperanza.
“Estamos salvados en esperanza” dice Pablo. Benedicto XVI dedicó una encíclica entera a explicar esas palabras. Francisco nos invita a tomar conciencia de esa esperanza de largo alcance, esperanza de salvación eterna. Por eso nos dice “espera”. No la espera de algo que va a venir pronto, en poco tiempo, sino la gran esperanza que anima todo el caminar de nuestra vida. Pero Francisco nos dice también “actúa”: “espera y actúa con la creación”. La esperanza nos lleva a actuar, a hacer algo: no para entretenernos mientras llega lo esperado, sino para prepararnos a recibirlo y preparar esa llegada.
Actuar con la creación puede expresarse de muchas maneras. Muchos hemos tenido la experiencia de caminar entre basurales, de respirar aire contaminado, de encontrar agua estancada y fétida… Siempre está en nuestra mano, como mínimo, no contribuir a acrecentar ese deterioro de la casa, cuidando la forma en que disponemos de nuestros desechos. Parece nada, pero es un comienzo. Poco a poco podemos ir replanteando aspectos de nuestra conducta, ir revisando nuestros hábitos y cambiando nuestro estilo de vida, como dice Francisco en su mensaje:
La obediencia al Espíritu de amor cambia radicalmente la actitud del hombre: de “depredador” a “cultivador” del jardín.
Aire puro, agua pura… y también corazón puro. El evangelio de hoy tiene como trasfondo la ley de pureza de los israelitas. Esa ley, más bien un conjunto de leyes, un verdadero código, era algo abrumador. Todo debía ser purificado, lavándolo cuidadosamente para quitar la impureza que podía dar el contacto con la sangre, la enfermedad, la muerte o una persona extranjera, entre otras cosas.
Los fariseos y los escribas le reprochan a Jesús:
«¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?» (Marcos 7,1-8.14-15.21-23)
Jesús les responde echándoles en cara su hipocresía y agrega algo fundamental:
«Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre». (Marcos 7,1-8.14-15.21-23)
Nuestro mundo moderno ha visto surgir varios movimientos y organizaciones de personas que se sienten muy sensibles hacia un determinado valor o bien, como puede ser una especie en riesgo de extinción. Más de una de esas iniciativas son dignas de elogio y de apoyo, como formas de actuar con la creación.
Sin embargo, las palabras de Jesús nos llaman a una acción más profunda, una acción en nuestro propio interior. De nada serviría aire más puro, agua más pura, sin corazones puros. Y, como hemos visto, esa pureza de corazón no es inocencia infantil, sino arrancar del corazón todas las maldades que lo manchan.
El corazón humano solo puede ser purificado y sanado plenamente por la acción del Espíritu Santo. El Espíritu “viene en ayuda de nuestra debilidad”, nos orienta hacia el bien y transforma nuestro corazón, si lo abrimos a su acción. Esperemos y actuemos con la creación: por aire puro, agua pura… y un corazón puro, donde solo estén presentes los frutos del Espíritu:
“amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia” (Gálatas 5,22-23)
En esta semana
El martes 3 celebramos la memoria de San Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia.
El miércoles 4 recordamos la partida, en 1992, del Siervo de Dios Rubén Isidro Alonso, el Padre Cacho.
El jueves 5, memoria de Santa Teresa de Calcuta, que celebraremos en el Hogar San José, en la ciudad de 18 de mayo, junto a las Misioneras de la Caridad.
El sábado 7 y domingo 8, con alegría, nuestra diócesis recibe en Pando la 45 Jornada Nacional de la Juventud, organizada por la Pastoral Juvenil nacional y diocesana. Los jóvenes estarán desde el sábado de mañana, pero todos podemos unirnos a ellos en la Misa de clausura, el domingo, a las 10:30, frente a la iglesia parroquial de Pando.
Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
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