domingo, 27 de septiembre de 2009

Dedicación de la Iglesia parroquia Cristo Rey de Aceguá







El Obispo de Melo celebró hoy la dedicación de la Iglesia Parroquial "Cristo Rey" de Aceguá, en la Eucaristía que presidió acompañado del párroco, P. Thomas.
Aceguá es una localidad en la frontera de Brasil y Uruguay, y la parroquia abarca ambas partes de la población. La Misa suele ser bilingüe, y en este caso casi todos los cantos fueron en portugués. Algunos de los signos de la dedicación, que se hicieron en esta Misa, son la aspersión con agua bendita de la comunidad y de las paredes del templo, la unción de las paredes del templo en las doce cruces colocadas a ese propósito, y la iluminación del templo con las dos velas que están junto a la cruz. El altar ya estaba consagrado, por lo que no se realizó ese rito.

Homilía de Mons. Bodeant
Textos: 1ª Pedro 2,4-10; Lucas 19,1-10

Estamos reunidos, como suele decirse, “en la casa de Dios”: eso es la Iglesia.
Casa de Dios, para el encuentro entre Dios y el hombre.
Casa de Dios, para el encuentro de la comunidad creyente.
Casa de Dios, tanto para el momento íntimo de oración, delante de la Presencia del Señor, como para la celebración festiva, gozosa, de la fe de toda la comunidad.

En el Evangelio que acabamos de escuchar, tres veces aparece la palabra “casa”.
En este día en que estamos celebrando la dedicación de una Iglesia, tal vez nos parezca un poco extraño que el Evangelio no nos hable de un templo, por ejemplo de el gran templo de Jerusalén que Jesús purificó y del que dijo “mi casa es casa de oración”.

No. Aquí se trata de la casa de un hombre, la casa de Zaqueo.
El primero en mencionar la casa es Jesús, diciéndole a Zaqueo: “hoy tengo que quedarme en tu casa”.
Esas palabras de Jesús motivan una reacción en la gente que conocía bien a Zaqueo. Zaqueo era un verdadero sinvergüenza. La gente murmura y menciona de nuevo la casa: “se ha ido alojar a la casa de un pecador”.

Sin embargo, el hecho de que Jesús vaya a su casa, va a provocar un gran cambio en Zaqueo. Al encontrar a Jesús, al recibirlo, Zaqueo se arrepiente del mal que ha hecho, promete no hacerlo más y busca la forma de reparar el daño, devolviendo lo que ha tomado injustamente, y devolviendo más aún. El cambio de Zaqueo es tan grande que se desprende además de lo que le queda de todo eso.

Es así como Jesús vuelve a nombrar de nuevo la casa, diciendo: “hoy ha llegado la salvación a esta casa”.

La casa de Zaqueo se hace así “casa de Dios”, porque Jesús, el Hijo de Dios, ha ido a alojarse en ella, y allí se ha dado el encuentro: el encuentro entre Dios y el hombre Zaqueo. Un encuentro que cambia profundamente la vida de Zaqueo.

Esta Iglesia parroquial de Aceguá, dedicada a Cristo Rey; esta casa que la comunidad construyó y que junto con su párroco mantiene hoy con esfuerzo, es la casa donde Jesús quiere vivir hoy, en medio de su pueblo, en medio de Aceguá. Es el lugar desde donde Él nos quiere comunicar su salvación, despertando y nutriendo nuestra fe con su Palabra, marcándonos para Él con el Bautismo y la Confirmación, alimentándonos con su Cuerpo, comunicándonos su perdón en la Reconciliación, fortaleciéndonos en la enfermedad o la ancianidad con la Unción de los Enfermos, consagrando el amor de dos esposos… y ¿quién sabe? Tal vez el Señor quiera también un día, en este templo confiarle el don del sacerdocio a un joven o del diaconado permanente a un hombre de esta comunidad.

Al dedicar al Señor esta casa, estamos simplemente agradeciendo y reconociendo su obra. Él la ha construido: es suya.
Pero también estamos reconociendo lo que nos enseña el apóstol Pedro en este pasaje de su primera carta que hemos escuchado también: la verdadera casa del Señor es la comunidad, hecha de piedras vivas.
Es Dios quien se va haciendo su casa. Cada uno de nosotros tiene su lugar en ella. Cada uno de nosotros recibe de Él muchos dones, para poner al servicio de la comunidad.

Entregamos al Señor esta casa, esta iglesia parroquial, para que en ella la comunidad de Aceguá se siga reuniendo, se siga construyendo, afianzándose en la fe, la esperanza y el amor, y alabe por siempre la misericordia del Señor. Así sea.

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Más información sobre Aceguá (MIDES-Uruguay) AQUÍ

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