Hacia el Sínodo 2023
Queridos fieles de la diócesis de Canelones:
Hoy, domingo 26 de julio, en la ciudad de Pando, en el Colegio San Luis de los Hermanos Maristas, nos hemos encontrado representantes de las distintas parroquias de la diócesis. Laicos y laicas, personas consagradas, sacerdotes, Mons. Hermes y yo hemos compartido una tarde en la que trabajamos en el aporte de nuestra iglesia diocesana al Sínodo convocado por el Papa Francisco para el próximo año 2023.
Desde el año pasado, nuestras comunidades vienen reflexionando y respondiendo a las preguntas que se nos propusieron. Con esas respuestas se elaboró una síntesis que trabajamos hoy.
El tema del sínodo es “por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”.
Sínodo significa “caminar juntos”. Ser una Iglesia sinodal es hacer ese camino como Pueblo de Dios, con todos sus integrantes, marchando en caravana, donde nadie debe ser dejado atrás. Eso está muy bien representado por el ícono del sínodo, donde se ve en el camino a los distintos miembros de la Iglesia.
“Caminar juntos”… ¿por qué camino? Ahí tenemos que recordar lo que nos dice el mismo Jesús, que se presenta a sí mismo como “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6).
Memoria y presente
Lo primero que se nos pedía en nuestro trabajo era, precisamente, hacer memoria de nuestro caminar juntos, como Iglesia que anuncia el Evangelio, como diócesis de Canelones, partiendo de una pregunta fundamental:
¿Cómo se realiza hoy este “caminar juntos” en nuestra Iglesia diocesana?
Mirando ese caminar, con sus logros y sus fracasos:
¿Qué pasos nos invita a dar el Espíritu Santo para crecer en nuestro “caminar juntos”?
A continuación, se nos proponía reflexionar sobre diez núcleos temáticos:
2. Escuchar
3. Tomar la palabra
4. Celebrar
5. Corresponsables en la misión
6. Dialogar en la Iglesia y en la sociedad
7. Con las otras confesiones cristianas
8. Autoridad y participación
9. Discernir y decidir
10. Formarse en la sinodalidad
Todo esto fue trabajado en las comunidades. En el encuentro, a partir de la síntesis de esos aportes, se trabajó en 8 grupos que retomaron esos temas e hicieron nuevas contribuciones.
Impresiones
Voy a compartir ahora algunas impresiones de lo que hemos vivido esta tarde. Son solo eso, primeras impresiones; no es un análisis definitivo ni mucho menos una propuesta.
Ante todo, creo que todos los participantes tenemos que agradecernos mutuamente el habernos hecho tiempo para estar ahí, en una fría tarde de domingo, sacrificando horas de familia y, algunos, recorriendo una buena distancia para estar presentes. Eso habla de compromiso, de generosidad y también de la necesidad y el deseo de encontrarnos.
Creo que el encuentro fue un reflejo de la realidad diocesana en más de un sentido, con sus riquezas y pobrezas, sus debilidades y fortalezas.
Hay que decirlo, no sin cierta pena, pero también pensando en cómo podemos superar eso, que el trabajo no fue parejo. Hubo aportes bastante completos, donde se percibía detrás una comunidad que fue haciendo un proceso, con buena participación. En otros, daba la impresión de que pocas personas habían participado y las respuestas eran un poco escuetas o muy generales.
Es verdad que no todas las comunidades parroquiales están en las mismas condiciones, porque no son iguales -tampoco es que tengan que serlo-. De por sí, el departamento tiene realidades muy diferentes, con zonas más bien envejecidas y otras más jóvenes y dinámicas. Zonas de población relativamente dispersa y municipios con alta densidad y cercanía. Hay también desiguales situaciones sociales y económicas.
En la atención pastoral, 10 de las 34 parroquias no cuentan con sacerdote residente, lo que significa que varios de los 28 sacerdotes (diocesanos y religiosos) tienen dos parroquias a su cargo.
Los cinco decanatos de la diócesis son también reflejo de esa diversidad. Diferentes mentalidades, diferentes sensibilidades se manifestaron en algunas de las intervenciones.
No obstante, creo que estamos en comunión, que estamos unidos en la misma fe, aunque no todos percibimos de la misma manera la realidad en la que estamos hoy y los desafíos que tenemos delante y, por eso, nuestras respuestas y propuestas son diversas y hasta divergentes.
Un temario amplio
El trabajo que se nos ha pedido nos llevó a abarcar una gran amplitud de temas. Será necesario irlos retomando en forma ordenada, organizada, atendiendo las principales prioridades y urgencias. Me ha llamado la atención la fuerza con que se planteó lo relacionado a la catequesis, una parte muy importante de la vida parroquial. Eso habla de una buena participación de los catequistas en este proceso y el interés de las comunidades sobre el tema.
Se señaló la escasa presencia de jóvenes en el conjunto del encuentro. Se sintió como un llamado para que todos nos preocupemos por el lugar de los jóvenes y, agrego yo, de los adolescentes, en nuestras comunidades. La Pastoral vocacional apareció también entre las preocupaciones. A pesar de eso, creo que esas dos áreas pastorales están realizando una buena tarea, tal vez no percibida por todos, sobre todo en las comunidades donde no hay jóvenes o son muy pocos.
No recuerdo haber oído hablar de Pastoral familiar o de Pastoral social, aunque sí hubo referencias a realidades y situaciones que entran dentro de esas áreas. También hubiera sido bueno contar con una mayor presencia de la educación católica.
No me sigo extendiendo porque hubo muchos otros temas que será necesario ir retomando y trabajando.
Los distintos aportes que se recogieron en esta instancia se integrarán a la síntesis que se presentará en el encuentro pre sinodal nacional, que se realizará en Montevideo el sábado 30 de julio con delegados de las nueve diócesis del Uruguay. Canelones estará representada por Roy Arispe, joven laico; Eva Amaral, laica; Gabriel De Benedetti, laico; la hermana Laura Guisado, Hija de María Auxiliadora; el P. Washington Cabrera, vicario pastoral, el P. Pedro Antón, como referente para el sínodo en nuestra diócesis y el Obispo diocesano.
Siempre: fijar nuestra mirada a Jesucristo
Para finalizar: las reflexiones que compartieron los secretarios de los grupos, así como algunas intervenciones espontáneas, me hacen pensar en lo que creo más evidente y necesario: los cristianos, los creyentes, siempre tenemos que volver nuestra mirada a Jesucristo, como dice la carta a los Hebreos:
Fijemos la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. (Hebreos 12,2)
No es solo la mirada en Jesús, sino, especialmente, en Jesús crucificado, porque
la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. (Romanos 5,8)
Es decir, Jesús no se quedó esperando nuestra conversión. No esperó a que nosotros cambiáramos y, entonces sí, dar la vida por nosotros. El nos amó primero. Contemplando ese amor de Jesús, lo que cabe preguntarnos es cómo amamos y si podemos amar más, para hacer presente en el mundo de hoy y en nuestro solar canario, el amor de Dios, tal como se ha manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Gracias, hermanos y hermanas y que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
+ Heriberto, Obispo de Canelones
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