Cuando comenzamos a leer cualquiera de los cuatro evangelios notamos que una de las primeras cosas que hace Jesús es formar un grupo de discípulos, que pronto será conocido como “los Doce”. El evangelio de Marcos nos los presenta de esta manera:
Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar (Marcos 3,14)
Se trata de un grupo estrechamente unido a Jesús, que lo acompañaba a todas partes.
Sin embargo, ellos no fueron los únicos discípulos. En distintos pasajes del evangelio encontramos a otros hombres y también mujeres, como Lázaro, Marta y María, que reciben a Jesús, lo escuchan y creen en Él. Lucas menciona también un grupo de mujeres que acompañaban a Jesús y a los Doce y “los ayudaban con sus bienes” (Lucas 8,3) y menciona a María Magdalena, Juana y Susana (Lucas 8,2-3).
De un grupo aún mayor de discípulos comienza hablándonos el evangelio de hoy:
El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. (Lucas 10,1-12.17-20)
En este versículo encontramos varios puntos interesantes. Jesús designó a estos discípulos. Cuando hablamos de lo que Dios quiere hacer en este mundo, solemos referirnos al plan de Dios, al designio de Dios, su proyecto de vida y salvación para toda la humanidad.
Estos setenta y dos, al igual que antes lo fueron los Doce, fueron designados, llamados, instituidos, para entrar en el plan de Dios, su designio de salvación. Jesús los envía para preparar el terreno en los lugares donde iba a pasar después.
El número 72 es interesante: es un múltiplo de 12. De acuerdo con lo que nos relata el Antiguo Testamento, Dios hizo su primera alianza con el Pueblo de Israel, formado por Doce tribus. Jesús inicia el camino hacia una nueva alianza designando a Doce discípulos, que luego serán los Doce apóstoles.
Ahora llama y envía en misión a 72, es decir, seis veces 12. Como vemos, el número 12 sigue estando presente en estos setenta y dos. Ese número podría haber sido mayor: 144, doce veces doce. Pero tal vez 72, la mitad de 144, quiere hacernos notar que hay lugar para la misión, que es necesario acrecentar el número de trabajadores. De hecho, es lo que dice Jesús a continuación:
“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lucas 10,1-12.17-20)
Los trabajadores son pocos y el trabajo es abundante; pero, además, es urgente, porque se trata de una cosecha. La cosecha debe levantarse a su tiempo, porque si no, se pierde. Y aquí, no se trata de grano, sino de vidas. Para Dios vale mucho la vida de cada una de sus criaturas y no quiere que nadie se pierda.
Jesús hace varias recomendaciones a los setenta y dos acerca de la actitud que deben tener y cómo deben conducirse, con gran confianza en la Providencia. ¿Qué mensaje llevan estos enviados de Jesús?
Podemos imaginar que estos discípulos compartirían con la gente las enseñanzas que habían recibido de Jesús. Aquí aparecen dos frases que resumen el contenido de un anuncio:
Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!" Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. (Lucas 10,1-12.17-20)
El primer mensaje es paz. Shalom, paz, es el saludo habitual entre los israelitas. Aquí Jesús indica hacerlo de una forma más enfática, es decir, no como una rutina, sino haciendo sentir que es un verdadero ofrecimiento de la paz de Dios. La persona digna de recibirla es la persona que está abierta al proyecto de Dios, a su designio de salvación.
La segunda palabra que Jesús indica a sus discípulos va acompañada de una acción:
Curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”. (Lucas 10,1-12.17-20)
La llegada del Reino de Dios o el Reino de los Cielos es el gran tema de la predicación de Jesús. A él se refieren sus parábolas, muchas de las cuales comienzan con la expresión “el Reino de Dios es semejante a…”. El anuncio de la cercanía del Reino es un llamado a la conversión, al cambio de vida para entrar en el Reino. El Reino de Dios no está en un lugar determinado, sino allí donde alguien cumple en su vida la voluntad del Padre, voluntad de salvación. El cumplimiento de la voluntad del Padre alcanza su plenitud en Jesús. Todo en Él es cumplimiento del plan de Dios. El Reino de Dios está cerca porque Jesús está cerca. El anuncio de los discípulos prepara a la gente para recibir a Jesús.
Jesús no solo manifiesta la llegada del Reino con sus palabras, sino también con acciones que muestran la llegada del Reino. La curación de las enfermedades del cuerpo y del alma es uno de esos signos y, por eso, Jesús dice también a los setenta y dos que curen a los enfermos. El relato concluye con el regreso de los misioneros, llenos de alegría.
En su exhortación La alegría del evangelio, el papa Francisco nos habla de la alegría de encontrar a Jesucristo, pero también, citando a san Pablo VI, de “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”.
Los obispos de América Latina y el Caribe, reunidos en 2007 en el santuario de Nuestra Señor Aparecida, en Brasil, reafirmaron la identidad del cristiano como discípulo misionero de Jesucristo. Discípulos, como los doce, como los setenta y dos, a la escucha del Maestro; misioneros, al igual que ellos, enviados a compartir con alegría el mensaje del evangelio que hemos recibido. Todos los miembros del Pueblo de Dios: fieles laicos, personas consagradas, diáconos, sacerdotes y Obispos somos eso: discípulos misioneros de Jesucristo.
Que el evangelio de este domingo nos ayude y anime a cada uno de nosotros a encontrar nuestro lugar de misión, que, la mayor parte de las veces, no está nada lejos sino, al contrario, allí donde se desarrolla nuestra vida cotidiana.
Asamblea pre sinodal
En preparación al sínodo de 2023, convocado por el Papa Francisco, nuestra diócesis tuvo el domingo pasado una asamblea en la que se puso en común lo trabajado en nuestras comunidades parroquiales. El próximo paso será una asamblea nacional, el sábado 30 de julio, con delegados de las nueve diócesis del país. Este encuentro fue un rico intercambio, un reflejo de nuestra realidad, con sus debilidades y fortalezas y, sobre todo, un momento de comunión y participación de nuestra Iglesia diocesana.
En esta semana
El lunes 4 recordamos al apóstol santo Tomás quien, luego de expresar sus dudas sobre la resurrección de Jesús, hace una profunda profesión de fe llamándolo “Señor mío y Dios mío”.
El miércoles 6 hacemos memoria de santa María Goretti, una niña de doce años, que fue víctima de un crimen pasional cometido por Alessandro Serenelli. Aquel hombre, después de cumplir una rigurosa sentencia, se convirtió, pidió perdón a la madre de María, que se lo concedió y vivió sus últimos años como jardinero y portero de un convento de frailes capuchinos.
Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén.
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