viernes, 20 de septiembre de 2024

“El que quiera ser el primero debe hacerse el servidor de todos” (Marcos 9,30-37). Domingo XXV durante el año.

Cuántas veces nos hemos acercado a un grupo de amigos o conocidos que están conversando y saludamos con un “¿Qué tal, cómo andan, de qué estaban hablando?” Lo esperable es que alguien nos ponga brevemente al tanto y nos enganchemos en la conversación… sin embargo, si la respuesta fuera un inmediato silencio, cruces de miradas y alguien que nos devuelve el saludo con una cortesía más bien fría, nos preguntamos si no habremos sido indiscretos o, peor, si se estaba diciendo algo que no querían que yo escuchara.

Así le sucedió a Jesús con sus discípulos en el evangelio de este domingo. Llegando a la casa, les preguntó:

«¿De qué hablaban en el camino?»  Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. (Marcos 9,33-34)

La pregunta de Jesús, pues, fue respondida con un silencio.. de culpa, de vergüenza… Los discípulos se estaban enfrentando, estaban disputando un lugar de privilegio. Iban caminando detrás de Jesús, pero no lo estaban siguiendo espiritualmente. El domingo pasado, recordemos, escuchamos a Jesús decir con claridad:

El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. (Marcos 8,34)

Más aún, Jesús había hecho el primer anuncio de su pasión. Y antes de esta discusión de los discípulos, había hecho su segundo anuncio:

«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará» (Marcos 9,31)

Este nuevo anuncio tiene alguna diferencia con el primero. En lo esencial, dice lo mismo: lo matarán y resucitará al tercer día. Pero en el primer anuncio, Jesús hablaba del rechazo de las autoridades: “los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas”. Aquí, en cambio, habla de “los hombres”. No se trata solo del rechazo circunstancial, histórico de algunos, sino del rechazo de una humanidad que no reconoce en Jesús la manifestación de Dios, la expresión del inmenso amor de Dios. Humanidad para la que la presencia de Jesús es molesta, como la del hombre justo de quien habla la primera lectura y del cual dicen los malvados:

Tendamos trampas al justo, porque nos molesta
y se opone a nuestra manera de obrar (Sabiduría 2,12.17-20)

En este contexto, la discusión de los discípulos nos choca. Jesús anuncia que va a ser entregado, que va a sufrir, que va a morir, e invita a tomar la propia cruz para seguirlo. Los discípulos, en cambio, tienen delirios de grandeza.

Pero aquí, como el domingo pasado, vemos la paciencia de Jesús. En lugar de descartar estos discípulos tan cerrados y buscar otros que lo siguieran de verdad, Jesús sigue enseñando. Aquí podemos hacer un paréntesis y mirar dentro de nosotros mismos y reconocernos en esos discípulos que se cierran a la enseñanza del Maestro… y contemplar su paciencia con nosotros… y así, prepararnos para escuchar lo que sigue diciendo Jesús.

Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos».
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a Aquel que me ha enviado». (Marcos 9,35-37)

Se trata de dos enseñanzas, pero no hay que separarlas.

Antes que nada: ser el primero, ser el más grande, es hacerse el último y el servidor de todos. Jesús predica eso con su ejemplo constante. El lavado de los pies, en la última cena, realizando esa tarea destinada al servidor, al esclavo, nos presenta a Jesús poniendo en práctica su propia palabra e invitándonos a imitarlo.

Luego: ¿a qué viene aquí lo del niño? Seguramente recordamos otros pasajes del Evangelio donde Jesús habla de ser como niños. Aquí no habla de eso. Aquí habla de recibir a los niños, “a uno de estos pequeños”. No simplemente recibirlos, sino recibirlos en su Nombre.

¿Qué significa esto? Jesús se refiere al niño como “pequeño”. No es solo por la edad o por el tamaño. Los discípulos discutían sobre quién era el más grande. Jesús les señala que el más grande es el que recibe a los pequeños en su Nombre.

Todo aquel que busca subir socialmente, tiende a acercarse a las personas que le permitirán ese ascenso. Personas “grandes”: ricas, poderosas, influyentes. A la vez, se distancia de aquellos que no pueden ofrecerle nada de eso. Al contrario, el niño, el pequeño, representa a quien no tiene nada y necesita de todo. Por eso, “hacerse servidor de todos” comienza, precisamente por el cuidado y el servicio de los más pequeños en todo sentido: los más vulnerables, como suele decirse hoy en día.

En Uruguay, los niños están allí. Ellos llaman a nuestra conciencia. Los niños por nacer y su derecho a que su vida no sea truncada…  y están los que ya nacieron, muchos de los cuales crecen en situaciones de pobreza que no terminan de revertirse. La infantilización de la pobreza y qué hacer para enfrentarla es un tema que reaparece en estos días. 

Desde el Estado se han implementado diferentes políticas, se han creado programas de atención a la infancia. En ellos participan organizaciones de la sociedad civil y también de la propia Iglesia. Muchas carencias se cubren de esta forma. 

Con todo, la carencia más profunda, la pobreza más honda, es la falta de amor. La mayor necesidad, no satisfecha y muchas veces inconsciente, de cada persona que viene a este mundo, es la necesidad de ser amada incondicionalmente y de que se le haga sentir su valor como un ser único, cuya vida tiene lugar y sentido aquí y ahora. Nuestro mejor y más grande servicio, como seguidores de Jesús, es llevar a todos el amor de su Sagrado Corazón. Para eso le pedimos al Señor que cada día haga nuestro corazón más semejante al suyo. 

Actividades en la Villa

Nuestra Casa de Retiros Villa Guadalupe ha tenido mucho movimiento en lo que va del mes. Sacerdotes y diáconos estuvimos allí de retiro durante una semana. Hoy culmina el encuentro nacional de los GEV, Grupos “Esperanza Viva” relacionados a la Fazenda de la Esperanza. Esta tarde, un encuentro de Música y Espiritualidad. El fin de semana que viene, el Cursillo de Cristiandad para Mujeres. En fin, eso nos habla de una Iglesia viva, signo de esperanza, como nos lo mostraron los jóvenes hace quince días en Pando.

En esta semana

  • Hoy, 22, la parroquia San Adolfo celebra su fiesta patronal.
  • Mañana, lunes 23, recordamos a San Pío de Pietrelcina, el querido Padre Pío.
  • El martes 24, la Virgen de las Mercedes, patrona de la Diócesis de Mercedes (Soriano y Colonia) y de la Pastoral Carcelaria.
  • El viernes 27, San Vicente de Paúl, celebro mis aniversarios sacerdotal (1986) y episcopal (2003). 
  • El sábado 28, en Salto, estaré participando en la ordenación sacerdotal de dos jóvenes. 
  • Se ha anunciado para el primero de diciembre, en Santa Rosa, la ordenación de Sergio Genta.

Gracias, amigas y amigos por su atención. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén. 

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