domingo, 1 de noviembre de 2020

Misa - Solemnidad de Todos los Santos - Domingo 1 de noviembre de 2020

 

Esta capilla está dedicada a Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás.
Fue construida a fines de los años 70, por iniciativa de los sacerdotes lateranenses.
El domingo 3 de diciembre de 1978, solemnidad de Cristo Rey, se celebró la primera Misa, con la capilla ya casi terminada. La intención fue dedicarla a Cristo Redentor, aunque eso no quedó claramente establecido.
En 1999, cuando Mons. Roberto Cáceres, ya obispo emérito, quedó por un año de nuevo al frente de la diócesis, fue dedicada a Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, teniendo en cuenta la imagen de esa advocación que había sido instalada sobre la ruta y que puede verse al inicio del vídeo.

 

Homilía

“Alégrense y regocíjense”, les dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa. Así comienza el papa Francisco su exhortación “sobre el llamado a la santidad en el mundo actual”. Y sigue diciendo el papa, en el primer párrafo:
“El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos…”
En este domingo primero de noviembre, estamos celebrando la solemnidad de todos los santos, que precede a la conmemoración de todos los fieles difuntos, que tendrá lugar mañana.
Esta fiesta nos invita a contemplar a los santos y a examinar el lugar que tienen en nuestra vida y, también, de una manera especial, a reflexionar sobre el llamado a la santidad, un llamado que Dios dirige a todos.

¿Qué pensamos cuando hablamos de los santos?
Creo que, para mucha gente, los santos son, ante todo, personas que están junto a Dios y que interceden por nosotros, es decir, que le presentan a Dios nuestras peticiones.
Pienso en todo lo que significan, por ejemplo, san Cono, san Expedito, san Pancracio, santa Rita de Casia, san Pío de Pietrelcina… mucha gente los invoca en momentos de enfermedad, de necesidad material, afectiva o espiritual, esperando conseguir, por medio de ellos, aquello que necesita.
Eso está bien, siempre que no nos olvidemos que todo viene de Dios; que el santo es solo un intercesor, es decir, alguien que está junto a Dios y reza por nosotros.
Es lo mismo que le pedimos a Santa María Virgen: “ruega por nosotros pecadores…”

Pero también tenemos que preguntarnos porqué esos hombres y mujeres están junto a Dios.
La respuesta está en la vida que llevaron aquí.
Nos vamos haciendo más amigos de los santos cuando conocemos su vida, su obra, sus enseñanzas.
Cuando muere una persona que ha tenido siempre fama de ser una santa, la Iglesia suele hacer un proceso para definir si realmente esa persona fue santa y su vida puede ser presentada como un modelo de vida cristiana.
Ese proceso se llama “canonización”, palabra que viene de “canon”, que significa “regla, norma”; porque la persona canonizada muestra una manera cristiana de vivir, una manera de vivir con fidelidad al evangelio.
Así, la vida de san Francisco de Asís es una de las más conocidas y difundidas, incluso a través de varias películas. El papa Francisco se inspiró en él desde el comienzo de su pontificado, empezando por la elección de su nombre, pero también con sus mensajes sobre el cuidado de la casa común, Laudato Sí’ y ahora con Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social.
Los sacerdotes diocesanos queremos mucho a san Juan María Vianney, el santo Cura de Ars, que vivió entregado a los fieles de su parroquia.
Los salesianos y salesianas han difundido la vida de Don Bosco, sus sueños, su proyecto educativo, sus enseñanzas.
Santa Teresita del Niño Jesús es también una santa muy querida… santa Joaquina Vedruna, con su periplo de esposa, madre, viuda, consagrada y fundadora… también es conocida la historia de san Óscar Romero, el arzobispo mártir de San Salvador.
Conocer la vida de los santos nos ayuda en nuestro camino de fe, al ver cómo su fe los sostuvo en las pruebas por las que pasaron… santa Rita en su situación de violencia familiar, santa Teresita en su enfermedad y su vida de oración, don Bosco en su obra con los niños y los jóvenes, el cura de Ars en la atención de sus fieles, san Óscar Romero en su enfrentamiento a la violencia que caía sobre su pueblo, o el más nuevo de los beatos, el joven Carlo Acutis, con su apostolado a través de internet a pesar de su enfermedad.
Nuestra diócesis tuvo la visita de más de un santo:
todos recordamos a san Juan Pablo II; pero por aquí pasó también santa Nazaria March, fundadora de las Cruzadas de la Iglesia; que vivió más de un mes en Melo.
También estuvieron entre nosotros otros hombres y mujeres que tienen comenzada su causa de beatificación, que es el paso previo al proceso de canonización: Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, que estuvo en Melo, Treinta y Tres y Río Branco; la madre Giovanna, fundadora de las Misioneras Franciscanas del Verbo Encarnado, que visitó Fraile Muerto; el P. Bartolomé Pons, mártir en la guerra civil española, que fue párroco de Santa Clara de Olimar y Cerro Chato.

Hombres y mujeres que interceden por nosotros, que son presentados como modelos para nuestra vida…
Ahora bien, todo eso ¿no los pone lejos de nosotros? Ellos, junto a Dios… nosotros, de este lado… No podemos de dejar de verlos como seres excepcionales.
Y sin embargo, la Iglesia nos habla, en el Concilio Vaticano II, del llamado universal a la santidad. Todos llamados a ser santos.
Esto viene desde las raíces más hondas de la fe, desde la primera alianza de Dios con su pueblo. Dios le dice: “ustedes serán santos, porque yo, el Señor, soy santo”.
Entonces, el llamado no es para individuos aislados, destacados, sino para un pueblo, para el Pueblo de Dios, para la comunidad de los creyentes, para hacernos santos como pueblo, como comunidad; es decir, ayudarnos unos a otros en ir creciendo en la fe y en vivir de acuerdo con esa fe que compartimos.
El papa Francisco nos dice que no pensemos solo en los que ya han sido beatificados y canonizados. De alguna manera, ese es el sentido de celebrar esta fiesta de todos los santos, para incluir a todos, también a aquellos que vivieron su santidad anónimamente, santidad que fue conocida apenas por las personas que los trataron.
Francisco nos habla de “los santos de la puerta de al lado”, es decir, esos santos y santas que podemos encontrar entre nuestros vecinos. Dice el papa:
“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. (…) Esa es muchas veces la santidad ‘de la puerta de al lado’, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios…”

¿Cómo presenta el Concilio al llamado universal a la santidad? Dice así:
“Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre”.

Todos: hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos, ancianos; fieles laicos, personas consagradas, sacerdotes… todos, pero “cada uno por su camino”.
Hay modelos admirables, pero no imitables. Cada uno está llamado a buscar, con la ayuda de Dios, su propio camino, a partir de los dones que Dios le ha dado. En esos dones, diferentes dones de Dios, dones del Espíritu Santo que cada uno tiene: allí está la base o el punto de partida para el propio camino de santidad.
Esos dones no son adornos ni privilegios: los recibimos de Dios para ponerlos al servicio de la comunidad, en su sentido más amplio. La comunidad eclesial, pero también la comunidad humana, con un sentido de fraternidad universal.
Termino con los consejos del papa Francisco para vivir la santidad en los diferentes estados de vida:
“¿Eres consagrado o consagrada? Sé santo viviendo con alegría tu entrega. ¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales”.
“Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada uno se encuentra”.

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