lunes, 21 de marzo de 2022

Canonizaciones: Carlos de Foucauld, el hermano universal.

 

El próximo 15 de mayo de 2022 será canonizado el beato Carlos de Foucauld. Su vida es un ejemplo de soledad fecunda. Viviendo sus últimos años como ermitaño en el Sáhara argelino, dejó, sin embargo, un legado espiritual que ha enriquecido la vida de la Iglesia, sin haberse propuesto nada más (y nada menos) que "gritar el evangelio con su propia vida". De ese valioso testamento nace una gran familia espiritual formada por numerosos grupos y miembros que lo reconocen como fundador o inspirador.

Carlos de Foucauld, el Hermano Carlos de Jesús o, simplemente, el Hermanito Carlos, nació en Francia, en la ciudad de Estrasburgo, el 15 de septiembre de 1858. A los 6 años quedó huérfano. Creció con su hermana María bajo el cuidado de su abuelo y se orientó hacia la carrera militar.

En la adolescencia perdió la fe y se hizo conocido en la sociedad por su gusto por la vida fácil, en la que malgastó, al estilo del hijo pródigo, la herencia recibida a la muerte de su abuelo.

"Me hacías sentir un vacío doloroso, una tristeza que no he experimentado más que entonces (…); me tenía mudo y abrumado durante las fiestas (…). Tú me dabas esa vaga inquietud de una mala conciencia que, por dormida que estuviera, no había muerto del todo (…) Eso era, pues, un don tuyo. (…) ¡Qué bueno eres!"
Esa etapa quedará atrás y se revelará en él una voluntad fuerte y constante en las dificultades.
En los años 1883-1884 emprendió una peligrosa exploración de Marruecos, que le valdrá una medalla de oro de la Sociedad de Geografía de París.

Sorprendentemente, la exploración de aquel territorio y el encuentro con sus habitantes, lo llevará a la exploración de un territorio aún más misterioso: su propia alma, hasta el reencuentro con su fe, a partir del impacto que produjo en él la fe de los musulmanes.
“El Islam me produjo una impresión profunda. La vista de aquella fe, de aquellas almas que vivía en la presencia continua de Dios, me hizo entrever algo más grande y más verdadero que las ocupaciones mundanas: ad máiora nati sumus” (hemos nacido para cosas más grandes, para asuntos más nobles).
«Dios mío, si existes, haz que te conozca», pide en una oración que nace de su corazón en búsqueda.

Regresando a Francia, le emociona mucho la acogida discreta y cariñosa de su familia, profundamente cristiana, y continúa su búsqueda. Guiado por un sacerdote, el Padre Huvelin, él encuentra a Dios en octubre de 1886. Tenía 28 años.
«En cuanto creí que existía un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa que vivir sólo para El».
Durante una peregrinación a Tierra Santa descubrió su vocación: seguir a Jesús en su vida de Nazareth.
De regreso en Francia se unió a los monjes trapenses, con quienes estuvo durante siete años; primero en Nuestra Señora de las Nieves, en el departamento de Ardeche y después en Akbes, en Siria.
Pasó después a una vida de soledad en oración y adoración cerca de las Clarisas de Nazareth.

El 9 de junio de 1901 fue ordenado sacerdote en la capilla del Seminario Mayor de Viviers. Tenía 43 años. Decidido a ir al encuentro de los más alejados, «los más olvidados y abandonados», partió al desierto del Sáhara, en Argelia, donde vivirá primero en Beni-Abbes y luego en Tamanrasset, en medio de los Tuaregs.

En su vida de soledad, recibe siempre fraternalmente a sus visitantes. Quería que cada uno lo considerase como hermano, «el hermano universal». Quería «gritar el evangelio con toda su vida» en un gran respeto de la cultura y la fe de aquellos en medio de los cuales vivió.
«Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: “Si tal es el servidor, como entonces será el Maestro...”?».
El primero de diciembre de 1916, una banda rodeó su casa y lo capturó, con intenciones de cobrar un rescate. La llegada de soldados creó un momento de pánico entre los asaltantes y el adolescente que custodiaba al hermanito Carlos, retenido en la capilla, lo ultimó con una bala.

En el año 1929 su cuerpo fue desenterrado y trasladado a su sepultura actual en El Menia.

Carlos de Foucauld siempre soñó compartir su vocación con otros. Después de haber escrito varias reglas religiosas, pensó que esta «vida de Nazareth» podía ser vivida en todas partes y por todos. Actualmente la «familia espiritual de Charles de Foucauld» comprende varias asociaciones de fieles, comunidades religiosas e institutos seculares de laicos y sacerdotes.

Espiritualidad

La espiritualidad del hermanito Carlos se resume en su oración del abandono.
Los miembros de la Familia espiritual de Carlos de Foucauld nos dicen que esta oración no fue escrita para ser rezada por él ni por sus posibles compañeros. Al escribirla, como parte de sus meditaciones sobre el evangelio, la pone en boca de Jesús. Si la leemos en esa clave, comprendemos que solo puede ser rezada por el Hijo de Dios. Cuando nosotros la rezamos, cuando entramos en su sentido tan profundamente como nos sea posible, nos damos cuenta de que es para nosotros una exigencia demasiado grande. Solo puede ser rezada si la rezamos junto con Jesús, de modo que, con su ayuda, podamos avanzar un poco más en el espíritu de abandono y unirnos al mismo Jesús en su abandono confiado al Padre.

Padre mío
Me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco.
Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo,
con tal que tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en tus manos.
Te la doy, Dios mío,
Con todo el amor de mi corazón.
Porque te amo
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en tus manos
sin medida,
con una infinita confianza,
porque tú eres mi Padre.

Referencias de interés:

Dicasterio para la causa de los santos: Carlos de Foucauld (1858-1916)

Dicasterio para la causa de los santos: homilía en la beatificación, 13 de noviembre de 2005.

Familia espiritual Carlos de Foucauld

Wikipedia: Carlos de Foucauld

 
 

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