viernes, 25 de marzo de 2022

Un pueblo que protege al niño con su madre. Mensaje de la Comisión Nacional de Pastoral de Familia y Vida (CEU) en el Día del niño por nacer.

“Un pueblo que protege al niño con su Madre”

Tomemos conciencia – defendamos – ayudemos

Introducción:

La Comisión de pastoral de familia y vida de la CEU, en el día del niño por nacer, hace un llamado al pueblo uruguayo, bajo el enunciado "un pueblo que protege al niño con su madre”. 

En primer lugar, como parte del pueblo uruguayo, apelamos a lo mejor de nuestro ser, que valora a los demás, especialmente al débil, para que protejamos al niño con su madre.

Es una invitación a que tomemos conciencia de lo que esto significa con relación a la vida que comienza en el vientre materno. Y también una reflexión sobre lo que estamos haciendo como pueblo, lo que no es coherente o se opone a la protección de la vida de cada ser humano desde la concepción hasta su muerte natural.

Por eso invitamos a preguntarnos:

  • ¿De verdad queremos ser un pueblo responsable, que cuida a todo ser humano, o aceptamos ser un pueblo que edifica su futuro en la destrucción de bebés en el vientre, de seres humanos engendrados que aún no han nacido?
  • ¿Creemos que es ético y verdadero el mensaje que naturaliza el aborto, como un "aquí-no-pasa-nada": ni al pobre niño, ni a la madre, ni a la sociedad entera?
  • ¿Son éticas las manipulaciones de fetos humanos, con distintos fines, que además provocan múltiples destrucciones?
  • Sí, como solemos decir, NADIE ES MÁS QUE NADIE, entonces ¿cómo vamos a atrevernos los adultos a segar la vida de un bebé antes de su nacimiento?

Invitamos a asumir la situación actual:

Algunas miradas lúcidas nos pueden ayudar a reaccionar ante el hecho de que la percepción de la gravedad del aborto se haya ido debilitando progresivamente en la conciencia de muchos.

"No puede menos de causar extrañeza el ver cómo crecen a la vez la protesta indiscriminada contra la pena de muerte, contra toda forma de guerra, y la reivindicación de liberalizar el aborto, bien sea enteramente, bien por 'indicaciones' cada vez más numerosas" (1).

"La aceptación del aborto en la mentalidad, en las costumbres y en la misma ley es señal evidente de una peligrosísima crisis del sentido moral, que es cada vez más incapaz de distinguir entre el bien y el mal, incluso cuando está en juego el derecho fundamental a la vida. Ante una situación tan grave, se requiere más que nunca el valor de mirar de frente a la verdad y de llamar a las cosas por su nombre, sin ceder a compromisos de conveniencia o a la tentación de autoengaño" (2).

Hasta los que apoyaban la desgraciada ley de despenalización del aborto decían que el aborto siempre es doloroso y una tragedia para la mujer. Pero luego, de forma contradictoria, se crea todo un sistema de facilitación del aborto. Se dificulta lo que ayude a la mujer a no realizarlo. Se llega hasta la falsedad de proclamar que un delito —aun despenalizado— se vuelva un supuesto derecho.

Es necesario seguir dejando claro que el aborto es también un drama para la madre. La ofrecida pseudo-solución del aborto la deja más desamparada, menos libre para defender a su criatura, más abandonada.

La actual ley, que carece de fundamento ético en muchos aspectos, sin embargo, al menos debe buscar cumplirse en lo que puede favorecer a la mujer para no deshacerse de su hijo, para que evite el aborto y pueda resolver satisfactoriamente su situación. En primer lugar, ha de ser ayudada a darse plenamente cuenta del valor intrínseco de la criatura que está en su seno y vive por ella.

El aborto despenalizado jurídicamente, legitimado socialmente, hace al varón más irresponsable de su sexualidad, y con mayor capacidad de presionar a la mujer para que se deshaga de su hijo. Al mismo tiempo se desconoce el deber y el derecho del padre a cuidar de quien ha engendrado con concurso de la mujer. Nuestra sociedad requiere de varones formados para el respeto de la mujer, la valoración de la sexualidad, la responsabilidad y la gran misión de la paternidad.

La sexualidad presentada como mero placer, autocomplaciente, egocéntrica, trae consigo tanto la falta de responsabilidad y respeto en las relaciones, como de la valoración de la comunicación de la vida, la paternidad y la maternidad, la entrega a los hijos. 

Son cancelados, por una visión dominante de lo políticamente correcto, los posibles avances en una educación que presente una recta concepción de la sexualidad humana, con exigentes valores morales; una sexualidad responsable, en que se valore el dominio de sí, la castidad, el amor y la entrega.

Asumamos las consecuencias de la situación actual:

Apelamos a ser un pueblo solidario, respetuoso de todos y en particular de cada ser humano desde que comienza a existir, en su unidad, como lo demuestra la observación científica: el feto es un ser humano único, nuevo, que quiere vivir. Esta misma convicción nos lleva a respetar al ser humano aún en la debilidad y la vejez, hasta su muerte natural.

Hacemos un llamado a atender la situación social y cultural a la que hemos llegado, y en la que inculcamos como normal y hasta bueno el aborto procurado. Comprometámonos y ayudemos a que la sociedad, la cultura, la formación de las nuevas generaciones, las familias rechacen el aborto como una supuesta solución y seamos un pueblo que respete y defienda la vida.

Invitamos a cada uno, a los medios de comunicación, a la educación, al Estado, a una clara opción por ayudar a la madre y al niño por nacer. Los médicos, los auxiliares de la salud, las instituciones de la salud, están al servicio de la vida humana, no de su destrucción, sea en sus inicios, sea en su desarrollo, sea en diversas dificultades, incluido su próximo término.

Pedimos acciones concretas para ayudar a la educación de niños, adolescentes y jóvenes, así como en el pensamiento adulto, en la convicción del respeto y protección que debe tener todo ser humano desde su concepción.
Debe mostrarse la gravedad del aborto y la voluntad de ayudar a evitarlo. "El ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente a la vida (…) Los embriones humanos obtenidos in vitro son seres humanos y sujetos de derecho. Su dignidad y su derecho a la vida deben ser respetados desde el primer momento de su existencia‖" (3).

Protejamos al bebé antes de su nacimiento, en su desarrollo embrional y fetal. Protejámoslo de todo lo que lo que pueda dañar, de ser manipulado. Seamos respetuosos de cada ser humano, aun cuando su presencia no hubiera sido prevista y aun cuando tenga problemas. Es un ser digno de ser cuidado y amado, como queremos ser cuidados y amados nosotros mismos. Como lo afirma la Convención Americana sobre derechos humanos: ―Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y en general, a partir del momento de la concepción (4).

Protejamos a la madre. No se protege a la mujer de su hijo, del engendrado y nascituro, es decir, de la persona antes de nacer que está en el claustro materno, porque no es un agresor. La protegemos en las circunstancias adversas, de cualquier índole, incluida de la presión para que aborte.
Por eso, se ha de ayudar a las mujeres embarazadas, para que cuiden del hijo que está en su seno y puedan superar las diversas dificultades. De esta manera también las protegemos a ellas de cometer un acto tan injusto que las marcará en su corazón. Con los medios actuales hay que mostrarle la realidad del feto vivo, presente, creciendo. Que la madre reciba el apoyo económico, psicológico, espiritual, que la fortalezca, según las circunstancias. También es importante auxiliar a la mujer que ha procurado un aborto a superar las dificultades del llamado "síndrome post-aborto". Hay que reconocer este daño que se difunde en la sociedad.

Formemos al varón para la responsabilidad en la generación y la consecuente paternidad.
Debemos mirar también el lugar del varón, del padre. Ello comienza por la valoración de la mujer, como persona y como mujer. El respeto y defensa de su dignidad.

¿Estamos contentos con ir destruyendo las bases para formar familias fuertes, estables, responsables? ¿Estamos de verdad ayudando a los adolescentes y jóvenes a formarse como personas sexualmente maduras, responsables, capaces de formar familias sanas y estables, amantes de comunicar la vida, cuidarla, y educar a sus hijos, de ser madre y padre corresponsables?

Es necesario formar en una recta concepción de la sexualidad humana, que ha de ser responsable, en que se valore el dominio de sí, la castidad, el amor y la entrega de sí mismo. Eso supone denunciar la visión liberticida y esclavizadoramente hedonista fomentada por todas partes, con la pornografía como gran negocio internacional, que genera esclavos del sexo sin amor e irresponsable, dependientes de meros estímulos.

Llamado particular a los católicos

Nos dirigimos a los católicos para recordar las enseñanzas de la Iglesia en estas dimensiones de la realidad humana, de la ética y del llamado a la santidad, también en la sexualidad, en la procreación y el cuidado de los hijos.

Creemos en Dios creador y providente. Reconocemos que el último fundamento de la dignidad de cada ser humano es Dios creador y redentor del hombre. Y sabemos que hay un llamado, una vocación divina, en nuestra naturaleza humana, en nuestra persona humana, en nuestro ser varón y mujer y sus capacidades.

Más aún, para nosotros bautizados, el llamado a la vida matrimonial, la procreación y la educación de los hijos está renovado por el Sacramento del Matrimonio. Por ello, antes que nada estamos llamados a dar testimonio de este don de Dios.

Recordamos que no le es lícito a nadie a participar directamente en la procuración de la muerte de un nascituro (= niño por nacer). Siempre es la destrucción de un ser vivo humano inocente, "objeto de solicitud por parte de la Providencia divina". Tengamos en cuenta la antiquísima Carta a Diogneto en la cual se dice de los cristianos: "Ellos procrean niños, pero no abandonan el feto" (5).

Invitamos a cada uno, a todo nuestro pueblo, a trabajar para ser "un pueblo que protege al niño con su madre" – tomemos conciencia, defendamos, ayudemos –.

1 Declaración de la Congregación Doctrina de la fe, del 18.11.74, 1.

2 Evangelium vitae, 58.

3 Donum vitae, 5.

4 Convención Americana sobre Derechos humanos (Pacto de San José de Costa Rica), n.1.

5 Congregación para la doctrina de la fe, Declaración sobre el aborto, nota 7 Atenágoras, En defensa de los cristianos,35; Carta a Diogneto, V, 6.

No hay comentarios: