viernes, 4 de marzo de 2022

“Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto” (Lucas 4,1-13). Domingo I de Cuaresma.

Hace poco, decía alguien que marzo es como el lunes de los meses; es decir, el mes del comienzo del año en muchos aspectos. El verano no se ha ido del todo, pero ya está en retirada y el otoño llegará en este mes. Recomienzan las clases, algunos vuelven de sus vacaciones; en todo caso, para muchos el ritmo de trabajo se hace ahora más intenso. Y en este arranque de tantas cosas, comienza también, este año en marzo, nuestro tiempo de Cuaresma. 

Para quienes tratamos de vivir y practicar nuestra fe, cuaresma es una palabra familiar, que nos habla de oración, ayuno, limosna y, sobre todo, de conversión: examinar nuestra conciencia, arrepentirnos de nuestros pecados y volver el corazón a Dios.
Para muchos uruguayos, sin embargo, esta palabra es totalmente extraña. No quiere decir nada. ¿Seremos capaces de comunicar lo que significa para cada uno de nosotros y de invitar a otros a entrar en este tiempo y caminar juntos hacia la Pascua?

El evangelio de este primer domingo nos introduce en la Cuaresma de Jesús: sus cuarenta días en el desierto, en oración, preparándose para su misión y enfrentando al tentador.
Tanto Lucas como Mateo nos presentan este relato, marcado por tres tentaciones:

«Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan.»
«Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos (…) si tú te postras delante de mí…»
«Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden…» (Lucas 4,1-13)
Tres tentaciones, que resumen las muchas posibles y que, en realidad, simbolizan toda la lucha entre el bien y el mal. Es también la lucha de cada persona: o elegir a Dios y ponerlo en el centro de la propia vida o cerrarse sobre sí mismo y dejar de lado a Dios.
No olvidemos que el demonio, el tentador, es una criatura. Creado por Dios para compartir su eternidad, rechazó el llamado del creador de una sola vez y para siempre. Ese rechazo es la negación de su propio ser. Satanás no puede ofrecer un camino, porque él mismo no lo tiene. Su objetivo es la destrucción del ser humano, impidiendo que llegue a la comunión con Dios o buscando romper esa comunión cuando el hombre la ha alcanzado.
Y eso es lo que trata de hacer con Jesús: que Jesús rompa su comunión con el Padre.

Si leemos de nuevo, con cuidado, las tres tentaciones, veremos que hay una de ellas que se diferencia muy especialmente de las otras.
No es convertir las piedras en pan, porque pensando en otros milagros, como el agua cambiada en vino o la multiplicación de los panes, es algo que el mismo Jesús podría realizar.
Tampoco es la que propone a Jesús tirarse desde lo alto del templo, porque allí podría ser salvado por Dios, por medio de sus ángeles.
Pero cuando Satanás le ofrece a Jesús el poder y los reinos de la tierra, no invoca ni el poder que Jesús podría tener ni la eventual acción de Dios: en forma especialmente atrevida, le dice a Jesús que eso se lo dará, si Jesús se postra ante él: “si tú te postras delante de mí”.
La postración es un acto muy intenso. Físicamente, involucra todo el cuerpo. Es tenderse en el suelo, boca abajo, y permanecer así por cierto espacio de tiempo.
Espiritualmente, el gesto tiene varios significados. En primer lugar, es el reconocimiento de la grandeza de aquel ante quien uno se postra y de la propia humildad. Es el mayor acto de adoración. En la primera lectura aparece como lo que debe hacer alguien que lleva ofrendas ante el altar:
“Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de Él” (Deuteronomio     26, 1-2. 4-10)
Frente a la insólita pretensión del tentador, Jesús contesta en forma contundente:
«Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto.»
Mateo coloca la tentación del poder al término del relato: el triunfo de Jesús sobre el tentador anuncia el final de su evangelio, en el que Jesús Resucitado dirá a sus discípulos: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra” (Mateo 28,18) antes de enviarlos a proclamar la buena noticia de la salvación. Es así: todo poder le ha sido dado por el Padre.
Lucas, en cambio, deja para el final la tentación que ocurre en el templo de Jerusalén, porque en esa ciudad y en su entorno, Jesús volverá a ser tentado y triunfará marchando hacia su pasión, su muerte y su resurrección. Con ese cambio de orden, la tentación del poder no queda soslayada. Al contrario: queda en el centro. Postrarse ante Satanás hubiera sido la total ruptura de la comunión con Dios y la destrucción de la misión de Jesús.
Para Lucas, Jesús es el nuevo Adán, el primogénito de la humanidad nueva. La genealogía de Jesús en este evangelio llega hasta el primer hombre. Si el primer Adán rompió la comunión con Dios dejándose arrastrar por el tentador, Jesús, nuevo Adán, tiene como proyecto de vida vivir la comunión con Dios y restablecer la comunión de toda la humanidad con su Creador.

Adentrémonos, personal y comunitariamente, en el camino de la Cuaresma invocando al Espíritu Santo, que condujo a Jesús, que nos fortalece ante la tentación y que genera y consolida nuestra comunión con Dios. Recordando el evangelio del miércoles de ceniza, busquemos realizar nuestras prácticas cuaresmales no solo exteriormente, sino, sobre todo, de corazón, en adoración y entrega al Padre “que ve en lo secreto”. Finalmente, no olvidemos el consejo que el Papa Francisco nos entrega, tomado de la misma Palabra de Dios:
«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos,
cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Gálatas 6,9-10a)

Intención del Papa Francisco para el mes de marzo: bioética

En este mes, el Papa Francisco nos propone rezar “por una respuesta cristiana a los retos de la bioética”. 

“Recemos para que los cristianos, ante los nuevos desafíos de la bioética, promuevan siempre la defensa de la vida a través de la oración y de la acción social”.

Día Internacional de la Mujer

Con motivo del 8 de marzo, quiero saludar a las mujeres, especialmente a aquellas que encuentro día a día; entre otras, las que hacen parte de mi familia y de mi entorno, las que encuentro en las comunidades que visito, las profesionales con las que me ha tocado interactuar. Su sensibilidad y su mirada diferente sobre las personas y los acontecimientos me ayudan muchas veces a prestar atención y responder a situaciones que, de otra forma, yo no hubiera percibido. A ellas, muy feliz día.

IV Centenario de la canonización de San Isidro

El sábado 12 se cumple el cuarto centenario de la canonización de cinco grandes santos, celebrada por el Papa Gregorio XV: san Felipe Neri (+1595), santa Teresa de Jesús (+1582), san Ignacio de Loyola (+1556), san Francisco Javier (+1552) y san Isidro Labrador. Los cuatro primeros habían fallecido no muchos años antes, entre 1552 y 1595; en cambio, la devoción a San Isidro tenía ya 450 años.
En nuestra diócesis, el santo labrador no solo es patrono de la ciudad y de la parroquia de Las Piedras, sino también de varias capillas. Su imagen, a veces acompañada por la de su esposa, está presente en varios templos parroquiales. San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza son ejemplo de padres de familia cristianos, de trabajadores y de santidad en la sencilla vida cotidiana.

Gracias, amigas y amigos, por su atención. Que todos podamos vivir fecundamente este tiempo de Cuaresma, profundizando nuestra conversión, volviendo de corazón a Dios. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

No hay comentarios: