jueves, 17 de marzo de 2022

“Si no se convierten, todos acabarán de la misma manera” (Lucas 13,1-9). Tercer domingo de Cuaresma.

 

 

La reflexión de hoy podría titularse algo así como “declaraciones de Jesús sobre sucesos recientes” y aquí va el primero de ellos.

Se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. (Lucas 13,1-9)
Este hecho terrible puede ser mirado desde muchos puntos de vista. Tiene implicancias políticas y religiosas. Es un salvaje acto de represión por parte de la autoridad romana y es también una profanación, porque ocurre en el templo, en medio de una ceremonia religiosa.

Jesús hará su declaración al respecto, pero, como para reforzar su enseñanza, trae a colación otro suceso, que también había conmovido a la población de Jerusalén. Jesús se refiere a
las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé (Lucas 13,1-9)
Desde nuestra mentalidad, sin dejar de pensar en las víctimas, tal vez nos interesaría denunciar la acción represiva del representante del imperio o la posible corrupción de los constructores que podrían haber utilizado materiales inadecuados o haber sido negligentes.
En la mentalidad del tiempo de Jesús, la gente, ante todo, interpretaba esos hechos como castigo divino por los pecados de aquellos que murieron. Más aún, muchos se consideraban justos y no pecadores como ésos y que no tenían nada que convertir en su vida y que estaban a salvo de ese tipo de sucesos.
El comentario de Jesús no se centra en la acción del gobernador romano; tampoco considera el agravio hecho al templo, ni busca responsables del derrumbe de la torre. El corazón de Jesús se centra en las personas que murieron y, sobre todo, en sus oyentes, que deberían sacar otra conclusión de lo sucedido como enseñanza para su propia vida.

Jesús pregunta: ¿ustedes creen que esas personas que murieron eran más pecadoras o más culpables que las demás? Y él mismo responde:
«Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera» (Lucas 13,1-9)
Jesús ha hecho un urgente llamado a la conversión, que recuerda la predicación de Juan el Bautista, al comienzo de este mismo evangelio de Lucas, con el anuncio de un juicio inminente:
«Produzcan los frutos de una sincera conversión…»
«El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego». (Lucas 3,8-9)
Aquí el Maestro podría haber cerrado sus declaraciones y retirarse diciendo “no tengo más comentarios”. Pero Jesús no ha terminado. Ahora va a darle un giro a su enseñanza, con la parábola que cuenta a continuación.
«Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?"» (Lucas 13,1-9)
Aquí hay otro árbol que está ya casi con el hacha a la raíz, a punto de ser cortado porque no da frutos. Sin embargo, entre el dueño que toma la decisión y el árbol que no produce, está el viñador, que responde:
«Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás.» (Lucas 13,1-9)
“Déjala todavía este año”: es un plazo de gracia. Un plazo generoso. La conversión puede ser, para algunos, instantánea como la de Zaqueo (Lucas 19,1-10) o un largo y doloroso proceso como el del hijo pródigo (Lucas 15,11-32), ejemplos que encontramos en el evangelio de Lucas, no por nada llamado “el evangelio de la misericordia”.

Pero la misericordia no se limita a extender un plazo: también ofrece atención y cuidado. El viñador removerá la tierra y pondrá abono. Así le da al árbol una posibilidad de sanación radical. Radical, propiamente hablando, porque empieza desde la raíz y desde allí sube a todo el árbol.

La Cuaresma es un tiempo de Gracia en el que Dios nos llama a cambiar de rumbo nuestra vida, revisando nuestras acciones, nuestros pensamientos y aún nuestros sentimientos. Nos llama a corregir algunas cosas en nuestra forma de relacionarnos con Dios y con los demás. El llamado es severo, con esa amenazante sentencia: “si no se convierten, todos acabarán de la misma manera”. Detrás de estas palabras de Jesús, sin embargo, tenemos que ver su preocupación por nuestra salvación, por nuestro bien, por nuestra felicidad.

Y no olvidemos: Él mismo es quien nos ofrece tiempo y cuidado, para que nosotros podamos hacer un sincero esfuerzo interior. Pidámosle al Señor que nos haga ver con claridad cuáles son las cosas que debemos cambiar en nuestra vida, cuáles son los puntos que debe tocar nuestra conversión, para llegar profundamente renovados a la celebración de la Pascua. Que así sea.

Colecta para la formación de los seminaristas

Les recuerdo que hoy, domingo 20, se realiza en toda nuestra diócesis la colecta destinada a los gastos de formación de los seminaristas. Agradezco a todos los que puedan ayudarnos con su generosidad.

Cuaresma: camino hacia la Pascua

Con ese sugestivo lema, se invita, a todos los que quieran concurrir, a un encuentro en la parroquia San Antonio María Claret, Progreso. Esto será el domingo 20, de 9:30 a 16:30 horas. La reunión es organizada por el Movimiento de Cursillos de Cristiandad; pero, repito, está abierta a todos los que quieran participar. Tiene el nombre de “Ultreya”, que viene del saludo con el que se animaban los peregrinos en camino a Santiago y significa “¡adelante!”. Adelante, pues: caminemos hacia la Pascua, hacia el encuentro con Jesucristo Vivo.

Anunciación / Día del niño por nacer

El viernes 25 tendremos una pausa en nuestro camino cuaresmal, con la celebración de la solemnidad de la Anunciación del Señor. Ese es también el Día del niño por nacer. Nos confiamos a María, para que nos ayude a vivir cada día como cristianos agradecidos por el don de la vida y ponemos en su corazón maternal a los niños aún no nacidos para que Ella los cobije y proteja.

60 años de la llegada de Mons. Nuti a Canelones

Ese mismo viernes se cumplen 60 años de la llegada de Mons. Orestes Santiago Nuti a la diócesis de Canelones. Con la llegada del primer Obispo se inició la vida diocesana.

Con gratitud, recordaremos a Mons. Nuti en la Misa de la catedral, a las 18 horas.

Y esto es todo por hoy, amigas y amigos. Que los bendiga Dios todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
 

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