sábado, 12 de marzo de 2022

Nuevo párroco en San Isidro de Las Piedras.


Homilía del Obispo

Queridas hermanas, queridos hermanos:

Estoy aquí para acompañar a la comunidad de San Isidro de Las Piedras y al Padre Andrés Boone en el inicio de esta nueva etapa de la vida parroquial.
Al Obispo le corresponde en su diócesis nombrar a los párrocos. Dentro de instantes se va a leer ese nombramiento; pero conviene recordar que, antes de confiar de un modo particular al P Andrés el cuidado de esta comunidad, esta es una parroquia confiada a la congregación salesiana.
Es el P. Alfonso Bauer, el inspector salesiano, quien me presentó, a su tiempo, el nombre del nuevo párroco, quien ya hacía parte de la comunidad salesiana de Las Piedras como director del colegio. El P. Andrés ya ha ido asumiendo su nuevo servicio, en diálogo con su predecesor, el P. Mateo; sin embargo, estuvimos de acuerdo en que era bueno tener este momento de celebración en el que yo hiciera visible el vínculo de la parroquia y del párroco con la diócesis y con el obispo.

Este 12 de marzo se celebra la memoria de san Luis Orione. Esta mañana estuve en el santuario de la Virgen de Las Flores, en La Floresta. Don Orione fue alumno de Don Bosco. Es una feliz coincidencia. Pero hay otra.

En el año 1622, en un día como hoy, el Papa Gregorio XV canonizó a cinco santos, todos ellos muy importantes en la vida de la Iglesia. Cuatro de ellos habían muerto algunos años antes: san Felipe Neri, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier; el quinto, en cambio, era un hombre que llevaba ya algunos siglos siendo venerado por sus conciudadanos: san Isidro Labrador. Así pues, hoy se cumplen 400 años de la canonización del santo patrono de esta parroquia y de la ciudad de Las Piedras.
Qué momento más lindo para ponernos una vez más bajo el amparo de San Isidro y Santa María de la Cabeza, para que estos santos esposos velen por la vida pastoral de la parroquia.

Les decía -lo que ustedes saben bien- que esta es una parroquia confiada a la congregación salesiana. En un documento de la congregación que me ha acercado el P. Andrés dice que “la pastoral salesiana busca incluir todas las actividades ordinarias de sus parroquias junto al plan general de la pastoral diocesana, aunque se realicen según nuestro espíritu y en armonía con nuestro métodos y estructuras” (1).

Entonces aquí tenemos dos cosas importantes que tienen que caminar juntas:
-    las orientaciones pastorales de la Iglesia diocesana
-    y el espíritu, los métodos y estructuras de la pastoral salesiana.

Estamos en un tiempo en el que el papa Francisco nos invita no solo a reflexionar sobre la sinodalidad, sino a vivirla, a crecer como Iglesia sinodal. Sínodo, se ha repetido mucho en este tiempo, significa “caminar juntos”. Caminamos juntos como Pueblo de Dios: caminan juntos los miembros de un grupo, de un movimiento, de una asociación eclesial, de una comunidad educativa, los fieles de una capilla.

A su vez, todos ellos están llamados a caminar juntos como miembros de una comunidad parroquial.
Las 34 parroquias de la diócesis de Canelones, a caminar juntas como diócesis.
La arquidiócesis y las 8 diócesis del Uruguay, a caminar juntas como Iglesia que peregrina en este país; la Iglesia en el Uruguay, a caminar con la Iglesia en América Latina y el Caribe; y desde allí, con el Pueblo de Dios en todo el mundo.
Caminar juntos empieza desde abajo, desde la base, desde los pequeños grupos donde la gente se conoce personalmente y sube hasta la Iglesia Universal, construyendo ese cuerpo místico de Cristo. Ese cuerpo espiritual del que todos formamos parte, aunque no nos conozcamos, porque compartimos la misma fe.

¿Qué aporta una parroquia salesiana a esa marcha común? Aquí entramos en el carisma de San Juan Bosco, que da originalidad a la propuesta.
Me ha llamado la atención una expresión de Don Bosco referida a la parroquia, algo que él se planteó en Turín: crear una parroquia para los jóvenes sin parroquia.

Entonces, no se trata solo de atender una comunidad que ya está formada, que hay que mantener con la celebración de la Misa y los sacramentos, actividades de formación, etc. sino de una comunidad que va al encuentro de quienes están “sin parroquia”, es decir, de aquellos que no tienen lugar en ninguna comunidad cristiana, dando una atención, no excluyente, pero sí prioritaria a los jóvenes.

En 1887 Don Bosco redactó un reglamento para el buen funcionamiento de una parroquia salesiana, donde puso los temas que más le preocupaban:
-    La atención de los jóvenes, especialmente los más pobres
-    La impronta educativa de la congregación
-    La identidad del párroco salesiano que sirve en la parroquia en comunión con el Obispo y con el clero diocesano

Llevo poco tiempo en la diócesis de Canelones, pero conozco a la congregación salesiana desde hace mucho tiempo.

Fui párroco en la capital sanducera y compartí muchos encuentros con los salesianos; lo que continuó en Salto, ya como obispo auxiliar. En Melo tuve que lamentar la partida de la comunidad salesiana… y en Canelones vuelvo a encontrar a estos hermanos que aprecio y valoro.

Con el P. Andrés nos conocemos desde nuestro tiempo de estudiantes en el Instituto Teológico del Uruguay.

En fin, solo espero que, con la ayuda del Señor, continuemos avanzando en el caminar juntos, haciendo crecer la comunidad diocesana, comprometidos todos en el anuncio del Evangelio a nuestro pueblo canario. Así sea.

(1)    Capítulo General 19, parte I, capítulo XI, 3, citado en Sector para la Pastoral Juvenil Salesiana: “La parroquia y el santuario confiados a los salesianos”, 2022, p. 10.

1 comentario:

Ana catequista dijo...

Comparto la alegría de este nombramiento y rezo por ti P. Andrés y por la comunidad de la Parroquia San Isidro de Las Piedras para que el Señor los bendiga y acompañe en este camino de salir al encuentro de los que necesitan recibir la Buena Noticia del Evangelio.