Mons. Mendiharat, a la izquierda de la foto. Al otro lado, junto al P. Pío, Mons. Viola
Hoy, el mismo pasillo del convento, sobre el que dan las celdas que ocupara el P. Pio
El lugar donde se encontraba la tumba, antes de la construccion del Santuario
El altar de la pequena celda donde el P. Pio estuvo recluido dos anos.
El crucifijo de la celda N° 5
La celda N° 1, la cama y el sillon donde fallecio el P. Pio
La imagen de Santa Maria de las Gracias, en la nueva iglesia
"Posto del P. Pio". Fotos en el lugar que ocupaba el santo en el refectorio.
El lugar del fuego donde se reunia la comunidad en las noches de invierno.
El Santuario del P. Pio.
La visita a la Tumba del P. Pio.
Luciano, nuestro guia
En San Giovanni Rotondo,
tras las huellas de un Santo
Mons. Marcelo Mendiharat, quien fuera tercer Obispo de Salto, guardaba especial veneración por el Padre Pío, a quien conoció personalmente. Cuando falleció Mons. Marcelo, entre sus cosas apareció una vieja foto en la que se le puede ver a él, cuando era un joven sacerdote, acompañando a Mons. Alfredo Viola, segundo Obispo de Salto, en una visita al P. Pío en San Giovanni Rotondo.
Muchas veces visitó Mons. Viola al P. Pío. En alguna de ellas lo acompañó su Vicario General, Mons. Damiani. Damiani era un hombre de salud muy frágil. Ante la expresión de su temor a una muerte que podía llegarle en cualquier momento, recibió del Padre Pío la promesa de que no moriría sin asistencia. Tiempo después, en Salto, llegó la hora. En la noche, alguien vio salir de la habitación de Mons. Damiani a un capuchino de cuya presencia en la casa nadie tenía noticia. Al encontrar en la mañana el cuerpo yaciente del vicario, la promesa del P. Pío fue recordada y se consideró cumplida con un milagro de bilocación.
Haciendo esta visita, me siento partícipe de una tradición de mi vieja diócesis, y junto con Álvaro y Don Mimmo, que nos ha traído hasta aquí, nos sentimos unidos a peregrinos y devotos de todo el mundo, también de las diócesis de Salto y Melo, recordando el pequeño santuario privado que existe cerca de Valentines.
San Giovanni Rotondo nos recibió anoche con una tranquilidad sorprendente. Es un lugar visitado, como veríamos hoy de mañana, pero no está en el circuito turístico del verano. Un muy agradable aire fresco de montaña cercana al mar nos envolvió suavemente, preparándonos a un buen descanso después de un día casi entero de camino y calor.
Toda la mañana la pasamos en el santuario. Fuimos recibidos por Luciano, un terciario franciscano a quien el Hermano Guardián, el uruguayo Carlos Laborde (que se encuentra de vacaciones) le encomendó guiarnos en la visita. De esta forma, comenzamos con la celebración de la Misa en EL
"Sacellum", la pequeña celda en la que vivió y celebró diariamente el P. Pío durante los dos años que duró el aislamiento que le impuso la Santa Sede. Visitamos luego el convento, y las celdas Nº 5 y Nº 1, que fueron ocupadas por el santo. En la celda Nº 1, la muerte lo encontró sentado en el sillón que, como todas las cosas de la habitación, allí permanece desde entonces. Cada rincón del convento hace presente al fraile. Su lugar en el refectorio de la comunidad tiene tres fotografías en las que se le ve pidiendo perdón por haber llegado tarde al almuerzo comunitario (por que las confesiones lo retrasaron). Al terminar la escalera, hay un bolillero, y los números remiten a una lista de diferentes situaciones de almas del Purgatorio por las que rezar. Tal como él lo hiciera tantas veces, tomé una bolilla: “por aquellas ánimas que penan por sus malos pensamientos”. Álvaro toma otra: “por aquellas ánimas que pecaron con abuso de confianza en la misericordia de Dios”.
Visitamos la antigua y la nueva Iglesia de Santa María de las Gracias y nos detuvimos final y largamente en el nuevo santuario, con capacidad para cinco mil personas sentadas. Nuestro guía nos explicó detenidamente la forma en que el arquitecto quiso plasmar la eclesiología del Concilio Vaticano II, organizando toda la obra en torno a la columna central que representa a Cristo. Allí, en la base de esa columna, se encuentra la tumba del Padre Pío. El camino para llegar hasta allí está bordeado por una serie de mosaicos en los que están puestas en paralelo escenas de la vida de Francisco y de Pío. Los mosaicos, obra de un sacerdote polaco, son de una exquisita calidad artística a la vez que portadores de un profundo mensaje evangélico. En la capilla de la tumba, los mosaicos continúan, ahora con los misterios de la vida de Jesús.
Nos quedamos un momento largo, alternando la oración con la contemplación de los mosaicos y de los gestos de devoción de los peregrinos, muchos de ellos conmovedores.
Después de algunos saludos (un Obispo argentino que vive en S. Giovanni R., el fraile rector del santuario y algunos otros capuchinos) agradecemos a nuestro paciente guía y nos despedimos, con la promesa y el deseo de volver...
Muchas veces visitó Mons. Viola al P. Pío. En alguna de ellas lo acompañó su Vicario General, Mons. Damiani. Damiani era un hombre de salud muy frágil. Ante la expresión de su temor a una muerte que podía llegarle en cualquier momento, recibió del Padre Pío la promesa de que no moriría sin asistencia. Tiempo después, en Salto, llegó la hora. En la noche, alguien vio salir de la habitación de Mons. Damiani a un capuchino de cuya presencia en la casa nadie tenía noticia. Al encontrar en la mañana el cuerpo yaciente del vicario, la promesa del P. Pío fue recordada y se consideró cumplida con un milagro de bilocación.
Haciendo esta visita, me siento partícipe de una tradición de mi vieja diócesis, y junto con Álvaro y Don Mimmo, que nos ha traído hasta aquí, nos sentimos unidos a peregrinos y devotos de todo el mundo, también de las diócesis de Salto y Melo, recordando el pequeño santuario privado que existe cerca de Valentines.
San Giovanni Rotondo nos recibió anoche con una tranquilidad sorprendente. Es un lugar visitado, como veríamos hoy de mañana, pero no está en el circuito turístico del verano. Un muy agradable aire fresco de montaña cercana al mar nos envolvió suavemente, preparándonos a un buen descanso después de un día casi entero de camino y calor.
Toda la mañana la pasamos en el santuario. Fuimos recibidos por Luciano, un terciario franciscano a quien el Hermano Guardián, el uruguayo Carlos Laborde (que se encuentra de vacaciones) le encomendó guiarnos en la visita. De esta forma, comenzamos con la celebración de la Misa en EL
"Sacellum", la pequeña celda en la que vivió y celebró diariamente el P. Pío durante los dos años que duró el aislamiento que le impuso la Santa Sede. Visitamos luego el convento, y las celdas Nº 5 y Nº 1, que fueron ocupadas por el santo. En la celda Nº 1, la muerte lo encontró sentado en el sillón que, como todas las cosas de la habitación, allí permanece desde entonces. Cada rincón del convento hace presente al fraile. Su lugar en el refectorio de la comunidad tiene tres fotografías en las que se le ve pidiendo perdón por haber llegado tarde al almuerzo comunitario (por que las confesiones lo retrasaron). Al terminar la escalera, hay un bolillero, y los números remiten a una lista de diferentes situaciones de almas del Purgatorio por las que rezar. Tal como él lo hiciera tantas veces, tomé una bolilla: “por aquellas ánimas que penan por sus malos pensamientos”. Álvaro toma otra: “por aquellas ánimas que pecaron con abuso de confianza en la misericordia de Dios”.
Visitamos la antigua y la nueva Iglesia de Santa María de las Gracias y nos detuvimos final y largamente en el nuevo santuario, con capacidad para cinco mil personas sentadas. Nuestro guía nos explicó detenidamente la forma en que el arquitecto quiso plasmar la eclesiología del Concilio Vaticano II, organizando toda la obra en torno a la columna central que representa a Cristo. Allí, en la base de esa columna, se encuentra la tumba del Padre Pío. El camino para llegar hasta allí está bordeado por una serie de mosaicos en los que están puestas en paralelo escenas de la vida de Francisco y de Pío. Los mosaicos, obra de un sacerdote polaco, son de una exquisita calidad artística a la vez que portadores de un profundo mensaje evangélico. En la capilla de la tumba, los mosaicos continúan, ahora con los misterios de la vida de Jesús.
Nos quedamos un momento largo, alternando la oración con la contemplación de los mosaicos y de los gestos de devoción de los peregrinos, muchos de ellos conmovedores.
Después de algunos saludos (un Obispo argentino que vive en S. Giovanni R., el fraile rector del santuario y algunos otros capuchinos) agradecemos a nuestro paciente guía y nos despedimos, con la promesa y el deseo de volver...
Cena en casa de Raffaele
Raffaele, un joven de Lamezia Terme, estudiante de arquitectura, parte el lunes para Uruguay, donde estará tres meses en Villa Betania, apoyando el trabajo misionero de AUG. Su familia nos recibe para la cena, y con ellos miramos el partido de Uruguay por el tercer puesto. Fue para èl una introducción a nuestro mundo.
Raffaele, un joven de Lamezia Terme, estudiante de arquitectura, parte el lunes para Uruguay, donde estará tres meses en Villa Betania, apoyando el trabajo misionero de AUG. Su familia nos recibe para la cena, y con ellos miramos el partido de Uruguay por el tercer puesto. Fue para èl una introducción a nuestro mundo.
+ Heriberto
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