martes, 17 de agosto de 2010

Para construir un mundo un poco mejor

La llegada... el grupo con la azafata del vuelo 
En la capilla San Pablo de Barrio Hipódromo
La movida en Villa Betania
En Bañado de Medina
Scouts de Francia entre nosotros
El 6 de agosto, Milène, Alice, Valentin, Pierre-André y tres tocayos que responden al nombre de Benoît, un total de siete jóvenes franceses, llegaron a Melo. Venían desde su ciudad de Dijon, pasando brevemente en su viaje por Buenos Aires y Montevideo.
¿Qué los trajo hasta aquí? Los siete pertenecen, desde hace muchos años, a los Scouts de Francia. Algunos de ellos han estado juntos haciendo parte del mismo equipo durante varios años.
Actualmente los siete forman parte de un equipo dentro de la rama Rovers del movimiento, que entre los Scouts de Francia se conoce como Compagnons (compañeros).
El equipo completó su integración hace dos años, cuando todos ellos se encontraron entre los 60 scouts franceses que participaron de un encuentro Scout en Marruecos, con 4.000 participantes del país. Allí vivieron una experiencia fuerte de encuentro con otra cultura y aún con otro idioma, ya que si bien los marroquíes aprenden el francés en la escuela, los más jóvenes sólo hablan el árabe.
Después de esa experiencia, comenzaron a pensar el proyecto que los traería hasta Melo: ir a otro país, como equipo, a realizar una actividad de servicio.

¿Por qué vinieron a Uruguay, y por qué a Melo?
Aquí contamos con contacto que nos daba mucha seguridad: el P. Lucas Lalire, párroco de la Catedral de Melo, pertenece a la Diócesis de Dijon. Fue en comunicación con él, presentando las expectativas y posibilidades del grupo y escuchando sus propuestas, que se fue definiendo el proyecto.

¿Cuándo comenzaron a preparar este proyecto?
Fue hace unos dos años. Para la preparación del viaje tuvimos reuniones durante varios fines de semana con dirigentes de los Scouts de Francia que nos ayudaron a pensar el proyecto, dándonos diversas pistas tanto en lo que teníamos que reunir en lo material, como también previendo todo lo que era posible prever en cuanto a necesidades o situaciones que se nos pudieran presentar.

¿En qué consiste el proyecto?
El proyecto que estamos realizando es de animación y recreación con niños, en tres centros de Melo: Capilla San Pablo en Barrio el Hipódromo, Oratorio de Villa Betania y Obra Social Picapiedras.
Es frecuente que estos proyectos de solidaridad se dediquen a construcción o reparación de edificios. El año pasado estuvimos en el norte de Bretaña, en Francia, ayudando durante 13 días en la reconstrucción de una casa en ruinas que había sido donada para el movimiento Scout. Mientras trabajábamos, estuvimos colaborando en la recreación con los niños de un campamento Scout. Eso salió bien, y nos animó a pensar en hacer lo mismo aquí.
Creemos que es más interesante la animación con niños u otras personas, porque se puede vivir más encuentros, conocer más a otras personas, así como el ambiente y la cultura del país.
Es algo que puede aportar mucho a los niños, algo diferente de la escuela, pero también nos aporta mucho a nosotros, en el conocimiento que se va dando a través del juego y las relaciones que allí se establecen.

A veces, desde aquí, con nuestras dificultades, pensamos que para Uds. puede ser más fácil encarar los costos de un proyecto como éste. ¿Contaban Uds. con fondos para hacerlo? ¿Lo pusieron sus familias? ¿Cómo fue?
Los fondos los reunimos nosotros, y no fue fácil. Entre todos pensamos lo que podíamos hacer y en diferentes lugares y a lo largo del año nos fuimos turnando para realizar algunas actividades como venta de postres a la salida de la Misa, venta de árboles de Navidad, servicio de atención de niños en fiestas y casamientos.
También hubo un aporte personal, que cada uno consiguió como pudo, trabajando en las vacaciones (porque todos somos estudiantes): uno estuvo en una fábrica, otro en un restaurante, y así.
Todo esto llevó mucho tiempo, muchas energías. Se necesitaba mucha motivación, a veces se perdía un poco, pero siempre algunos, una vez unos, otra vez otros, la mantuvieron, y eso ayudó a no dejar caer el proyecto.

¿Qué es lo que están haciendo ahora en los tres centros?
Se trata de juegos que puedan cambiar los hábitos de los niños. Buscamos juegos colectivos accesibles a todos, donde todos puedan participar, que fueran fáciles de explicar, con nuestras limitaciones en el idioma. Fácilmente comprensibles para los niños más chicos – a partir de los cinco años de edad –, que no necesitaran demasiado material.
Es difícil encontrar juegos para los niños más grandes y los jóvenes, porque sólo quieren jugar al fútbol y cuesta interesarlos en otros juegos. Por otra parte, es difícil encontrar juegos para todos.
En el Hipódromo los organizamos en grupos de edades. Combinamos los juegos y el deporte con actividades manuales. Entre todos elaboramos un mural, con impresión de manos, que quedó en la capilla. También modelamos figuras en pasta. Los grupos se organizaron para traer también algo para compartir.
Estuvimos también con los niños en Bañado de Medina.

¿Qué es lo que han ido encontrado en este tiempo?
Cuando salimos no sabíamos qué era lo que íbamos a encontrar, cómo serían los niños, si sería posible comunicarse. Ninguno hablaba español antes de venir, sólo uno de los Benoît lo había estudiado, pero ya hacía mucho tiempo de esto.
Encontramos gente muy acogedora, niños muy motivados, contentos de participar. También los padres valoraron el que se hiciera actividades para los niños.

¿Cómo fue la llegada, qué cosas les han sorprendido?
Al principio extrañamos un poco. Veníamos del verano y nos encontramos con el invierno. El encuentro con otra cultura, otro idioma, nos exige mucha atención, mucho esfuerzo.
Fue muy lindo el recibimiento que nos dieron los Scouts uruguayos. Estuvimos con el presidente del Consejo Directivo, Álvaro Soares y durante todo el tiempo que estuvimos en Montevideo estuvimos acompañados por alguno de los Scouts, que nos mostraron la ciudad y también nos recibieron en algunos de sus lugares de encuentro.
Nos llamó la atención la diferencia entre Montevideo y las ciudades que fuimos encontrando en la ruta, sobre todo los tres que vinimos por la Ruta 7. Montevideo, aparte de la presencia de los carritos de recolectores, es una ciudad europea. Metiéndonos hacia el interior encontramos otra cosa. Nos sorprendieron los campos, las grandes extensiones que no existen en Francia. También los autos viejos, incluso realmente antiguos, circulando.
Algo que tuvimos que aprender es la manera de saludar: en Francia, se saluda con dos besos, uno en cada mejilla (y en algunos lugares con tres y aún cuatro). Aquí es uno solo… a veces nos quedamos desubicados, esperando o queriendo dar otro. Ahora nos acostumbramos a cómo se hace en Uruguay y pensamos que al llegar a Francia vamos a tener la misma confusión que teníamos aquí al principio.
En fin, estamos muy contentos de haber venido. Sentimos que era lo que estábamos buscando y lo mejor de todo es siempre el encuentro con los niños.
El asombro de los "autos antiguos"
En la Obra Social "Picapiedras"

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