Doroteas en Treinta y Tres
“…vayan a sembrar la hermosa semilla de la misión”
“…que los treintaitresinos comprendan que el señor les envía dos seres maravillosos” (Cristina Saravia. Melo)
14 de marzo de 1985:
El Padre Cesare Polvara había viajado a Montevideo. Apostado en su camioneta esperaba el arribo de un ómnibus procedente de la ciudad de Colonia. Cuando por fin el ómnibus llegó descendieron –con sus maletas- 5 Hermanas italianas.
Uruguay recibía una presencia nueva y muy particular, sobre todo los melenses, pues fueron ellos los primeros en abrirles las puertas… y fue allí donde –inicialmente- se instalaron.
¡Y desde aquel día “ellas” hacen parte de nuestras vidas!
Año 1987:
el entonces Obispo de la diócesis (Monseñor Roberto Cáceres) tiene en mente abrir una casa –de Doroteas- en el barrio 25 de Agosto, de la ciudad de Treinta y Tres. Hace la propuesta a la Congregación. A raíz de esta inquietud Monseñor Roberto, las Hermanas Luigina y Laurenzia (Vicaria) viajan a Treinta y Tres para encontrarse con el Párroco Luis González de la parroquia Cruz Alta, quien tenía ya unos cuantos años y deseaba fervorosamente una presencia significativa en el barrio 25 de agosto (barrio que crecía día a día y que en cierto sentido se encontraba un tanto “desamparado”)
Año 1988: la Congregación acepta la propuesta.
Y así, llegaron a Treinta y Tres:
Luigina se traslada desde Melo, donde vivía, a Treinta y Tres. Ella fundará –junto a la Hermana Laura (italiana que se encontraba en Argentina) una Comunidad a la cual llaman “Emaús”.
Hay que comenzar de nuevo.
Había que encontrar al menos una casita donde vivir. Una señora llamada Dione dijo que conocía un lugar que podría servir. Se trataba de una casita “muy precaria”, casa que, ella misma (tiempo atrás) había utilizado para dar catequesis.
El dueño era Julio Cedrés (hijo de Ester Sunez -una señora vecina- a quien por largos años todos llamamos “abuela”). Luigina y Laura aceptaron. Poco a poco tuvieron que ir arreglando la casita. A modo de ejemplo: una de las piecitas que se comenzó a limpiar, estaba asediada por ratones…
Se tuvo que pensar en el cielo raso, en las paredes, en una estufita (para no morir de frío en invierno), en las ventanas, etc., etc.
Y luego se debió enfrentar el estado de la Capillita, que no era más que “un salón multiuso”. En dicho salón había una canilla, con una palangana incorporada. Lo que podía ser un patio era una especie de quinta (en la cual una Hermana Capuchina trabajaba).
15 de octubre de 1988:
fue ésta la fecha que las Hermanas pusieron para comenzar (Como sabemos el 15 de octubre es el día de Santa Teresa de Jesús).
Comenzó el trabajo pastoral. Las Hermanas recorren el barrio y comienzan a conocer a la gente. Esta presencia nueva es algo que mueve el corazón del barrio, se las mira con respeto y con alegría. Después de conocer el lugar y charlar con las personas se crean las CEB. La Capillita se pone en marcha y se inicia la catequesis. La Hermana Luigina comienza a trabajar con los jóvenes y pasa a formar parte de la Pastoral Juvenil, motivo por el cual ya no sólo está en contacto con la gente del barrio, sino con los jóvenes de la ciudad. Entonces Treinta y Tres se entera de que allá, en el barrio 25, hay unas “monjitas” viviendo en una casita llamada EMAÚS. (Luigina, estando en Melo tuvo la idea de poner, en la puerta de entrada, un cartelito donde se leía: “VEN SEÑOR JESÚS”. Cada persona que se acercaba a la casa era aceptada y acogida. Así, las Hermanas se propusieron, ver en la presencia de las personas, el rostro de Jesús).
EMAÚS: leen las personas que se acercan a la acogedora casita donde habitan las Doroteas. EMAÚS es, una presencia de verdad significativa porque se trata de reconocer a Jesús en medio de la gente. Se trata de “partir” y “compartir” el pan (en el barrio) en esa casita que, inserta en uno de los barrios más humildes de Treinta y Tres abre sus puertas a todos… Poco a poco el barrio se movimentó. Antes, la mayoría de las personas desconocían la existencia de una Capillita en el barrio 25. Claro, era más bien “un salón”.
Llegan las Doroteas y la situación se transforma.
Algunas personas del barrio se acercan para ayudar en la reparación de la Capillita. Se puso en ella el piso de baldosa, se quitó la canilla y la pileta (que de verdad estaba fuera de lugar), se pintó, se puso lambríz, se construyeron bancos con respaldo, etc.
Con el tiempo se agrandó el saloncito de al lado (que hoy sirve para la catequesis, para el merendero, para la venta de ropa…) Se construyeron 3 nuevos salones encima de la Capilla, los cuales son destinados a la Catequesis, a las clases de computación, a las clases de apoyo para niños con dificultad de aprendizaje, etc.… Y, la que era “quinta” dejó de serlo para transformarse en el campito donde los niños pueden jugar…
En el transcurso de estos años la Capilla (San Francisco Javier) ha sido lugar de encuentro y de promoción humana y espiritual. En ella se ha realizado catequesis, reunión de grupo de jóvenes, talleres (de tarjetas, flores, tejido, etc.), merendero, catecumenado para adultos, oratorio, reuniones de formación y cumpleaños.
Hoy el barrio (y quienes quieran acercarse) cuenta con una misa diaria (y no mensual, como sucedía antes del arribo de las Doroteas), y con la presencia permanente de Jesús Eucaristía…
En un tiempo (y a pedido de algunos jóvenes que comenzaban a insertarse en la Pastoral Juvenil) se formó un grupo de oración.
Los jóvenes (algunos del barrio) se reunían en EMAÚS y fue llevado adelante por Luigina.
Otra actividad que siempre se realizó (y que hoy se continúa realizando) es, la creación de las CEBs. Éstas funcionan en diferentes casas de familia y, algunas de ellas, se efectúan también en distintos puntos de la ciudad.
La Comunidad de EMAÚS, fundada por las Hermanas Luigina y Laura, se ha ido modificando en cuanto a “cambios”. El 12 de febrero de 1994 se va Laura y llega Fiorangela. La Comunidad funcionó con dos Hermanitas hasta el día 3 de marzo de 1999, día en que arriba la Hermana Attilia. A partir de entonces la comunidad pasa a ser integrada por tres Hermanas (Fiorangela, Attilia y Luigina)
La Hermana Attilia vuelve a Argentina –año 2004 - y la comunidad vuelve a ser de dos Hermanas.
Hasta el año 2007 cuando se suma a la Comunidad la Hermana Ausilia.
Actualidad: las Doroteas siguen viviendo, “insertas”, en una casita que no es Capilla ni Parroquia, y esto es muy significativo para la gente del lugar, ya que siempre se supo y se supuso que las Religiosas residían en los Colegios. Se tiene la sensación de que Dios no está lejos, que camina al lado de su pueblo y que lo acompaña. Se sabe que las Hermanas son humanas, pero también se siente en ellas la presencia amorosa del Señor.
Ámbitos y finalidad de la misión: el ámbito principal de la misión es para nosotras –afirman las Doroteas-“la inserción”. Y la finalidad es, compartir con los más sencillos y acompañarlos en el proceso humano y de fe.
Nos hemos propuesto ser una comunidad que mira con los ojos del corazón, que escucha y dialoga, que se compromete en la Amistad Evangélica, que reza la Palabra y la comparte.
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