martes, 1 de junio de 2010

Junio, mes vocacional en Uruguay
Mensaje de Mons. Arturo Fajardo



MES DE JUNIO –MES VOCACIONAL
FIDELIDAD DE CRISTO, 
FIDELIDAD DEL SACERDOTE

Mons. Arturo Fajardo, Obispo de San José de Mayo
Departamento de Vocaciones y Ministerios de la CEU
CLAM junio de 2010

El próximo mes de junio celebramos el mes vocacional en el marco del año sacerdotal.

Orar para que el Señor envíe vocaciones sacerdotales, religiosas, diaconales y de laicos que se comprometan en el anuncio del evangelio. Promover la oración y sensibilizar a nuestras comunidades cristianas es tarea permanente y desafiante de la pastoral vocacional.

Los objetivos de la Jornada Mundial del mes de mayo, Domingo del Buen Pastor, son similares a los de este mes vocacional, establecidos y comentados en los Mensajes Pontificios dirigidos cada año a toda la Iglesia: dicha jornada (y en nuestro caso todo el mes de junio) constituye un testimonio público de la comunidad en oración para cumplir el mandato del Señor: “Rogad al Dueño de la mies que envíe operarios a su mies” (Mt. 9,38; Lc. 10,2). Es el momento fuerte de una oración incesante; reafirma además, la primacía de la fe y de la gracia en lo relativo a las vocaciones consagradas.

Como lo dice el mensaje enviado a los Obispos por la Pontificia Obra de las Vocaciones:
“Aún expresando su estima por todas las vocaciones, la Iglesia, con ocasión de la Jornada Mundial, centra su atención particularmente en la vocaciones consagradas: a los ministerios ordenados (presbiterado y diaconado); a la vida religiosa en todas sus formas (masculina y femenina, contemplativa y apostólica); a las sociedades de vida apostólica, a los institutos seculares en la variedad de sus funciones y modalidades; a la vida misionera, en el sentido concreto de misión ‘ad gentes’”.

Me parece muy sugestivo el tema elegido para este año, que nos llama a todos a examinar nuestro modo concreto de vivir la vocación recibida como don y regalo del Señor: “El testimonio suscita vocaciones”, testimonio que debe ir enmarcado en el pedir al Señor que nos ayude a crecer cada día en su amistad, “Fidelidad de Cristo, Fidelidad del Sacerdote”.

Dice el Santo Padre: “La fecundidad de la propuesta vocacional, en efecto, depende primariamente de la acción gratuita de de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, esta favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Señor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo”.

Cuando pienso en el origen de mi vocación no puedo dejar de pensar en algunos cristianos, en especial en algunos sacerdotes que fueron significativos en mi vida: cómo olvidar el testimonio de Mons. Edmundo Quaglia, entonces Obispo de Minas, su cercanía, su estilo de ejercer el ministerio, de acompañar a los jóvenes, en jornadas y campamentos, su piedad, su alegría, su coherencia. Él fue el que me hizo por primera vez la pregunta ¿Por qué no sacerdote?

La pregunta vocacional se suscita tantas veces a partir de un testimonio de vida que convence que le hace a uno descubrir que ese estilo de vida es bello y vale la pena.

El compartir la vida, la oración, el trabajo apostólico con sacerdotes, religiosos, religiosas, genera interrogantes preguntas que bien acompañadas pueden ser el germen de una vocación. La vida de tantos sacerdotes amigos, su fidelidad en medio de las pruebas y dificultades, fue para mi testamento viviente que me ayudo a discernir mi vocación

No puedo olvidar la P. Lorenzo Manerilla párroco de Aiguá, al querido padre Miguel Matonte con el que compartí algunos años de formación pastoral, al padre Antonio Clave misionero catalán que sirvió tantos años la parroquia de Varela.

Como dice el Santo Padre Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada del Buen Pastor del este año “Dios se sirve del testimonio de los sacerdotes, fieles a su misión, para suscitar nuevas vocaciones sacerdotales al servicio del Pueblo de Dios”.

El Papa en su mensaje señala tres aspectos de la vida del presbítero que considera esenciales en un testimonio sacerdotal eficaz: la amistad con Cristo expresada en la oración, el don total de sí mismo a Dios y el vivir en comunión.

Decía el Papa Juan Pablo II: “La vida misma de los presbíteros, su entrega incondicional a la grey de Dios, su testimonio de servicio amoroso al Señor y a su Iglesia – un testimonio sellado con la opción por la cruz, acogida en la esperanza y en el gozo pascual- , su concordia fraterna y su celo por la evangelización del mundo, son el factor primero y más persuasivo de de fecundidad vocacional” (PDV. 41)

Que el Señor nos conceda a cada presbítero a cada consagrado y consagrada dar testimonio de la belleza de ser cristianos y de la alegría de la vocación a la que hemos sido llamados y que el nos conceda ser fieles hasta el fin.
+ Arturo Fajardo
Obispo de San José de Mayo
Presidente del DEVYM-CEU

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