sábado, 19 de junio de 2010

A cinco años de su muerte

La Parroquia Virgen de los Treinta y Tres
recibió los restos de su primer párroco

En la Eucaristía celebrada hoy, la comunidad de la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres (Cruz Alta) de la ciudad de Treinta y Tres recordó a su primer cura párroco, el Jesuita Luis Rodríguez. Recientemente, a casi cinco años de su fallecimiento, se hizo la reducción de sus restos y se los trasladó en una urna que fue colocada a los pies de la patrona de la parroquia, la Virgen de los Treinta y Tres.
El Obispo diocesano presidió la celebración, acompañado por Mons. Roberto Cáceres, el P. Romualdo, (el 19 de junio es también el día de San Romualdo abad, de modo que la comunidad oró también por el actual sacerdote encargado de la Parroquia), el P. Asdrúbal y el Diácono Víctor.
Al comienzo de la Misa, se proyectó una serie de fotografías recordando momentos de la vida del P. Luis. A continuación, el Obispo emérito hizo una viva evocación de su figura, especialmente de su buen humor y alegría. Al termino de la celebración se bendijo el lugar donde ahora descansan sus restos y se colocó una placa.

Semblanza del P. Luis Gonzaga Rodríguez Valerio SJ

El P. Luis Gonzaga Rodríguez Valerio nació el 21 de junio de 1915, en la ciudad de San Gregorio de Polanco, a orillas del Río Negro, en el departamento de Tacuarembó. Su familia, humilde y trabajadora, inculcó en Luis una profunda devoción. Cursó la primaria en su pueblo natal, pero abandonó los estudios poco después para empezar a trabajar.
Ingresó al Seminario Interdiocesano en Montevideo, en la Avda. de las Instrucciones, el 8 de marzo de 1937 como seminarista de la diócesis de Florida y Melo, siendo Obispo Mons. Miguel Paternain. Después de cuatro años y habiendo visto clara su vocación a la Compañía de Jesús en los Ejercicios Espirituales, pasó al Noviciado de la Compañía en Montevideo el 10 de junio de 1941.
Hizo 20 meses de Noviciado, con el P. Maestro Luis Parola y luego se trasladó a Córdoba, Argentina, donde lo completó con el P. Mauricio Jiménez. Hizo los votos de bienio el 11 de junio de 1943.
Permaneció en Córdoba estudiando humanidades y ciencias hasta 1945.
En 1946 se trasladó al Colegio Máximo de San Miguel, Argentina, para estudiar la filosofía donde estuvo hasta 1948.
Hizo Magisterio en Santa Fe durante el 49 y volvió a San Miguel para los estudios de Teología.
El 20 de diciembre de 1952 fue ordenado sacerdote por el entonces Obispo de La Plata en la Iglesia parroquial de San Miguel.
Luego de finalizar sus estudios de Teología regresó al Uruguay, donde estuvo poco más de un mes en Montevideo. A principios de 1954 viajó a Parecí Novo, en Río Grande do Sul, Brasil, para la tercera probación.
A su regreso fue nombrado párroco de la Parroquia San José Tacuarembó y superior de la comunidad, dos obras que la Compañía había asumido recientemente.
El 22 de agosto de 1958 hizo profesión solemne de cuatro votos.
Hasta 1970 se entregó a la gente de su parroquia en Tacuarembó. Cuando tuvo que dejarla, fue una decisión costosa pero entregada. Fue nombrado párroco del Sagrado Corazón de Montevideo, ministerio que ejerció hasta 1972.
A pedido del recién nombrado obispo auxiliar de Minas, Mons. Mullin, Luis se trasladó a la Cruz Alta en Treinta y Tres para sustituirle como capellán del oratorio (aún no existía la parroquia). Con la fundación de la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres, Luis es nombrado párroco el 15 de agosto de 1972, cargo que ejerció ininterrumpidamente durante 24 años.
El progresivo deterioro de su visión lo llevó en 1996 a dejar el ministerio de cura párroco para asumir el de vicario parroquial en el que continuó hasta la fecha.
Con la salud bastante deteriorada y tras varias internaciones, fue trasladado a la enfermería en Montevideo, donde podía estar mejor atendido y donde falleció el 12 de julio de 2005.
Sus restos fueron velados en Montevideo y luego trasladados a la Parroquia Virgen de los Treinta y Tres, donde continuó el velatorio, y fueron sepultados en el Cementerio de la ciudad. En 2010, se hizo la reducción de los restos y se trasladaron en una urna a la Parroquia de la que fue el primer Cura párroco.

Al cumplirse los 50 años de su ordenación sacerdotal decía: 

Profundamente agradecido a Dios nuestro Señor, espero humildemente el perdón de todas mis faltas y pecados de toda mi vida, especialmente en el cumplimiento de mis deberes y responsabilidades como sacerdote, como pastor, como párroco y espero también humildemente junto con la misericordia y el perdón de Dios mi Padre la recompensa de todo el bien que por mi medio, como siervo inútil, el Señor haya realizado en bien de su pueblo santo y para gloria de su inmensa grandeza.

(Información tomada de la carta que el provincial jesuita 
Juan José Mosca dirigió a sus hermanos 
para comunicar la noticia del fallecimiento del P. Luis).
 

No hay comentarios: