domingo, 20 de junio de 2010

Reflexión de Mons. Galimberti, Obispo de Salto

Mensajes opuestos:
Natalidad o Envejecimiento

Dos iniciativas recientes del actual gobierno proponen mensajes opuestos. Por un lado  facilita y abarata la píldora anticonceptiva. Por otro, el Presidente  se alarma ante nuestra tasa de natalidad, la “más paralizada” de América Latina. Un invierno demográfico, como ya se ve en países avanzados, donde hoy hay más féretros que cunas.
Alguien dirá: a unos dice A y a otros dice B; eso es gobernar. Pero cuando A y B salen de una misma persona y ministerio, cabe la duda sobre la verdad y coherencia de sus dichos. Como una madre que dice a su hija: usá anticonceptivos todas las veces que quieras; pero también se lamenta porque faltan niños en las escuelas y los jóvenes se desalientan en un ambiente manejado mayoritariamente por la gerontocracia.    
Se calcula que en el 2040 los mayores de 64 años pasarán a ser más que los menores de 15.
Otra consecuencia del envejecimiento poblacional es el deterioro de la solidaridad entre generaciones: crecen los jubilados y los activos que siguen aportando disminuyen.
Nuestro Presidente ha creado un grupo interministerial, coordinado por el Ministerio de Salud Pública para proponer políticas adecuadas. Pero ya largó algunas ideas, como la de fomentar la radicación de indígenas ecuatorianos y atraer a jubilados extranjeros. La cuestión no es tan sencilla. Poblar no es sólo trasplantar. ¿Cómo se integraría una colectividad indígena, con alta tasa de fecundidad y cultura autóctona, con  poblaciones locales? 
El gobierno habla de medidas audaces. Lo expresó el ministro de Trabajo Eduardo Brenta el 1º. de mayo en cadena de radio y televisión: “La situación demográfica del país exige medidas audaces para promover el incremento de la natalidad”. Informó que el gobierno está revisando el subsidio por maternidad para “extender los plazos vigentes, igualar la situación de las trabajadoras públicas y privadas y mejorar la calidad de las prestaciones.”
Fomentar la natalidad requiere pensar en la mujer y la maternidad, la etapa del embarazo, del parto, del  amamantamiento y la educación de los hijos. En un congreso al que asistí, decía una mujer, profesora en la universidad de Oslo: “Después de haber alumbrado por primera vez, me dije: ahora no temo a nada y puedo hacer todo”.
Alcanzar esta meta resultará de la conjunción de muchos componentes, empezando por la defensa sin titubeos de la vida que se inicia naturalmente en el seno de una madre desde el primer día. Natalidad, maternidad y familia tienen que caminar juntas. Necesitamos enfoques globales sobre la vida humana, donde sexualidad y procreación no se presenten necesariamente desconectados. Necesitamos fortalecer la familia y las organizaciones de la sociedad civil como también instrumentar mecanismos para acompañar conflictos familiares. Necesitamos ampliar redes solidarias desde la etapa escolar hasta el fin del ciclo liceal, para asistir a niños y jóvenes en el estudio, el deporte y el tiempo libre.  Necesitamos educadores que ayuden a encarar las preguntas vocacionales, inquietudes espirituales y la educación sexual no sólo como mecanismo biológico y autocomplaciente sino como expresión de un don y un compromiso de amor que cuida y acompaña.
¿Cómo compaginar las propuestas a favor de la natalidad con  otra iniciativa tendiente a la facilitación masiva de anticonceptivos? El doble discurso hace perder credibilidad. En un piso proponen una cosa y en otro la contraria.
Además, el Presidente Mujica, no estaría dispuesto a vetar la ley de despenalización del aborto, en caso de que el parlamento la aprobara.
Durante una bicicleteada en el Cerro y Casavalle, Mujica aprovechó para agradecer a las madres su coraje por traer niños al mundo. Una solución radical, tan vieja y tan nueva, tan natural y tan urgente. Señales de aprecio, estímulo y aliento a las madres y a las familias que verdaderamente “hacen patria” con cada hijo que aceptan traer al mundo y educarlo.
Un planteo transparente e integral, con solidaridad y con verdad, debería poner las cartas sobre la mesa, tratando de atenuar las incongruencias de otras propuestas simultáneas.
 Diario “Cambio”, 18 de junio de 2010

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