jueves, 17 de junio de 2010

Fútbol y Fe

Joseph Ratzinger indaga en
los valores del fútbol
Interesado por el impacto que tienen
eventos como el Mundial


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 16 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI, cuando todavía no era Papa, ha escrito sobre el fútbol, interesado por el enorme impacto que tienen eventos como el Mundial.
"Con su periodicidad de cuatro años, el Campeonato Mundial de Fútbol demuestra ser un acontecimiento que cautiva a cientos de millones de personas", reconocía en un texto escrito en los años ochenta por el cardenal Joseph Ratzinger, que se puede ahora leer en el portal de revista Humanitas (www.humanitas.cl) de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
"No hay casi ningún otro acontecimiento en la tierra que alcance una repercusión de vastedad semejante --añade--. Lo que demuestra que con ello está tocándose algo radicalmente humano, y cabe preguntarse dónde se encuentra el fundamento de este poder en juego".
El escrito fue recogido en 1985 por un libro que se tituló "Suchen, was droben ist" (Buscar lo de arriba). entonces cardenal destaca en esas líneas que "como juego de equipo, el fútbol obliga a un ordenamiento de lo propio dentro del conjunto; une a través del objetivo común: el éxito y el fracaso de cada uno están cifrados en el éxito y el fracaso del conjunto".
A lo cual añade que "el fútbol enseña un enfrentamiento limpio en que la regla común a la que el juego se somete sigue siendo lo que une y vincula aun en la posición de adversarios".
En consonancia con el título de esta compilación, Buscar lo de arriba, el autor concluye que "la libertad vive de la regla, de la disciplina que aprende el actuar conjunto y el correcto enfrentamiento, el ser independiente del éxito exterior y de la arbitrariedad, y de ese modo llega a ser verdaderamente libre".

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Un Papa muy humano
El cardenal Ratzinger, actual Benedicto XVI, reflexiona sobre el fútbol.

Una de las características más acusadas de la personalidad de Benedicto XVI es su profunda humanidad junto con su interés por todas las facetas de la vida humana. Se puede decir con toda justicia, con los clásicos, al evocar su vida y leer sus escritos que nada humano le es ajeno.
Como explicaba a la RAI el cardenal Bertone, antes de comenzar a hablar de temas "muchos más serios y más graves de la Iglesia y del mundo", suelen comentar un suceso divertido o hablar de la marcha de la liga de fútbol.
El cardenal comenta que el Papa "es fresco y espontáneo como un niño", y destaca "su grandeza y sencillez". "Quien le ha podido saludar un instante en las audiencias destaca sus ojos penetrantes, su capacidad de escuchar, de decir siempre la palabra justa, como si fuera un amigo de siempre".
Antes de ser elegido Papa, el cardenal Ratzinger escribió en un libro que recoge su pensamiento como teólogo y autor espiritual, -Mitarbeiter der Warheit- un artículo sobre el fútbol.
Es un reflexión profunda y sagaz, rebosante de hondura y comprensión del corazón humano.

Cuando se hojea la prensa y se escucha la radio, se comprueba enseguida que hay un tema dominante: el fútbol y la liga de fútbol. Este deporte se ha convertido en un acontecimiento universal que une a los hombres de todo el mundo por encima de las fronteras nacionales, con un mismo sentir, con idénticas ilusiones, temores, pasiones y alegrías. Todo esto nos revela que nos encontramos frente a un fenómeno genuinamente humano.
Surge espontánea la pregunta sobre el por qué de la fascinación que ejerce este juego. El pesimista contestará que es una repetición más de lo que ya se experimentó en la antigua Roma: pan y circo; panem et circenses.
Pero, incluso si aceptáramos esta respuesta, tendríamos que preguntarnos: ¿y a qué se debe semejante fascinación, que lleva poner el juego junto al pan, y a darle la misma importancia?
Volviendo de nuevo en la antigua Roma, podríamos contestar a esta pregunta diciendo que aquel grito que pedía "pan y juego" era la expresión del deseo de una vida paradísiaca. En este sentido, el juego es se presenta como una especie de regreso al hogar primero, al paraíso; como una escapatoria de la existencia cotidiana, con su dureza esclavizante.
Sin embargo el juego tiene, sobre todo en los niños, un sentido distinto: es un entrenamiento para la vida.
A mi juicio, la fascinación por el fútbol consiste, esencialmente, en que sabe unir de forma convincente estos dos sentidos: ayuda al hombre a autodisciplinarse y le enseña a colaborar con los demás dentro de un equipo, mostrándole como puede enfrentarse con los otros de una forma noble.
Al contemplarlo, los hombres se identifican con ese juego, haciendo suyo ese espíritu de colaboración y de confrontación leal con los demás.
Desde luego, la seriedad sombría del dinero, unida a los intereses mercantiles, pueden echar todo esto a perder.
Al pensar detenidamente en todo esto, se plantea la posibilidad de aprender a vivir con el espíritu del juego, porque la libertad del hombre se alimenta también de reglas y de autodisciplina.
En todo caso, la visión de un mundo que vibra con el juego debiera servirnos para algo más que para el entretenernos, porque si fuéramos al fondo de la cuestión, el juego podría mostrarnos una nueva forma de entender la vida.
Cardenal Ratzinger

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