domingo, 23 de mayo de 2010

Pentecostés en la Diócesis de Melo (4)
Confirmaciones en la Parroquia
Nuestra Señora del Carmen

Diecisiete adultos recibieron el Sacramento de la Confirmación en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen en la ciudad de Melo, en este Domingo de Pentecostés. Aquí está el texto de la homilía del Obispo:

Cincuenta días después de la Pascua, llegamos a esta solemnidad de Pentecostés, y la celebramos hoy pidiendo el don del Espíritu Santo para toda esta comunidad parroquial y, especialmente, para estos hermanos nuestros que van a recibir el Sacramento de la Confirmación.

La Iglesia en América Latina quiere vivir hoy un “Nuevo Pentecostés”… Hablamos de una “Misión Continental” que consiste, sobre todo, en que toda la Iglesia se ponga en estado permanente de misión, con sus puertas abiertas para recibir a todo el que llega, pero saliendo también al encuentro de los más alejados.
¿Qué significa esto? ¿Cómo puede ser posible ese nuevo Pentecostés?
La Palabra de Dios que hemos escuchado nos da algunas pistas.
Miremos en primer lugar, esos signos de la entrada del Espíritu: el viento y el fuego.

El viento es el impulso. La sacudida que quiere sacarnos de nuestra comodidad, de nuestra tranquilidad, invitándonos a salir al encuentro de los hermanos.
El fuego es el ardor. Cuando Juan Pablo II nos llamaba a una “evangelización nueva” nos decía “nueva en sus métodos, nueva en su expresión, nueva en su ardor”. Es el mismo ardor que sentían por el camino los discípulos de Emaús mientras iban escuchando a Jesús explicarle las escrituras. Es el ardor que el Espíritu Santo quiere despertar en cada uno de nosotros para compartir con los demás la Buena Noticia de Cristo Resucitado.

Con ese ardor, con ese fuego, los discípulos de Jesús, que hasta ese momento estaban encerrados, salen a proclamar para la multitud, en la diversidad de lenguas en que el Espíritu les permitía expresarse, “las maravillas de Dios”.
Se trata de la Gran Maravilla que el Padre ha realizado: la Resurrección de Jesús, que nos abre la puerta a la reconciliación y a la vida plena que viene de su Padre, por el Espíritu.

Y ante este anuncio, muchos creen. Y en ellos también está actuando el Espíritu Santo. Porque el primer don del Espíritu es la fe. San Pablo nos dice: “nadie puede decir ‘Jesucristo es el Señor’ si no es impulsado por el Espíritu Santo”.
Esto es importante. Es algo de lo que podemos no darnos cuenta. Si tenemos fe, si nos hemos abierto a la Palabra de Dios, si la hemos recibido en nuestro corazón, si queremos seguir a Jesús como discípulos misioneros… eso es posible, por un don del Espíritu Santo.

Ese don lo seguimos necesitando para crecer en la fe. Jesús mismo nos dice que no basta con decir “Señor, Señor”. Ese es el comienzo, pero no podemos quedarnos ahí.

El Sacramento de la Confirmación es un momento importante de crecimiento. Una adecuada catequesis, que permita, en otro momento de la vida, profundizar aquello que recibimos cuando niños, es la base para empezar una etapa nueva de la vida cristiana.

Pidamos, entonces, que el Espíritu Santo descienda sobre estos jóvenes [y adultos] que reciben hoy el sacramento de la Confirmación, y que descienda también sobre sus familias, sobre toda esta comunidad parroquial para acrecentar nuestra fe, para movernos, impulsarnos, enardecernos, de modo que comuniquemos a todos la Buena Noticia de Jesús Resucitado. Así sea.

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