Por Jacob Neusner
Quien haya leído el libro de Joseph Ratzinger / Benedicto XVI titulado "Jesús de Nazareth" (Primera parte, Planeta, Buenos Aires, 2007) habrá encontrado, tal vez con sorpresa, numerosas referencias a un libro del rabino Jacob Neusner: "A rabbi talks with Jesus" (Un rabino habla con Jesús). En el libro, repetidamente citado por el Papa teólogo en su obra, Neusner explica sus razones para no creer en Jesús. Paradójicamente, como lo señala el Papa, las dificultades de Neusner para creer en Jesús están, precisamente, en el hecho de que el rabino ha comprendido perfectamente el mensaje de Jesús: "Jesús se ve a sí mismo como la Torá, como la Palabra de Dios en persona" (p. 141).
Así presenta Joseph Ratzinger a Jacob Neusner:
Neusner, judío observante y rabino, creción siendo amigo de cristianos católicos y evangélicos, enseña junto a teólogos cristianos en la Universidad y siente un profundo respeto por la fe sus colegas cristianos, aunque por supuesto está totalmente convencido de la validez de la interpretación judía de las Sagradas Escrituras. Su profundo respeto hacia la fe cristiana y su fidelidad al judaísmo le han llevado a buscar el diálogo con Jesús. (p. 133)
Este amigo del Santo Padre ha escrito recientemente un artículo que ha sido difundido por el servicio de prensa ZENIT.
(La segunda parte del libro "Jesús de Nazareth" fue entregada a la prensa en el día de ayer)
ROMA, sábado, 24 de abril de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el
rabino estadounidense Jacob Neusner, considerado como uno de los escritores más prolíficos
de la historia (ha escrito unos 950 libros), que desde hace años mantiene con Benedicto XVI
un intercambio epistolar. El texto ha sido publicado por el "Corriere della sera" el 18 de abril.
***
opiniones sobre el equipo de baseball de los New Cork Yankees en comparación con los New
Cork Mets: "No trates de prevalecer sobre mí. ¡Soy un profesor, por lo tanto, tengo siempre
razón!". Desafortunadamente, en lugar de tomarlo para la risa, me tiró contra una toalla.
Cuando a un estudioso e intelectual de éxito se le confiere el status de infalibilidad, aquí
comienzan los problemas. Un estudioso no tiene necesidad de que se le diga que es infalible.
Ya lo sabe, y se le paga por ello. La profesión de investigador requiere integridad,
racionalidad y honestidad intelectual. En sus primeros cinco años de papado, Ratzinger ha
revelado todas estas características, junto a una abundante humildad, generosidad y amor. Sin
embargo, el mundo tiene todavía necesidad de tiempo para acostumbrarse a este Papa-
estudioso, que afronta de modo directo y sin titubeos los temas fundamentales y deja caer las
nimiedades, cuando es posible.
Los musulmanes han comprendido de qué está hecho este Papa, en Ratisbona cuando, con una
intervención muy profunda, Benedicto XVI puso en duda la contribución del Islam a la
civilización. Los anglicanos han entendido de qué está hecho este Papa cuando él, en un
arranque de honestidad, invitó al clero anglicano a entrar a formar parte de la Iglesia. Los
judíos han entendido de qué está hecho este Papa cuando Benedicto XVI volvió a una liturgia
que cuestionaba el credo hebreo. En los tres casos, la fractura ha sido recompuesta y han
prevalecido las posiciones más moderadas: con el Islam se ha hecho la paz y con anglicanos y
judíos se ha llegado a una conciliación.
Pero el Papa-estudioso no había hecho más que expresar la verdad así como es sentida en el
corazón del catolicismo: el Islam no puede competir con el cristianismo en cuanto a estatura
moral, los anglicanos serán siempre bienvenidos, y los judíos estarían mucho mejor dentro de
la Iglesia. El Papa Benedicto habla como un estudioso y pronuncia verdades cristianas tal
como las enuncia el infalible obispo de Roma. Un estudioso no puede sino actuar de este modo.
La cuestión que, en este momento, perturba la paz es el modo en que, en el pasado, el
cardenal Ratzinger liquidó el caso de un sacerdote culpable de haber abusado sexualmente de
algunos niños. La caridad cristiana sugería perdonar a aquel sacerdote, un alma penitente
despedazada y en el final de su vida. El cardenal Ratzinger le ahorró las humillaciones que un 2
justo castigo habría comportado. El sacerdote murió en el seno de la Iglesia y Benedicto XVI
mostró el verdadero significado de arrepentimiento y amor cristiano.
El pasado enero, cuando me encontré con el Papa en Roma, le pregunté qué quería hacer
cuando, en unos seis meses, terminara el segundo volumen de su "Jesús de Nazaret". Con una
sonrisa, me respondió: "Nada más. Este es mi último libro. Tengo otros asuntos para atender".
Un estudio que deja de escribir libros no mantiene por mucho tiempo tal título. Benedicto
XVI no tuvo que agregar: "Después de todo, soy el Papa". Pero el académico que hay en mí
susurró: "A qué precio".
Lo que el mundo ha aprendido en estos cinco años respecto al Papa-estudioso es el precio que
la academia paga por sostener la verdad y mantener la propia integridad. La infalibilidad tiene
sus costos. La gente prefiere políticos capaces de mediar antes que personajes críticos y
propensos a las controversias. Esto es lo que nos enseñan los papas-estudiosos en general.
Pero lo que yo aprendí de este Papa-estudioso en particular es algo más. La genuina
integridad de este hombre y su capacidad de exponer la verdad a la humanidad entera,
mueven intereses muy fuertes. Y por esto, también los musulmanes, los anglicanos y los
judíos deben prepararse a un debate de alto perfil sobre la razón y la racionalidad compartida
y encontrar un punto de encuentro sobre los conflictos, tratando de establecer quién está del
lado correcto y quién del incorrecto, y qué prescriben las Sagradas Escrituras y la tradición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario